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jueves, 5 de julio de 2012

disciplina (¿?)


Juan Morano ha sido apartado de la disciplina del Partido Popular por no respetar la, también, disciplina de voto en el Senado al votar a favor de un cierto número de enmiendas del PSOE a una ley de regulación de la minería. El PP pretende abrirle un expediente por deslealtad.

Varias cosas me vienen a la mente a este respecto.

La primera, de nuevo, es la inutilidad de un sistema en la que un diputado o senador por Andalucía ha de votar en el mismo sentido que uno de Asturias. Aunque al de Andalucía le importe mucho el tema que se vota, y al de Asturias poco, el voto a favor o en contra tiene la misma intensidad y participación en ambos. Segundo que lo que es bueno para Andalucía puede no serlo para Asturias y, aun así, la disciplina de voto obliga a dos personas a votar lo mismo y, ya digo, con la misma pasión.

Juan Morano. Senador (grupo mixto, parece).
Morano hablaba de “el deber hacia sus electores” y, efectivamente, eso es lo que debe primar. Los intereses de quién te elige. La política parlamentaria debería ser independiente del poder ejecutivo y exento de disciplina de voto.
En relación al primer punto, si el Gobierno detenta la mayoría parlamentaria, decir que hay separación de poderes es un absurdo. Como ya hemos hablado aquí, ustedes con su voto, eligen al Congreso a un grupo de gente a la que el partido ha puesto ahí. ¿Cuántos de ustedes conocen al cabeza de lista?. Incluso siendo de Madrid o Barcelona (más mediáticos), alguno dudará. Ni hablemos del segundo, tercero o cuarto de esa relación.
Sus votos en las elecciones se suman por provincia y, tantos votos, tantos candidatos pasan el corte. Pero ustedes seguirán sin saber quién entra en esa lista. Si ustedes no los eligen y no saben cuántos ni quiénes van… ¿para qué ni siquiera elegirlos por provincias? ¿para qué elegir tanta gente? Con que haya uno por partido con una ponderación de voto bastaría. Las comisiones parlamentarias, dirá alguno. Eso se soluciona con un grupo de abogados y economistas que trabajen los informes y las propuestas.

Pero esta gente, estos parlamentarios, se sientan en su escaño, votan y eligen a un Presidente del Gobierno. Lo eligen ellos, no usted (aunque usted crea que lo elige porque él sale mucho por TV y se pelea con el que tiene enfrente). Con lo que de una tacada en la que usted ha hecho bien poco, ya tiene a 400 personas en el centro de Madrid y a un equipo de Gobierno al lado de la A-6.

Y resulta que sale un Senador (que sí ha sido elegido al marcar su nombre en una papeleta, pero admítanlo; de los tres que tacharon la mayoría de ustedes no sabe ni su nombre ni ha visto su cara por su barrio) decide que debe lealtad a quién le eligió y esto entra en conflicto con que todo miembro electo del Parlamento debe votar en el mismo sentido que el resto de la gente que ha sido elegida por el mismo partido.
Esto, que está permitido en España, genera un conflicto interno en el partido y le abren un expediente por deslealtad. Absurdo en una democracia, pero tiene sentido si el sistema es el que acabo de describir; “nosotros te ponemos ahí, nos debes lealtad”. Esto tiene un nombre y fue magníficamente interpretado por Joe Pesci.

Por supuesto, añadir que el PSOE se frota las manos al ver la que se ha liado, pero haría lo mismo si pasara en su organismo.

Tenemos un sistema de asustados y de gente de bajo perfil a la hora de legislar y negociar. Por eso interesa que persista la disciplina de voto y las listas cerradas. Pero es que la no competencia y la no dificultad sólo genera débiles.

5 comentarios:

Louella Parsons dijo...

Totalmente de acuerdo con su exposición, Mr Nrq. Y lo malo es que parece que el sistema no va a cambiar ni hay interés alguno en ningún partido porque cambie.

Uno de los últimos ejemplos más claros de lo antidemocrático y absurdo de este sistema fue la votación en el Congreso para aprobar el Estatuto de Cataluña. El Psoe votó a favor y sin fisuras sabiendo, porque muchos lo reconocieron, que muchos diputados estaban en contra.

Lo que no entiendo es que en temas más peliagudos, como la reforma de la ley del aborto, uno vote en contra de su conciencia y siga sentado en el escaño como si tal cosa.

Es lo que hay.

juan dijo...

Para mi el caso más claro de lo antidemocrático y absurdo de este sistema fue el rechazo del PSOE a las enmiendas de IU de eliminar el humillante tratado con el vaticano que nos convierte en una mera colonia de ese estado dictatoria y pro-golpista. Justo ahora que están en la oposición y no va a salir lo proponen.
La única democracia posible es la que el pueblo vota todo directamente. La "democracia representativa" no es democracia.

BorjaPerezGV dijo...

"Con que haya uno por partido con una ponderación de voto bastaría." Totalmente de acuerdo. Lo que funcionó en la transición ya no tiene sentido. Quiero elegir a mi diputado como un inglés elige a su MP.

Nrq dijo...

... y como los franceses acaban de hacer. Si es que no es tan raro. Lo absurdo es este sistema de "tres agujeros para una misma caja" que en el 78 podía resultar, pero hoy en día produce 11 imputados en el parlamento valenciano, sesiones del congreso vacío, falsa representatividad o que un Gobierno no tenga freno.

Nuestro mayor consuelo es la peor de las maldiciones; un Gobierno sin mayoría absoluta.

Unknown dijo...

Magnífica reflexión, D. NRQ.
La democracia "flojita" que gozamos en España (una pica en Flandes después de la dictadura)siempre ha estado ensombrecida por un bipartidismo guerracivilista que no da más opciones, por una cutrez política ramplona y por unas listas cerradas que no nos permiten elegir adecuadamente: los tontos de la papeleta. Pero si profundizamos en la estructura de los partidos políticos el panorama es aterrador: el "Santo oficio" es quién nos gobierna, con la hoguera contra los impíos y el premio a los que siguen la ortodoxia. Ese mismo esquema se traslada a la administración pública: Premio al imbécil sumiso con un cargo de confianza (sea funcionario o no) y hoguera para el apóstata.
Con estas premisas no es extraño que estemos ante la crisis que estamos y que, cuando nuestros gorrones incompetentes se hayan cargado a la clase media, salgamos de la crisis como salieron los "huéspedes" sobrevivientes de Auschwitz: felices de sobrevivir pero marcados de por vida.
Esta crisis que estamos soportando y pagando los de siempre debería servir, por lo menos, para plantar cara a nuestros gorrones y ponerlos en su sitio de una vez.
Un saludo.