El futuro abierto es una dimensión constituyente de todo lo vivo, irrenunciable en el hombre y agudizado por nuestro modelo de producción. Con o sin participación, el futuro nos invade. Pero es un futuro no pretendido o articulado, lo que provoca incertidumbre. La sensación de incertidumbre es el paradigma que enmarca este jovencísimo siglo XXI. A la vista del fantástico despliegue técnnico deberíamos estar en un amanecer radiante y sin embargo a menudo se siente el crepúsculo. No sabemos si anochece o amanece. Una situación de aurora boreal.
lunes, 14 de octubre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario