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sábado, 19 de febrero de 2011

El futuro que nos invade

Con o sin participación, el futuro nos invade. Pero un futuro no pretendido ni articulado lo que provoca es incertidumbre. La sensación de incertidumbre es el paradigma que enmarca la cultura en los inicios del siglo XXI.

Y es que a la vista del fantástico despliegue técnico deberíamos estar en un amanecer radiante y sin embargo a menudo se siente el crepúsculo. No sabemos si anochece o amanece. Una situación de aurora boreal.

La razón se ha socavado a sí misma y las cargas de sentido que permitían al hombre organizar su vida han bajado de nivel, como los acuíferos, o las reservas biológicas. Ésta es la razón por la que, cuando ya se le daba por enterrado, renace el fenómeno religioso.

Las walkirias cabalgan

2 comentarios:

Jujope dijo...

Perdón, querida Tasmania, por el chiste malo y fácil, pero creo que, en realidad no vivimos una situación de "aurora boreal", sino de "aurora cedenilla".

Y ahora en serio, porque me parece que el tema que tocas es el más serio.

No veo yo que la religión repunte, salvo cierto judaísmo extremista, fundamentalista y cabalísticamente negador del rabino Jesús, así como ciertos movimientos entreverados del Islam. Pero sí creo que se le está dando muy poca importancia a la gran guerra de nuestros (atribulados) días: los nuevos papeles de mujeres y hombres más su difícil encaje, por no decir ya imposible en lo sucesivo. Creo que ese es el nudo gordiano de la cuestión de estos inicios espurios del XXI, por mucho que a los snobs de siempre le suene a música clásica de Juanito Valderrama.

Neo... dijo...

Querida Tasmania.

No creo que el fenómeno religioso este renaciendo. Me refiero a la religión católica.

Las generaciones que vivieron en una sociedad que venía con religión incorporada de serie están haciéndose mayores, y poco a poco, los hijos e hijas de la religiosidad natural que había en el cristianismo, están acudiendo a su llamada con el cielo, el infierno, la reencarnación o el polvo ( en el buen sentido de la palabra).

Las generaciones que vivieron en una sociedad en la que la clase de religión, la catequesis, la boda de blanco, la misa del domingo, etc, formaban parte de sus vidas, están desapareciendo. Y las que vienen tras ellas no han recibido, no solo la educación, ni siquiera han escuchado las palabras Dios, Jesucristo, Adan, Eva, Moises o los evangelistas.
Esta generación no puede volver a renacer al cristianismo, ya que aunque nacieron de él, no vivieron con él.

Incluso el judaismo ha perdido esta transmisión de , llamémosle fé, de padres a hijos.

El Islam es otra cosa. Su enseñanza ha seguido adelante de generación en generación. No es que haya más personas que profesen esta fé, si no que su expansión demográfica es mayor.

Un beso.