... Mira, me sé al dedillo todas las leyes que te mueven como a un guiñol. Te las puedo enumerar al revés si lo prefieres. Mi ciencia no es de revistillas, ni de modestos librillos de divulgación; neuróticos juzgados por otros neuróticos más empedernidos todavía. Soy totalmente objetivo, mírame, ¿ves? Con precisión. Lo que no constato no lo registro. Sin hipótesis, teorías, ni sistemas ideales...
Mírame, ¿ves? Así. He visto esto, no sé nada más, juzgue usted como quiera. Humanamente tengo mis deslices, pequeñeces... Uno no es de piedra, sobre todo cuando investiga una naturaleza bien dotada. Pero la ciencia en sí es desinteresada, no se venga de nadie, no justifica nada, no codicia nada salvo esporádicas debilidades, repito.
A ver, abuelo, si le he escuchado es porque me domina el interés por ser objetivo. Cuando converso seriamente con otra persona pienso, sin poder evitarlo, que estamos intercambiando opiniones infantiles. Manejamos casi siempre datos poco fidedignos, fragmentados o directamente manipulados. No procedemos según un método riguroso de disciplina mental. Nuestras expresiones se convierten en síntomas de nuestros desequilibrios o de nuestras psicosis. Deprime escuchar a una persona de gran responsabilidad expresando sus criterios con inducciones deficientes, emociones descontroladas...
lunes, 1 de agosto de 2011
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3 comentarios:
Pues a mí lo que me deprime es pensar que el bobo solemne ha creado un "spanish way of life" que no se lo salta un romano.
Querida Tasmania, es imposible que seamos absolutamente objetivos, estamos completamente influenciados por nuestras circunstancias, incluso en ocasiones, conociendo la realidad objetiva, nos engañamos conscientemente porque no nos gusta la verdad y no queremos aceptarla.
Impacáibol, Miss Sampson
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