La Santa Compaña es una marcha de ánimas en pena que se hallan en el purgatorio y que, por tanto, corresponden a gentes que no murieron en pecado mortal. En algunas zonas creen, sin embargo, que la Santa Compaña es la comitiva compuesta por todos los antepasados de una persona que se encuentra en trance de muerte. Recorre constantemente los caminos en la noche y presenta ciertas semejanzas con Ankou, que vaga por las noches en las tierras bretonas, envuelto en un sudario, sobre un carro, y de quien dependen las anaon, las almas de los muertos.
A las doce de la noche, o al canto del gallo, las ánimas salen de sus tumbas y comienzan su itinerario. La incorporación es jerárquica ya que suele levantarse en primer lugar quien más tiempo lleva enterrado, o ser el primero el que lleva la cruz, que avisa a su compañero más cercano para continuar el aviso de forma encadenada. La marcha discurre en general en silencio, otras veces acompañada de un sonido de campanillas, otras produciendo una suave brisa y otras, finalmente, entonando letanías y plegarias, al tiempo que marcha envuelta en luces, procedentes de los cirios encendidos que porta cada miembro de la Santa Compaña.
Hay muchas maneras en que los vivos pueden incorporarse a la marcha de ánimas, voluntariamente o no, pero tengan en cuenta que de hacerlo, su compromiso durará eternamente, aunque de eso les hablaré otro día.
Si su curiosidad es tal que son capaces de acercarse a la Santa Compaña una noche entre los bosques gallegos y quien porta la cruz les espeta: "tócache a tí" no la cojan, y marquen rápidamente un círculo -símbolo de perfección y eternidad- en el suelo y a su alrededor, y recen... recen todo lo que sepan.
7 comentarios:
A Gadaffi y a sus modelitos radiactivos debería también llevárselo la Santa Compaña... de la manita de Zetapé, of course
Tasmania. siga por favor con sus hitorias. Acabo de leer su post, pero me tengo que ir y no pondré entrar hasta la noche. Yo contaré aquella otra noche y el porqué de mi miedo y atracción, que tiene todo su origen en unas historias maravillosamente contadas. Como las de Montagu, como las de Poe, como las de mucha gente. Hasta luego.
Y antes de que se me olvide. No deje de leer, si no lo ha hecho ya, el relato de "Noche de difuntos", incluido en el libro de Edith Wharton, "Historias de fantasmas"
Wharton, Henry James, Dickens, Isak Dinesen... ¿Por qué tantos autores del cambio de siglo (pasado), naturalistas y costumbristas, se vieron abocados a escribir -magníficos- relatos de fantasmas y de Lo Sobrenatural...? ¿La entrada en el Siglo de la Ciencia?
Pues apreciada Tasmania, aquella noche de hace ya muchos años, recuerdo quién contó las historias sobre la santa compaña y quiénes estábamos allí, en aquella casa de la maestra de Rales, un pequeño pueblo del concejo de Llanes, que ya no tiene escuela de pequeño que es. La ventana de la cocina y dos dormitorios daban a un prao que podía ser castellano, en el que había y hay, un cementerio que no imponía ningún respeto.
Ninguno de los presentes era gallego, ni siquiera la amiga que nos contó aquellas cosas de la Santa Compaña. No recuerdo el tiempo que estuvimos oyendo aquellas historias, historias que le había contado su pàdre, que tampoco era gallego.
Ya de madrugada, la una o las dos, tres de los presentes nos levantamos para irnos a nuestra casa, alquilada en otro muy pequeño pueblo de Llanes, Balmori. Yo había llevado mi coche, un dos caballos color burdeos, y un matrimonio amigo el suyo, un dyane blanco, que tiempos.
Y aquí se acaba, casi, la historia, que no mi interés. Hice el camino de vuelta sola, unos 10 km, por un camino negrísimo, aunque era agosto y hacía bueno. Y lo hice muy despacio, porque se me metió en la cabeza que si conducía más deprisa, la compañia que llevaba detrás y a la que no me atrevía a mirar por el retrovisor de dentro, me apoyaría la mano en el hombro, con suavidad. Qué miedo pasé, de verdad.
(Por favor, no deje de contarnos qué pasa cuando los vivos se incorporan a la marcha. Pasaré miedo, pero será un miedo prestoso (dedicado a Louella). Y peor que encontrar a un demonio de Tasmania, no va a ser, seguro).
P.S. Cierto, Artanis. Puede ser.
Gracias Olivia.
Por cierto, no se me había ocurrido nunca pensar que alguien me acompaña en el asiento de atrás conduciendo sola y de noche. A partir de ahora quizás experimente ese miedo de mirar por el retrovisor.
Les contaré.
Y luego dicen que si la astrología...
Vamos, que ríete tú de la diferencia entre derechas e izquierdas, sobre todo de cuando querido Emilio hace manitas con Zetapé frente a un cuadro de Tàpies. O de la diferencia entre judíos y cristianos, sin ir más lejos.
O ponte a ver la feria de abril en Madrid, por la uno de TVE, tras el parte de guerra. Y... si lo prefieres, ¡apúntate a la feria de abril de Santa Coloma de Gramanet! Es cuestión de elección, que no de disquisiciones presocráticas, aunque igual-da.
¡¡De cojones, la cosa zarrapastrosa del triundo del iluminado deslustrado!!
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