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jueves, 6 de junio de 2013

Tiempo de Legado

Es tiempo de legado. Un Presidente americano tiene un tope de dos mandatos, ocho años. El primer mandato gira siempre en torno a la situación nacional: seguridad, bienestar, acción económica… y una cadena tensa en cuestiones internacionales. Un primer mandato no permite creatividad ni pasos en falso, si lo que persigues es llegar a ganar el segundo.

Pero el segundo mandato es el que buscan los Presidentes para dejar recuerdo, memoria, legado en definitiva.

Nixon fue tan efectivo en su primer mandato que ganó en 49 de los 50 estados en la relección. El segundo quedará como Watergate. Reagan en el primero impuso mano dura en la huelga de controladores, aplicó la política económica conocida como Reaganomics basada en un liberalismo casi de libro y bajada de impuestos. Intervino en Granada y se anduvo con mucho ojo a la hora de eternizarse en una lucha en el Líbano. Su segundo mandato quedó marcado por el fin de la guerra fría, el bombardeo de Libia y, sin que le marcase excesivamente, Iran – Contra, pero si acabas con el comunismo, luchas contra el crack y consigues la auto-inmolación de un oficial de los Marines… bueno, ya tienes un legado.
Y… bueno, Clinton es un caso aparte.

Si lo piensan Kennedy es más mito que hechos, Carter o Bush padre no pasaron el examen del primer mandato, lo que suena a fracaso, y Bush hijo dejó muy marcado un legado. Yes que lo que intentas hacer en el segundo mandato te puede salir bien o muy mal (muy bien es raro).

Obama lleva meses haciendo movimientos para centrar su segundo mandato en la orientación que le lleve a la posteridad. Durante sus dos primeros años intentó mantener una línea firme, casi inexpugnable. Pero si los dos primeros años tuvieron un efecto no deseado y esto le obligó a ser más conciliador, este segundo mandato, dado que ya no tendrá que ser elegido de nuevo, le abre un campo enorme; control de armas (sólo hablan de restricciones aquellos que no tienen ninguna elección que perder), seguridad social, inmigración, orden mundial… agenda demócrata en estado puro.

A la sustitución de Geithner por Lew, de Clinton por Kerry y de Panetta por Hagel les ha seguido la dimisión de Donilon y ha puesto a la hasta ahora Embajadora ante Naciones Unidas, Susan Rice, como Asesora de Seguridad Nacional y, en su sustitución en la ONU, a Samantha Power.
El ASN es quién recoge la información militar y de inteligencia y asesora al Presidente en los pasos a dar ante una situación que afecte a la seguridad nacional. El puesto lo han tenido Kissinger, Pointdexter, Carlucci, Powell, otra Rice, Condoleezza o el general Jones. Nombrar a Rice y Power en ambos cargos implica buscar rebajar la tensión, como si ahora quisiera mostrar por qué hace cuatro años le dieron el Nobel de la Paz.



Pero Rice fue la embajadora ante las Naciones Unidas que actuó poco menos que como Ángel Acebes (otro legado a estudiar) ante los ataques en Benghazi que costaron la vida al embajador americano en Libia Christopher Stevens, a un oficial de información y a dos Navy Seals. No sé si lo hizo por falta de información, por disponer de información poco veraz o por no soliviantar la situación. Si es cualquiera de los dos primeros, regular, porque te muestras o ignorante o incauta. Si es por lo segundo, peor, porque muestras flanco a alguien que te va a volver a atacar. Cualquiera de las tres, demasiado locuaz. Esto, presumiblemente, le costó la Secretaría de Estado. No voy a cuestionar su capacidad, porque el cargo tiene aspectos que me quedan muy lejos, pero sí sé que el cargo requiere cautela, discreción, párrafo corto y mucha, mucha capacidad de evaluación. Si Obama la ha elegido es porque vale y porque cree firmemente que responderá a las expectativas que requiere su legado.

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