
Hoy, la sociedad civil no cuenta y, además, calla. Estamos sometidos al poder de los partidos políticos que nos han tragado, deglutido, y lo que es peor, nos hemos dejado.
Resulta indignante que en temas como el coste dela gasolina o el precio de las telecomunicaciones la sociedad civil trague, calle, asuma. En EEUU, país al que no sin cierto desprecio acusamos de participar poco en elecciones, la participación de la sociedad en los asuntos públicos es mucho más activa y tiene una mayor tradición histórica.
Si un elector llama a su representante y éste no le hace caso tiene un problema serio. Aquí no ocurre nada. Aquí no hay rendición de cuentas y nuestro mecanismo de funcionamiento político no ayuda. Aquí se vota a una lista, en EEUU votas a tu congresista, que trabaja para ti. Las universidades dependen de los políticos de la zona. El congresista se esfuerza por traer dinero, negocios a su distrito, hay una relación directa entre el elector y su representante.
En España los empresarios hacen cola en La Moncloa para pedir ayuda. Aquí, casi todos los negocios dependen directa o indirectamente de los políticos. Es más bien un capitalismo al servicio del gobierno, muy al contrario de lo que ocurre en USA.
El actual Presidente de EEUU, durante su campaña presidencial, renunció a recibir dinero público y se puso a recaudar por sí mismo, millones y millones de dólares, muchos de ellos procedente de pequeñas donaciones de la gente por Internet. Eso es sociedad civil.
¿Se imaginan llamar al diputado electo por su provincia para pedirle que le organice una visita al Congreso? ¿Se imaginan donando 50 euros a la campaña de un político en particular? ¿Se imaginan a Rodríguez Zapatero tomándose una cerveza? Yo no.