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lunes, 7 de marzo de 2011

¿igualdad?

«Prevenir y erradicar cualquier forma de discriminación y proteger a las víctimas, intentando combinar el enfoque preventivo con el enfoque reparador» y «extender la protección frente a la discriminación por cualquier motivo y en todos los ámbitos»


Éste es el objetivo de la nueva ley de igualdad de trato que está propulsando la Ministra de Sanidad (lo crean o no) y de Igualdad (esto es lo que más preocupa) Leire Pajín. La Constitución habla en su artículo 14 acerca de la protección de los derechos individuales no pudiendo ser vulnerados ni ningún ciudadano discriminado por motivos de «nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social». La Constitución no sólo proteje con este artículo a los individuos de otros individuos, sino a los individuos de organizaciones y, entre las organizaciones de las que uno debe ser protegido, está el propio estado. La ley, cuestionada ya por el CGPJ, si busca combinar el enfoque preventivo con el reparador, está anticipando la sanción a la existencia del hecho supuestamente delictivo, sin atender a los motivos que conducen al hecho, prohibiéndolo directamente sin atender a si hay lesión o no, si hay delito o no, al pisar de forma explícita la capacidad de decisión del individuo.


Nuestro Presidente debería pensarse muy mucho qué juguetes deja en manos de qué niños. En el lateral de la caja explican normalmente, y con dos cifras, la edad a partir de la cuál se puede jugar con dicho objeto. El Ministerio de Sanidad, por muy pocas competencias que tenga de Sanidad en sus manos, no es un juguete y si es algo que debe quedar en manos de los mayores. El Ministerio no es el castillo de la princesa de plástico y con almenas, con princesa o sin ella, en las que el hecho de tenerlo montado en medio del salón no implica que la vivienda de tus padres sean tus lindes, ni que el servicio doméstico se doblegue a tu voluntad como vasallos al servicio del señor feudal. Hay que distinguir entre lo que la imaginación es capaz de crear dentro de ese castillo y los límites que la vida impone fuera de la almena de plástico.


Tenemos un gobierno que no cree en los individuos. Un gobierno que cree que la medida común debe primar por encima de la capacidad o decisión personales. Esta actitud nos lleva a imponer un dictamen universal por encima de mis propios derechos (y no ya privilegios), cuando en realidad debería sentarse en una mesa y pintar en un papel cómo ciertas acciones vulneran ciertas esencias propias de los seres humanos. Porque lo que lleva haciendo desde el inicio del mandato con la educación, con la igualdad o con las subvenciones es poner el listón tan bajo que, no sólo el talento emigrará a buscar mejor educación y más posibilidades de desarrollo, sino que un día tropezaremos con ese nivel al andar y nos iremos de bruces contra el suelo.

3 comentarios:

Tasmania dijo...

Resulta ridículo hablar de igualdad en el aspecto biológico. Fisiológicamente somos diferentes aunque éticamente somos iguales.

Entre ambos extremos hay un territorio amplio donde lo biológico y lo cultural se mezclan en distintas medidas y en una proporción que desconocemos... lo que nos obliga a formularnos seriamente la atención a la diferencia.

Si admitimos una flexibilidad casi absoluta de la naturaleza humana y aceptamos la omnipotencia de la cultura ¿no habrá aspectos peculiares, psicológicos, emocionales, pragmáticos, propios de cada sexo que no nos convenga olvidar porque si lo hacemos estamos reduciendo nuestras posibilidades?

La diferencia es, a mi juicio, una bendición.

Artanis dijo...

Tópico va...

"Vive la difference"...

Louella Parsons dijo...

Efectivamente, Mr NRQ, este gobierno no cree en los individuos.
Pero lo más grave de esta ley me parece lo de demostrar la inocencia del acusado en el caso de discriminación o agresión.
Basta la acusación del "discriminado" para que el "discriminador" sea culpable mientras no demuestre su inocencia. Aterrador.