Es lo que pasa cuando un país da al exterior la imagen de un colador con zurrapa. Que, "a río revuelto, ganancia de pescadores".
La reivindicación marroquí de Ceuta y Melilla, aprovechando que el Monarca español está en el dique seco y nuestro accidental Presidente se mueve haciendo eses como el borracho de “Toby Dammit” (Fellini), era previsible, hasta cierto punto.
Pero en este siglo de la anhelada y más justa llegada de la mujer al poder, que ya ha consumido su primer décimo, las hay a las que no les duele en prendas mostrar una manera genuina y poco convencional de conducirse por los asuntos de Estado.
La Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, no ha tenido empacho en servir de mentora de su compatriota, el magistrado Ocampo, para solidarizarse en la Embajada madrileña con el juez estrella y campeador. Como si de la segunda parte de “El secreto de sus ojos” se tratara, la Presidenta se aproxima a su afligido Ricardo Darín, vilipendiado por las fuerzas del capitalismo, ni más ni menos que para provocar un posible conflicto diplomático, de no ser porque el petrificado Presidente español, también se ha erigido en juez y parte.
La presuntuosa mandataria, que en los prolegómenos de la reunión iberoamericana de europeos, nuevamente se la dio de original para hacer esperar a la concurrencia más de una hora, dijo estar “dolida” por lo que se ha buscado el juez Garzón, compensado ahora, transitoriamente, por su hégira a La Haya. Pero la cosa viene ya de atrás, porque la Kirchner ha reconocido públicamente que suele hablar con el juez socialista, “cada vez que él va a Argentina o yo vengo a España”. Hay que suponer, por tanto, que los asuntos de Estado pierden su sentido de la gravedad, cuando los sentimientos generados por no mirar la paja en el ojo ajeno, están más que justificados.
En un segundo plano –también de curiosa connivencia entre hombre y mujer- hay que situar la presencia estelar de la acreditada feminista Cristina Garaizábal, Presidenta, esta vez, del colectivo Hetaira, durante una nueva intervención en la cadena Cuatro y su plataforma de noticias CNN+. Para mí que –como en el anterior caso con Cristina y Baltasar- , también aquí existe indudable concomitancia, pero entre Cristina y Josemari Calleja, que es quien la entrevista a cada dos por tres. Y no sólo eso: también hay cierto parecido físico entre la defensora de que la prostitución sea un trabajo como otro cualquiera y el periodista del grupo Prisa, tan complaciente él con los mismos que Baltasar.
En la última entrevista que le hizo a Cristina el pasado fin de semana, había otras tres mujeres. Entre ellas la que parecía hasta ahora ostentar el récord imbatible de pronunciar más palabras por minuto: Elisa Beni, la mujer del otro juez estrella. Pero no, Cristina Garaizábal se la comió con papas, ante dos mujeres que estaban de relleno y un Calleja que sólo abría la boca para decir: “bueno, dejemos que Cristina siga con su intervención…”
Y, por supuesto, Cristina, que no desaprovechaba ripio, ahondó en dos de sus conocidos argumentos a favor de que a las “trabajadoras del sexo” se las considere tan dignas en sus puestos de trabajo como a un encofrador por cuenta ajena. Fue Elisa Beni la que se lo puso a huevo. “Bueno, si prostituirse debe ser un trabajo como otro, ¿cómo preparamos a las niñas que quieran dedicarse a ese trabajo?; porque habrá que poner escuelas, dar cursillos y todo eso”, dijo. A lo que le contestó Cristina que “ya se vería, pero debería ser una dedicación como otra cualquiera, con convenio colectivo y derechos laborales”. La de Hetaira no dejaba hablar a las otras tres –con lo difícil que es en el caso de la Beni- mientras el presentador Calleja, no podía disimular su cara de placer ante el “ecuánime” desarrollo que estaba adquiriendo la entrevista. Entonces, la implacable detractora de las medidas suecas contra la prostitución, dejó en medio de la mesa la siguiente cuestión: “Si existen personas que realizan el trabajo digno de limpiar sus partes a ancianos impedidos y otros trabajos de dependencia por el estilo, ¿por qué no va a ser igual de digno el trabajo de una prostituta?" ¡Uf!, momento de respiro: nadie supo contestar a bote pronto -pausa valorativa- no se sabe si, por la perplejidad o por la demencia de la comparativa.
Ya quisieran muchos que “pagar por ver” fuera tan “digno” y pingüe como “pagar por tocar”. Pero prefieren dejarlo en abierto, cuando se lo piensan dos veces, por si acaso hay nuevos clientes que muerdan el anzuelo.
miércoles, 19 de mayo de 2010
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5 comentarios:
un breve comentario, Juante, recién aterrizado y con la lucidez que estas horas puedan darme:
No entiendo actitudes como las de la segunda Cristina intentando normalizar la prostitución y buscando que parezca como una actividad normal. O el progressive está desnortado o yo, en vez de NeoBourgois (se me ocurrió el otro día, ya le contaré) soy PaleoCon, pero no querría ver a una hija mía dedicándose a eso. Y no creo que sea una profesión como otra cualquiera cuando en actitud de amarillismo-social se habla en los telediarios de ucranianas engañadas y medio secuestradas, obligadas a prostituirse para pagar una deuda.
Reduciendo al mercantilismo, si hubiera oferta suficiente, las importaciones masivas no serían necesarias. Me entiende ¿verdad?
Por supuesto que sí, le entiendo perfectamente y estamos plenamente de acuerdo, estimado D. NRQ.
Pero es que traigo esto hoy aquí porque a veces, minusvaloramos las actitudes no tan soterradas de esa multinacional de la sinrazón que anda ahora perdida y encontrando sus argumentos de "izquierda", con la mayoría de medios de desinformación sirviéndole de altavoz.
Es el caso de esa Cristina que -créame- ya me he topado varias veces al hacer zapping. Obviamente no tiene la menor importancia, porque ella y su asociación se descalifican solas. Pero no es menos cierto que hay mucha gente detrás empeñada en dar la matraca con un tema tan aberrante como contranatura. Representa una radicalización extrema y delirante de una manera de entender el mercantilismo humano, como máxima abyección de una izquierda, opuesta totalmente a la izquierda sueca.
Personalmente soy abolicionista total en materia de prostitución, como en Suecia: ni proxenetismo, ni clientes, ni oferta de ningún tipo. Pero como pasa con alguna religión, esta gente convierten en mantra todo lo que les conviene, cuando los verdaderos temas que nos afectan, como la economía y el bienestar, se les escapa de las manos (siempre).
En los medios en general, suelen tener una posición muy cínica con todo lo relacionado con el sexo.
Me parece genial su abolicionismo. Eso, entre otras cosas, haría que la segunda Cristina dejara de cobrar por dar entrevistas
En lo más profundo de mi ser temí que si él abandonaba la habitación yo me moriría. Era una persona tímida con la gente. Aquello duró un año...
Fue la sensación más devastadora jamás experimentada: me sentí en las nubes, ardiente, glacial, feliz , triste, insegura. Sin control. Él era el sol, la luna y las estrellas, no podía hacer mal alguno...
Estuve profundamente enamorada del hombre con el que me casé. Fue una sensación maravillosa y terrible a un tiempo. Lo amé con la esencia misma de mi ser. Él fue todo para mí, mi mejor amigo, mi amante, mi compañero intelectual del alma. Era un hombre sumamente inteligente, lleno de fuego y entusiasmo, radical en sus ideas y muy divertido.
Fue una unión de extremos, nos amamos con pasión y nos odiamos alternativamente. Juntos fuimos dos neuróticos, cada cual descubrió en el otro sus propias carencias.
Mujeres y Amor
Shere Hite
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... Tal vez el enamoramiento sea uno de los medios a nuestra disposicón para conectar con nuestra esencia espiritual y nuestros verdaderos sentimientos.... ya que, al estar enamorados, nos sentimos libres para expresar nuestros pensamientos, vemos nuestras vidas y el mundo con más claridad....
Y por qué me ha dado por aquí, pues, ni p*** idea JuanTe, ni p*** idea....
En el centro de la película de Comedias y Proverbios de Eric Rohmer "Pauline en la playa" hay un diálogo revelador. Dice el maduro Henri al joven Sylvain:
"Te diré algo: ese "desastre" (por la vendedora de caramelos) es de lo más excitante y Marion me agobia. En la vida he querido y me han querido, pero ahora simplemente descanso".
Al margen de esta entrada de hoy, con la que sólo pretendía poner de manifiesto el entreguismo de los medios de comunicación en casos puntuales de simpáticas asociaciones, que luego se convierten en universales por la propia naturaleza de su difusión técnica, creo que el enamoramiento es una filfa. Una enajenación que alimenta a uno de los dos monstruos enzarzados en la contienda (o en la neurosis), de manera taimada y vil. Un desperdicio de dudosa épica.
Por otro lado, psicólogos evolucionistas como Nigel Barber están de acuerdo en que -como para combatir el hurto o la droga- hay que establecer mecanismos correctores de las prácticas sugeridas a bombo y platillo por la segunda Cristina. Y apoyadas descarnadamente por esa política socialista ambigua, relativista y rastrera de promoción de la promiscuidad como nuevo "orden".
Una cosa lleva a la otra, o la otra a la una, no lo sé bien. Menos aún, a estas horas, tras una experiencia mística.
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