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miércoles, 14 de abril de 2010

a vueltas con la Fe y la composisión

Contaban de Bruckner, Bruckner el compositor que hizo una sinfonía 0 porque "no cuenta" y maestro de Mahler, no quería ni oír hablar de ser incinerado porque el día que llegara la resurrección de la carne ser ceniza no le iba a facilitar mucho las cosas. Yo lo cuento con tono jocoso, pero Herr Anton se lo tomaba muy en serio.


Realmente no consideramos que el genio vaya acorde con el raciocinio. No hablo de la razón que tantos perdieron; Baudelaire, Schumann o Pollock, si no cierta coherencia sobre la percepción de las cosas. Locos completos y locos suaves que dan cierto color a sus biografías desde el punto de vista del diletante, pero que, pongámonos en el caso de Bruckner, debe generar una angustia feroz sobre todo cuando ves que no serás dueño de lo que ocurra una vez muerto.


Pero el caso es que ese miedo, esa interpretación estricta de lo que era su religión, católica por otra parte, le llevó a escribir más de una decena de composiciones mayores con marcado carácter religioso en una época en la que el cardenal de Salzburgo ya no debía tener tanto poder. El arte por causa de la Fe o el arte al servicio de la Religión.


Francamente, no creo que algo así sea menos válido porque lo escribiera un devoto.


Ultimamente se busca desvirtuar no a la obra ni al autor, sino compadecer al autor porque se vio sometido a una tiranía eclesial (generalmente cristiana, claro, si no no tendría sentido la protesta) que condicionaba su creación. Yo creo que si Dante hablaba de Beatriz por amor, una misa como la que trajo Mr Gatito el lunes o las Pasiones de Bach no pudieron ser escritas sin un componente fuerte de trascendencia religiosa.

19 comentarios:

Tasmania dijo...

Y quién, sino Dios, mi estimado Nrq, nos permite sueños a los que nos eleva la música...

...El estruendo que sentía en los oídos dio paso a melodías reverberantes e ingenuas; percibí los temblores de la tierra, álamos y abedules cubiertos por brumas espectrales, que se inclinaban graciosos con la caricia de brisas fragantes.

Imperceptiblemente los vapores se disipan. Voy caminando pesadamente por un bosque misterioso poblado de monos chillones y aves de plumaje tropical. Llevo un carcaj con flecahs a la cintura y al hombro un arco de oro....

Solo la fuerza espiritual de una composición (Bach, Chopin...) puede iluminar un camino como ese.

Sursum corda! dijo...

Tasmania:

"Y quién, sino Dios...?"

Pues Polonia, como en el caso de Chopin, el amor por Clara Schumann en el de Brahms (aquí me permito ser más lírico que histórico), el orgullo en el de Wagner, el dinero en caso de muchos otros autores, la locura en el de otros más.

Es absurdo menospreciar a Wagner por sus opiniones antisemitas. Sus melodías infinitas en constante modulación, sus temas directores, sus armonías son valores en sí mismos, aunque Richard Wagner fuera un ególatra sinvergüenza (vease casos de Cósima Liszt y Hans von Bülow, o matrimonio Wesendonck o Luis de Baviera). Pero sería igualmente absurdo alabar su antisemitismo y su egolatría sinvergüenza por la calidad de su musica.

Del mismo modo, la fe de J S Bach ni mejora ni empeora la calidad de la música de este compositor, ni esta calidad puede servir de apoyo para la validez de sus creencias.

Hay un tópico de la ética de Aristóteles: el hombre actúa por un fin. Es un sufrimiento irresistible casi siempre el de saber que nuestro trabajo o nuestros cuidados se van a ver reducidos a polvo y por eso desearíamos la inmortalidad, el recuerdo de nuestros seres queridos y conciudadanos, una estatuita pequeñita o una placa en nuestra casa natal. Por eso, la vida de un artista, como la de cualquier ser humano, puede ser más activa y fructífera si piensa que trabaja por un fin y que éste es de los mejores.

J S Bach tuvo que vérselas con gentes que no entendían ni apreciaban su música. Sus Conciertos para el Margrave de Brandemburgo acumularon polvo en las estanterías porque parece que nadie los hizo caso. En Leipzig le reprochaban que sus preludios para los corales eran largos y modulaban tanto que los feligreses no podían cantar la melodía. Sus propios hijos le tachaban de pasado de moda, "la vieja peluca" y nunca tuvo éxitos de público tan sonados como los de Telemann o Haendel. Las pasiones de Telemann se representaron más veces que las de Bach y vendió la suscripción al Der Getreue Musick Meister a los músicos de media Europa (Haendel plagia temas de Telemann en un par de sus obras). Pero Bach creía que trabajaba para algo valioso y llenó nuestra vida de obras irreemplazables.

Sin embargo, lo que nos queda de valioso de Bach es su música. La misma fe era la de otros que no han dejado una obra valiosa para la posteridad y grandes obras han tenido un estímulo patriótico o vanidoso. Conviene desvincular la calidad de la obra de las motivaciones del artista en todas las direcciones posibles: para alabar la obra por los motivos, despreciar la obra por los motivos, alabar los motivos por la obra o menospreciar lo motivos por la obra. Y conviene porque nos llevaría a muchos errores no hacerlo. Es propio de las actitudes sectarias alabar a los artistas "de la propia cuerda" como medio de dar repercusión a sus ideas. Pero los artistas así usados son usados después de todo y olvidados cuando no son útiles. ¿Quién recuerda hoy a José Bergamín o a Rafael Alberti tras el auténtico latazo que nos dieron en nuestra juventud con sus obritas de izquierdas?

churruca dijo...

Coincido con don Sursum en que la obra de arte tiene vida por sí misma con independencia de las motivaciones del artista. El objeto fundamental del arte es la belleza. Lo demás son zarandajas. El artista pone el foco de su talento en algo y extrae de ese algo belleza. Ese es su trabajo.

Lo que caracteriza la música, y quizá la de JS Bach en grado superlativo, es su carácter puramente abstracto. No hace referencia a ninguna experiencia sensorial de la naturaleza, o rara vez; y si lo hace nos la devuelve convertida en algo que resulta totalmente antinatural: sonidos ordenados. El autor se dirige directamente a nuestro cerebro, prácticamente sin pasar por nosotros, en un lenguaje que sólo podemos interpretar emocionalmente.

De tal modo que si toda obra de arte, por figurativa que sea, admite ser contemplada haciendo abstracción de la motivación del artista o del motivo de la obra, en el caso de la música no hay necesidad de hacer tal cosa porque no hay otro modo de percibir su belleza que desde la motivación del que la escucha. Y esta, a su vez, está influida por sus diferentes estados de ánimo. Como diría Heráclito, uno nunca escucha dos veces la misma música: hoy me provoca emociones espirituales, que mañana pueden ser carnales.

Nrq dijo...

soy un gran admirador de Pollock, de de Kooning... y no sé si a alguno de ustedes les ha pasado, pero cada día tolero menos a los visitantes de museos que ante este tipo de pintura sólo ven cataratas, lluvias o cielos

Sursum corda! dijo...

churruca:

Casi totalmente de acuerdo en lo que dice, pero voy a hacer una salvedad. En la música y en la barroca en particular hay una retórica que podemos conocer.

Tome por ejemplo de JS Bach la cantata Weinen, klagen, sorgen, zagen con sus cromatismos, o cómo se DISPERSAN las voces del coro en el Dispersit superbos del Magnificat y demás ejemplos que no creo necesario detallar. Lo bueno es que en los dos aspectos se la disfruta: si usted oye la música sin saber lo que dice la va a disfrutar, pero si ADEMAS conoce los recursos musicales que emplea, la disfruta más.

Otro ejemplo: en la Pasión según S Mateo los falsos testigos declaran contra Jesús, pero lo que dicen lo cantan en canon, imitándose uno a otro estrictamente como si todo estuviera preparado de antemano. Hay muchos ejemplos en las obras religiosas.

Un saludo.

Sursum corda! dijo...

La belleza es la forma de lo que provoca nuestro disfrute. No es algo en la cosa sino lago que provoca en nosotros una reacción. El fuego puede estar caliente pero provoca dolor y el dolor no está en el fuego sino en nuestra mano quemada. La obra puede tener estructura, color, cualquier cosa, pero provoca en nosotros la sensación de belleza no porque la belleza esté en la obra sino porque somos nosotros capaces de sentirla.

Por eso la misma obra a algunos nos dice algo y a otros nada.

Pero la belleza no es la representación. Creo que es de Kant lo de que la obra bella no es la representación de la cosa bella sino la representación bella de la cosa. En los docus de "cómo se hizo" vemos la misma escena del cine desde otro enfoque, sin montar y sin música y ni la acción es acción ni nada es igual que en el cine.

Así que algo no es bello porque represente algo bello pues ¿no son bellos los montes o el mar? ¿Y qué representan los montes o el mar?

En la obra abstracta uno puede encontrar -o no encontrar- belleza sin que se trate de representaciones, como la encuentra en un tejido estampado o en los colores de las nubes al atardecer.

Lo que pasa es que yo no veo nada bello en un cuadro de Pollock o de de Kooning que no esté en el trapo de los pinceles de un pintor. Espero no ofender, pero y no encuentro admirable eso. Ni el cuadrado negro de Malevich ni en los montajes de herrero loco de Serra.

Louella Parsons dijo...

Sursum Corda!:

Sólo voy a hacer un breve comentario sobre Wagner que he recordado al leer en tu primer post:

Sus melodías infinitas en constante modulación, sus temas directores, sus armonías son valores en sí mismos....


Stravinsky odiaba la música de Wagner. Decía que Madame Butterfly tenía más inspiración que toda la familia de los nibelungos vociferando juntos.

El rigor temporal de Stravinsky chocaba con la "melodía infinita" de Wagner (no sé quién calificó así su música) y Stravinsky decía que no sabía si era infinita porque ésta nunca terminaba o porque nunca tuvo razón alguna para comenzar.

Estas ideas las publicó Stravinsky en una memorable obra suya titulada "Poética musical" donde está recogido todo su pensamiento estético musical, y que recomiendo absolutamente.

churruca dijo...

Acepto encantado su salvedad, D. Sursum. Tiene usted más razón que un santo. Pero, si le digo la verdad, a mí lo que me fascina, más aún que los grandes Oratorios o, en general, la música compuesta para acompañar actos litúrgicos o representaciones del Evangelio, que ya es decir, son esas pequeñas piezas –es un decir- sin motivación conocida.

Tengo entre oreja y oreja hace ya tiempo el Preludio, Fuga y Alegro (BWV 998). Una pieza breve -10 min- compuesta por JC Bach originalmente para laud, que he encontrado interpretada a la guitarra y a la clave. Me tiene anonadado. Cada día que pasa le encuentro un matiz nuevo y más apabullantemente hermoso. Y es una melodía muy simple. Bueno, simple…, ejem. Usted ya me entiende. Una de esas melodías “sencillitas” tras las que se esconde una construcción sólida como una roca, en las que resulta imposible introducir ningún cambio que no sea para peor. Una bagatela.

Y, sinceramente, creo que podría pasarme toda la vida intentando averiguar en qué puso el foco el bueno de JS sin llegar a averiguarlo. Ni falta que hace.

Sursum corda! dijo...

Louella:

Cuánto placer encontrarla por aquí.

Stravinsky odiaba muchas cosas de esa manera. Por ejemplo, dijo que Vivaldi no había escrito 400 conciertos sino 400 veces el mismo concierto. Sin embargo le gustaba Pergolesi y orquestó varios temas de este autor en su suite Pulcinella.

Es verdad que muchos conciertos de Vivaldi son casi calcos unos de otros, pero hay verdaderas maravillas entre ellos y que seguro usted conocerá.

De Wagner, lo mismo. Seguro que no se podría decir tal tontería del coro de peregrinos de Tannhäuser, del comienzo de Tristán e Isolda, de la Muerte de Sigfrido. Stravinski hizo lo que le gustaba y a mí no todo Stravinski me parece igual de interesante, no es lo mismo el Pájaro de fuego que muchas de sus otras obras.

Un saludo.

Sursum corda! dijo...

¿¿¿???

NO ha entrado mi comentario.

Venga, versión breve.

Louella, placer de verla STOP.

Wagner tiene el coro de peregrinos de Tannhäuser o la Muerte de Sigfrido o el comienso de Tristán e Isolda que son para tapar la boca de Stravinski. STOP

Pero Stravinski debía saber que lo que a él le parecería una maravilla en La consagración de la Primavera fue pateado por músicos el día de su estreno. También Chaikovski decía que Brahms era malo y en general la gente habla mucho más que lo necesario.

Un saludo y seguro que usted disfruta con Wagner, con Stravinski o con Brahms.

Sursum corda! dijo...

Louella:

No puede quejarse, ahora tiene dos repuestas en vez de una.

Sursum corda! dijo...

Churruca:

Lo bueno de Bach es que para recomendarle que oiga algo genial me basta casi decirle que cualquiera de sus obras.

Debe usted oír las partitas para clave, las toccatas para clave, las sonatas para violín y clave obligado, todo el Clave bien temperado que pueda, las suites para violoncello.

Las grandes obras contrapuntísticas dan idea de un Bach complejo e intrincado pero lo genial es que puede usar la mayor complejidad sin que se note, pues lo que oímos es una bellísima melodía.

Por ejemplo, las variaciones Goldberg. Comienza con una Aria y sobre la misma estructura armónica va consruyendo variaciones en als que la tercera de cada tres es un canon a intervalos crecientes.

Permita la nota erudita. Un canon es una pieza a varias voces en la que la melodía que enuncia la primera en entrar es imitada estrictamente por las demás bien en el mismo tono o transportado a un intervalo determinado, o con los intervalos invertidos (cabeza abajo) o con la melodía en retrogradación (de atrás hacia adelante) con con todo eso combinado. La dificultad de componer un canon y que suene melodioso es algo que cualquier músico le asegurará.

Pues nada, escuche las variaciones Goldberg, primero el Aria y luego fíjese en la tercera de cada tres variaciones.

Pero Bach hace también prodigio sólo con una linea melódica. Las suites para cello o las sonatas y partitas para violín solo son eso, sólo para un instrumento que puede tocar una melodía y ocasionalmente un acorde. Y el resultado es admirable. Pruébelo.

Louella Parsons dijo...

Por supuesto Sursum que disfruto mucho con algunas composiciones de Wagner (de Tannhäuser destacaría la impresionante aria "Dich, teure Halle") pero reconozco que me dormiría en muchas de sus óperas.

Sursum corda! dijo...

"...que me dormiría en muchas de sus óperas."

Menos si entra la sección de viento ampliada con tubas Wagner.

Una ópera de Wagner es para verla en DVD a ratos porque en directo y con entreactos se hace infinita. Y aquí está lo malo de la melodía infinita: no hay sitio donde cortar, en la Tetralogía no.

Y tampoco es oro todo lo que reluce. Me ha resultado bastante incomestible Parsifal.

Sursum corda! dijo...

De todos modos, Louella, si puede ir a ver La Valkiria, pida butacas delanteras porque es como cuando daban Terremoto con altavoces bajo los asientos en el Astoria en Campuzano. ¿Se acuerda?

Nada de mariconadas como Apocalypse now. Una orquesta con buenos efectivos y escuche. La vi en el Euskalduna y me quedé impresionado, y con una valkiria Nadine Secunde que no diré que tapaba a la orquesta pero que sonaba perfectamente contra ni sé los trombones.

Louella Parsons dijo...

Algunos biógrafos y estudiosos de la personalidad de Beethoven afirman que el hecho de que el músico se convirtiera en alcohólico debe ser tenido en cuenta a la hora de considerar su carrera creativa.

Siempre han existido teorías sobre cómo un artista crea en medio de su frustración incluso se llega a afirmar que sólo desde el sufrimiento, la desesperación o desde la inadaptación puede nacer una obra de arte.

Lo que sí parece evidente, según explicaba el crítico musical Xoan M. Carreira en un estudio sobre las sinfonías de Beethoven, es que la música constituyó un elemento de equilibrio en la vida desordenada del músico y, de hecho, parece demostrado que sus pensamientos de suicidio se disiparon durante la etapa más creativa de su carrera.

Lo que no se sabe es hasta qué punto la sordera del genio alemán afectó a su potencial creador puesto que si no sabemos muy bien de qué modo se percibe la música en condiciones normales, menos sabremos qué disposición o mecanismo tiene nuestra mente para la producción musical y, en este caso, cómo la condicionaría la sordera.

Si la creatividad se fundamenta en aspectos subjetivos o está influenciada por ellos y no por aspectos técnicos, la sordera en principio, no tuvo por qué condicionar o limitar el proceso creativo de Beethoven.

Louella Parsons dijo...

Se me ha olvidado comentar que el Adagio de la Novena de Beethoven es para mi uno de los momentos musicales más sublimes que existen.

Nrq dijo...

Ms Parsons;

los 4 primeros segundos el 2º movimiento... espero que no se pierdan nunca

churruca dijo...

Coincido con usted Doña Louella. El adagio dela 9ª es de una belleza paralizante. Huelga decir que toda la 9ª es sublime, pero ese adagio es para mí gusto lo más hermoso de toda la obra. Ocurre que el Himno a la Alegría ha arrasado con todo lo demás. Un poco lo que le ocurre también a la 5ª, cuyo primer movimiento es casi omnipresente y que sin embargo tiene en mi opinión en el allegro final el momento cumbre. Todavía recuerdo una interpretación de la Staatskapelle de Dresde, hace ya muchos años, no recuerdo quien dirigía, que me dejó una huella imborrable. Cuando llegué a casa aún me temblaban las rodillas.