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jueves, 11 de julio de 2013

Ley de Transparencia


Pero es que son cosas distintas, ¿no? Una cosa es que el Gobierno o el Partido Popular no esté explicándose o no tenga un mensaje (ayer una becaria alemana, Janinna Ruth dejó a cuadros a Floriano en un curso de verano de la Complutense al preguntarle por el caso Bárcenas y a lo que Floriano contesto como el chaval del anuncio de Aquarius). Otra que lo que pueda estar diciendo Cospedal no quiera ser escuchado porque no tiene materia de escándalo. Otra que Elena Valenciano exija y emplace al Gobierno a dar explicaciones. Otra que el diputado de Amaiur, Rafael Larreina, se erija como auditor y concluya que los papeles de Bárcenas emiten corrupción por los cuatro costados… y un no acabar.

Pero lo que es distinto a todos es que desde el año 1978 no existe un marco legal que deje a los ciudadanos con cierta tranquilidad a la hora de saber que los políticos van comportarse correctamente. Y volvemos a lo de siempre; los diputados hacen las leyes, incluso las leyes que les afectan y levantarse ahora de una mesa en señal de digna protesta cuando lo que está en esa mesa es legislar para que no haya otro Bárcenas es, a falta de una palabra mejor, infantil. Es decir; prefieren dejar pendiente el futuro por la rabieta del presente.
Seguro que no es el mejor proyecto de ley, pero se debe aprobar, hacerla ley y seguir. Habrá gente que se la salte y sea cazada o gente que aproveche el hueco legal y tendrán que volver a sentarse a pulirla, pero si no se sientan hoy, este momento no hará más que no llegar.


Y no siquiera nadie ha protestado por lo pomposo y pretencioso del nombre del proyecto de ley. Esto sí hubiera mostrado criterio.

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