El
pasado domingo (6 de octubre) Alberto Núñez Feijoo declaraba que la
financiación de los partidos es una asignatura pendiente en el panorama
político pero que él se mostraba favorable a “no permitir las donaciones”. Poco
más de un mes antes Susana Díaz (España de Norte a Sur) se había pronunciado en
términos un tanto más categóricos al decir que las quería prohibir.
Primero
me llama la atención lo cerca que están los partidos que se turnan gobierno y
oposición de forma más frecuente. Me hacen continuar en la creencia de que la
clase política española y no la ideología, aparte de lo que opine la gente que
protesta delante del Congreso, es sobre-reguladora. Regular y regular para
prohibir o para crear e incrementar impuestos principalmente es la vía de
salida y de solución de cualquiera de ellos.
Porque,
¿qué pasaría si se ordenaran las donaciones, se hicieran públicas con nombre,
apellidos y cantidades? ¿qué ocurriría si se llevaran a un registro? ¿qué
pasaría si las donaciones fueran las vía principal de financiación de un
partido siempre y cuando estuvieran amparadas por una ley suficientemente bien
estructurada y rígida con los incumplimientos en intereses y topes de
cantidades?
Y,
sobre todo ¿qué pasaría si, en consecuencia, los Presupuestos dejasen de
asignar las cantidades que asignan hoy en día en función de los criterios de
representación parlamentaria y no fuera más que dinero para cubrir temas
menores?
¿No
sería mejor adelgazar el Presupuesto de las partidas dirigidas a la
financiación de los partidos? A fin de cuentas son insuficientes, porque las
donaciones que se quieren prohibir existen. Pues adelante, veamos hasta dónde
llegan si ponemos un tope de, digamos, 3.000€ por ciudadano y campaña.
Pues
sería algo interesante a descubrir y no he podido localizar ninguna encuesta,
pero ¿cuánta gente estaría dispuesta a dar dinero y cuánto a un partido
político? ¿y a un candidato?
A lo
mejor la respuesta de prohibir las donaciones no deja de ser una forma de
evitar ver la poca aceptación que tiene el sistema actual. A lo mejor se necesita un grupo de políticos valientes que le den al sistema un cambio que la población merece y ellos deben ganarse.
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