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jueves, 22 de marzo de 2012

Disraeli


Decía Marañón “soy un trapero del tiempo”, dando a entender que cualquier resquicio del día lo aprovechaba para hacer algo que le aportara. Leyendas o certezas, todos conocemos las pocas horas que Leonardo da Vinci dormía y los muchos proyectos que emprendía (¿Es malo no terminar las cosas o es malo si no eres Leonardo? Creo que lo que es malo es no hacer nada, no empezar mucho y desde luego a Leonardo se le conoce más por lo que acabó que por lo que no terminó). O la siesta de cucharilla que se le atribuye a Dalí… creo. No teman, no les voy a soltar un discurso de Tempus Fugit o Carpe Diem… ¿o puede que sí?

Les quiero hablar de Benjamin Disraeli, político británico de (si fuera cursi diría fascinante) muy interesante biografía y más que activa vida, como escritor y como político y, sobre todo, como grandísimo irónico. La ironía, esa envidiable cualidad propia de los que tienen el cerebro ágil y el pensamiento afilado, sin envidia ni resquemor, que les haría caer en el cinismo o la hipocresía. La primera referencia que tengo de él me vino por la enciclopedia; Disraeli existió y fue Primer Ministro de la Reina Victoria. “Curioso”, pensé, “Primer Ministro sin tener un nombre de esos a los que acompaña Earl of Berdforshire”. Bueno, en realidad tenía como 12 años, creo que simplemente me extrañó. Fue Primer Ministro dos veces. La primera en 1868 porque el entonces PM estaba enfermo y le preguntó a nuestro hombre, entonces Canciller del Exchequer (ministro de Economía y Finanzas) si estaba preparado para asumir el puesto. Por supuesto estaba preparado, con  lo que la reina le invistió y él, al salir, cuenta Blake, dijo, “Bien, ya he subido a lo alto de la cucaña”. En menos de un año y con el parlamento en contra logró sacar leyes que afectaban a las comunicaciones, a la educación o, incluso, a la regulación de los parlamentarios.

Los Tories pierden, ganan los liberales, entra Gladstone, quién pierde seis años más tarde y vuelve Disraeli para construir una política social basada en mayor bienestar social (sanidad pública y mujeres y niños tendrían un tope de 10 horas de trabajo por día. Créanme, para aquella época era un avance) y la política internacional en el auge de la realpolitik, Bismark, la guerra Turco-Rusa, Canal de Suez… aspectos en los que Disraeli supo mantener sin pestañear el “aislacionismo espléndido” que el Imperio esperaba de un Primer Ministro.

4 comentarios:

Olivia dijo...

De mi padre tengo unas cuantas biografías de Andre Maurois y también las espléndidas Historias de Francia, EEUU, e Inglaterra. Unos tesoros, en mi modesta opinión. Entre las biografías, la de Disraeli, aún sin leer. Con su post me animo a hacerlo, desde ya. Gracias.

Nrq dijo...

Gracias, Olivia, por el reconocimiento. Lo primero que buscamos con el blog es darles pistas y animarles a mirar cosas. Saber que el texto le ha despertado curiosidad, me vale por estos últimos dos años

Louella Parsons dijo...

De vez en cuando llegan a la política hombres sobresalientes, con verdadera vocación de servicio a su país y extraordinaria inteligencia para llevar a cabo sus estretegias. Son pocos pero sus vidas y métodos deberían ser conocidas y estudiadas por aquellos que se aventuran a meterse en política.

Es cierto que apetece conocer más al personaje.

Nacho Vega dijo...

Opino como Dª Louella Parsons.

Por favor, Mr. Nrq: Háganos una segunda entrada, con más detalle.

Gracias.