martes, 15 de marzo de 2011
liderazgo
En tres episodios de desigual trascendencia ocurridos recientemente me han traído a la mente una analogía de JFK. Los tres episodios han sido:
1.- Los altos índices de contaminación: Especialmente en Madrid, dónde las torres de la ciudad deportiva (que por cierto, mucho ERE, pero de esta maniobra poco se habla… hasta que alguien suelte la perdiz y, entonces, ya verán cómo se relaciona con esta misma entrada en el blog) apenas se veían cubiertas por un telón de contaminación. Ahora llueve y uno se asoma desde cierta distancia y se ven perfectamente, nítidas, pero antes costaba creer que algo de tan elevado precio y tan apreciada altura hubiera desaparecido en medio de la nada. En este caso las conciencias más límpias, los veladores de la vida e inquisidores de la civilización, se arrojaron cuchillo en boca como defensores de la virtud y de los espacios puros. A sus protestas reforzadas con imágenes (preocupantes, cierto) les siguieron políticos del ala opuesta al partido en el gobierno acusando de no cuidar el entorno y de no tomar medidas en contra de la contaminación. Y puede que no les faltara razón, pero la contaminación es de todos, al igual que el aire sobre la que se suspende.
2.- Libia: Defensores de la democracia e instigadores de las dictaduras se erigen como líderes de opinión pidiendo intervenir en un país en el que un loco bombardea desde el aire a su propia población. Desde esta mesa echando de menos a lo largo de los años la Guerra Fría, Kissinger, Wilson y el Congreso, Reagan, Dayan… y ahora la intervención militar es algo legítimo. Vaya
3.- Fukushima: Un terremoto, el séptimo más devastador de los que se pueden atestiguar, más un tsunami, hacen que se colapsen y revienten los 4 reactores.ñ con alto riesgo de fusiones en los núcleos. Han sido un terremoto y una ola devastadores los que han puesto en jaque una central nuclear que, aún así, lucha por no rendirse y mantener el control como sea. Y, lo que no sale en titulares, la de personas que deben estar dentro de la central, arriesgando y perdiendo sus vidas, por garantizar las de sus conciudadanos. Además, paradójicamente, el agua del mar que ha provocado la crisis es el mismo agua que se está usando para refrigerar los núcleos: el ingenio del hombre en busca de soluciones. Insisto, un terremoto y una ola que no han conseguido tumbar una central nuclear y con los japoneses luchando dentro por controlar la situación, mientras que políticos de otros países poniendo en entredicho una forma de energía que les ha dado servicio durante décadas.
Total, Kennedy decía que el liderazgo no es simplemente ponerse al frente cuando convenía y afirmaba que el momento de arreglar el tejado es cuando el sol brilla.
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5 comentarios:
¿No será que estamos asistiendo a una constante y cansina ya reedición de los estertores del "fin de la Historia?
Lo digo absolutamente en serio. Y no me refiero a "esos" fenómenos externos que periódicamente se repiten. Me refiero a la regresión interna de las personas, de los individuos. La gente -tengo la percepción- ha ido pa'trás no sólo en su incapacidad para el "amor libre" que propugnaban los hippies, sino en los cada vez más abstractos valores, en saber el sentido de la propia existencia, en valorar hacia dónde vamos en educación, en reconocer el Arte con mayúsculas versus cualquier mierda multicultureta; la gente va pa'trás que escarba en relaciones humanas, en compactar familias, en creer en la amistad auténtica, en la filosofía, en profundizar razonamientos no aparentes ni aparatosos, en progresar con sensatez y armonía con la naturaleza y con su entorno artificial. También ocurre con la porquería de la política: tanta corrupción generalizada es el signo más clarividente del finiquito de la Historia. Creo sinceramente que mi sensación es extrapolable y trasvasable: observo aburrimiento y falta de ideas por doquier, no me lo invento. (La gente ahora se agarra a las "redes sociales" como única balsa de salvación: qué triste y patético.)
El tsunami y la debacle nuclear no son más que manifestaciones externas del gran cataclismo interno que vive el ser humano.
Merkel cerrará durante tres meses las centrales anteriores a 1980.
¿Por qué?
Si lo piensan, cualquier respuesta es absurda.
¿Por qué un líder como Merkel decide tomar esta decisión?
¿Es necesario que un líder actúe tomando decisiones absurdas porque la población tiene miedos absurdos?
¿Necesitan los ciudadanos sentirse arropados por el líder y éste lo sabe y por eso reafirma su liderazgo?
por tres meses, Ms Parsons. Suena a mantenimiento.
Genial Gistau hoy en el mundo: "Si leo un solo artículo más sobre la pequeñez y la fragilidad del hombre ante la furia de la naturaleza, creo que sufriré un coma diabético"
Suena a electoralismo, Mr NRQ.
¿Es que no se hacía un mantenimiento riguroso, puntual y exahustivo?
"las barbas del vecino" Merkel no es un ser reactivo
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