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lunes, 26 de agosto de 2013

Amador de tormentas

El culto al cuerpo es eternamente síntoma de inspiración pueril, porque sólo es bello y ágil en la juventud, mientras el culto al espíritu indica volunta de envejecimiento, porque sólo llega a plenitud cuando el cuerpo ha entrado en la decadencia.

Solicito para el hombre mediterráneo, cuyo representante más puro es el español, un puesto en la galería de los tipos culturales. La emoción española ante el mundo no es miedo, no es admiración, ni fugitivo desdén que se aparta de lo real... es agresión y desafío hacia todo lo suprasensible y afirmación de las cosas pequeñas.

Sentir la fruición de lo problemático, deleitarse en su riesgo es síntoma de que no está uno consignado al corral, sino que se es de ala larga, como el albatros, amador de tormentas.

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