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lunes, 23 de enero de 2012

Bourdieu, un crítico de la cultura

He recordado a Bourdieu y no tengo idea de dónde tengo algunos de sus libros. Para mí Bourdieu fue un autor difícil pero con el tiempo he llegado a estimarlo y a comprenderlo mejor y tengo la impresión de que tantos años después sigue siendo referente indiscutible de la sociología.

Recuerdo que de él aprendí que cuanto más se excluye, el campo político se convierte más en el monopolio de los profesionales; tanta mayor autonomía adquiere éste, mayor grado de exclusión ejerce y, entonces, es más frecuente escuchar decir que de política sólo los políticos pueden hablar, sólo ellos tienen la competencia, en el doble sentido de la palabra, como competencia entre los competentes. Cualquier irrupción de los profanos es vista como una profanación, una pretensión fuera de lugar. En el colmo de la monopolización, encontramos que la política es propiedad de los políticos.

Y es que he tenido que escuchar esta idea varias veces en las últimas semanas de boca de políticos. Es tan absurda, tan ridícula, tan ajena a la realidad que he preferido no discutir. Al igual que en todos los campos sociales, en el político se advierte una creencia: hay de manera tácita un acuerdo básico entre los políticos de que vale la pena entrar al juego de la política y que ésta sólo puede ejercerse en el campo público. Esa creencia rebasa los límites ordinarios de dominantes o dominados, de izquierda o derecha y todas sus variaciones. Es la fides implícita, expresión latina que tanto le gustaba a Bourdieu para señalar esta adhesión espontánea y excluyente a la práctica política.

2 comentarios:

Sostrato de Cnido dijo...

Para conseguir esto, ademas, hace falta un pueblo cordero, domesticado, hastiado hasta la extenuación de todo lo que tenga que ver con ellos. Y eso se consigue, desesperando, desinformado, desculturizando, deseducando y creando la falsa sensación de que todos somos iguales. Y esto no es verdad.

Algunos somos buenos, y otros somos malos. Algunos somos útiles y otros profundamente inútiles... y así se va conformando un individuo. Es la colectivización del campo de las ideas, lo que da lugar a desastres del tipo: la política para los políticos, que son los que saben

Un abrazo

Eugenia dijo...

La política es propiedad de los políticos, pero sólo porque para los ciudadanos resulta infinitamente más cómodo que sea así.
Nos guste o no, somos absolutamente responsables de nuestros políticos.

Tiene razón Sosotrato de Cnido, por supuesto. Sólo discrepo en la prioridad de la responsabilidad. El ciudadano, siempre -y como el verdugo- tiene la mayor responsabilidad.
Todos somos buenos y, sobre todo, todos somos malos. No es ninguna novedad para los anglosajones. Así que no echemos tan a menudo la culpa al prójimo.