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lunes, 11 de junio de 2012

Un poco de demagogia II

Es en defensa de la ley que Sócrates y Platón se oponen a la democracia, y no en defensa de forma alguna de aristocracia, de oligarquía o de tiranía. por más que algunos se hayan esforzado por ocultarlo, tanto la oligarquía como la tiranía son expresiones rechazadas tanto por Sócrates como por Platón en favor de la soberanía incondicional de la ley.

Tuve un profesor de griego maravilloso que, una vez a la semana, nos contaba a los alumnos episodios históricos de la antigua Grecia. Existe uno que he recuperado ahora y que ilustra muy claramente el sentido de la oposición de Sócrates al gobierno del demos (es decir, del conjunto de los ciudadanos libres con derecho a intervenir en la vida pública) Se trata de la batalla naval que tuvo lugar en el año 406 a.C. en las islas Arginusas, durante la guerra del Peloponeso, pueden leerla aquí  Yo les contaré una versión resumida de los hechos que acontecieron después y que, como decía, ilustra la auténtica posición de Sócrates en este asunto.

Bien, en esa batalla naval la escuadra ateniense venció a la flota espartana, pero la fuerte tempestad que se desencadenó tras la batalla impidió a los generales que comandaban la partida vencedora prestar auxilio a los náufragos y recoger los cuerpos de los atenienses que perecieron en la refriega para darles sepultura según el ritual funerario que sus costumbres prescribían. Ello motivó que, a su regreso a la patria, algunos les acusaran de un delito de abandono a los caídos, un delito muy grave que en Atenas se castigaba con la muerte. Contra ellos se celebraría un juicio político que marcaría profundamente el curso posterior de la democracia ateniense.

El veredicto fue objeto de una violenta polémica en el seno de la Asamblea Popular, que cuando la ocasión lo requería, hacía las veces de tribunal de justicia (miedito da) Finalmente, a través de diversas maniobras poco limpias promovidas por Teramenes, uno de los hombres fuertes de la renovada democracia ateniense, el grupo favorable a la condena ganó posiciones frente al de los que eran partidarios de exonerarles. En un intento de evitar la sentencia condenatoria, Euritolemo, cuñado del prestigiosos estratega Alcibíades, denunció la ilegalidad del procedimiento de decidir en bloque, y no individualmente, la suerte de todos los generales, tal y como habían propuesto los del grupo de Teramenes. Pero "el pueblo soberano",  hábilmente persuadido y engañado por las artimañas de Teramenes y los suyos, proclamaba la superioridad de su voluntad sobre la autoridad de la ley.

Este es un buen ejemplo, creo yo, de cómo las minorías que realmente detentan el poder hacen creer a la mayoría -gracias a una influencia que, por lo general,  va mucho más allá de la que, a través del uso público de la palabra, consiguen tener en el seno de la Asamblea y las instituciones políticas- que está ejerciendo soberanamente su poder como "mayoría" cuando decide lo que ellas dictan. En todo caso, mediante aquel fatídico pronunciamiento, el pueblo soberano reivindicaba su supuesto derecho a estar por encima de la ley, y los miembros de la Asamblea que al principio titubearon, cedieron finalmente a la presión y a las amenazas de Teramenes y votaron a favor de la propuesta de éste último, aún a sabiendas de que era una propuesta ilegal.

Pues bien, Sócrates -que entonces era uno de los miembros de la Asamblea elegido por sorteo- fue el único que, frente a la posición adoptada por la "mayoría" se mantuvo firme en el rechazo  de la propuesta de juzgar en bloque a todos los arrestados. Tomó la palabra y dijo que él no reconocía otra autoridad que la ley y que "no haría nada que estuviera en contra de la ley". No sirvió de nada, pues la "mayoría" de la Asamblea, de buena o de mala gana, había aceptado ya dicha propuesta y votó a favor de la condena.

Pero el desafío de Sócrates al "pueblo soberano" fue muy mal visto por la Asamblea, que tomaría buena nota del mismo y que, como es sabido, apenas siete años más tarde se lo haría pagar muy caro. Había osado poner en tela de juicio la tesis de la superioridad del demos sobre la ley.

He dicho.

2 comentarios:

Louella Parsons dijo...

Querida Tasmania, muy buena entrada.
Lo triste es que me hace recordar cómo en los últimos años hemos visto retorcer la ley hasta el imposible para dar cabida a intereses del gobierno y sus socios, hemos visto a la Justicia interpretar hechos y leyes de forma vil para adaptar las sentencias a las circunstancias partidistas y coyunturales de un momento dado.
Esta descarada y obscena vulneración del espíritu de la ley hace que nos sintamos complemente desprotegidos y sometidos al albur de la mayoría democrática del Parlamento.

juan dijo...

Prefiero que la ley sea cuestionada por una mayoría con el voto directo que no por unos "pretendidos" representantes que luego su respeto a la ley lo ciñen a la oportunidad del momento "ahora no toca", etc.
Una de las vulneraciones más graves de la constitución en España es la soberanía que se cede a un estado totalitario como el Vaticano con el concordato, claramente inconstitucional y que nadie se atreve a tocar.
¿Se puede legitimar la ley cuando la misma ley que dice que no se puede pagar un viaje privado con fondos públicos permite que el Presidente del T.Supremo no tenga que justificar que sus viajes son realmente de trabajo? ¿qué valor tiene una ley que no ha contado con el voto directo del pueblo para aprobarse y sólo con el interés propios de los "supuestos representantes de la soberanía popular"?