Cuando aún estábamos pendientes del hundimiento de la modernidad, una nueva realidad asoma exigiendo, como dueña que es del futuro, los esfuerzos de comprensión que dedicábamos a los desvanecimientos del viejo orden. El paradigma que define el presente es la carencia de orden. La malla de relaciones que explicita cualquier ángulo de la realidad es tan, tan compleja, que resulta inaprehensible.
Disuelto entre las cosas, el sujeto posilustrado parece incapaz de articular puntos de vista que tengan consistencia más allá del momento de su elaboración.
Las gafas de ver comienzan a ser más importantes que los objetos vistos.
lunes, 1 de octubre de 2012
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