Sin embargo, no sería justo para estas palabras que nos quedásemos en su signifcado plano. Todo es relativo. La propia paradoja de los gemelos de Einstein es un experimento mental que analiza la distinta percepción del tiempo entre dos observadores con diferentes estados de movimiento.
Vamos, que la medida del tiempo no es absoluta. En la teoría de la relatividad, las medidas de tiempo y espacio son relativas puesto que dependen del estado de movimiento del observador. En ese contexto es en el que se plantea la paradoja.
Por lo tanto, la bondad o no de la previsibilidad dependerá también de las circunstancias. Un ejemplo. Ser previsible en el caso de que tu hijo barrunte sobre abandonar sus estudios es lo más cabal del mundo. Ser previsible cuando abordas la respuesta a una pregunta difícil o ingeniosa es aburrido.
Ser previsible al decidir actuar ante una profunda crisis económica, institucional, moral, política... es acertado. Bueno, depende una vez más de otro factor ¿Quién toma las decisiones?
¿Lo ves N? no debí meterme en este jardín. Todo es relativo. También la curiosidad. Si ésta, como se dice, es la madre de la ciencia ¿No podría ser también la madre del fracaso? ¿La madre de la pérdida de tiempo? Observar, por curioso, los hechos que suceden a tu alrededor no implica, necesariamente, que aprendas, que aprehendas... ésto dependerá de tu capacidad y verdadero deseo de aprehender y aprender.
En todo caso, N, y aún a pesar de todos los peros, prefiero aquello que es imprevisible y curioso.
No pensaba hablate de esto y sin embargo lo he hecho. Imprevisible. Curioso.
Pero voy a dejar un cabo suelto...
Supongamos que un ser, universalmente reconocido como superior a nosotros en todos los sentidos, decidiera dirigirse al mundo de este modo: "¡Deteneos donde estáis, oh, hombres y prestad atención!"
Supongamos que en todos los puntos de este globo los miles de millones que componen la humanidad interrumpieran efectivamente lo que estuviesen haciendo y escucharan. Aun cuando ese ser semejante a un dios no dijera nada más que lo que acabo de poner en sus labios, ¿qué efectos supones que causaría? ¿Se ha parado alguna vez el mundo entero a escuchar al unísono palabras sabias?
Imagina un silencio drástico y total, todos los oídos aguzados para captar las palabras. ¿Sería necesario pronunciar las palabras? ¿Puedes imaginar que cada cual, en el silencio de su corazón, proporcionaría por sí solo la respuesta?
Una respuesta imprevisible y curiosa. Única para cada uno de esos millones de seres.
2 comentarios:
Buenos días T (ahora nuestros nombres ya están al nivel de James Bond);
Tu entrada de hoy me ha recordado dos cosas; una lo que me decía un profesor de estrategia empresarial y era que un buen directivo ha de ser razonablemente previsible. Un decisor impredecible no transmite la sensación de certeza respecto a cuál es el objetivo corporativo. No estoy diciendo que un presidente de una compañía de coches nunca diversifique en motos, sino que sus equipo debe saber qué estrategia deben plantear si estudian la diversificación, porque los criterios del jefe para estimar viabilidad o no, son claros.
Si voy al lado de alguien, prefiero que ese alguien sea consecuente, conocer su respuestas y poder discutir en privado las diferencias (a sabiendas de que van a surgir) que ir con una persona que en cada reunión va a ser un mundo por descubrir. Los espartanos sabían que Leónidas estaba dispuesto a morir por Esparta y Eisenhower devolvió el mando a Patton porque sabía hasta dónde podía llegar. Sus métodos podían ser más o menos ortodoxos, pero sus estrategias se estudian en los libros como parte de la formación militar.
Por otro lado en "la guía del autoestopista galactico" un planeta acude a un oráculo para conocer la "respuesta a la preguinta definitiva sobre la vida, el universo y todo" y el oráculo responde 42. La gente no entiende y preguntan "42 qué" y el oráculo responde que lo que no conoce todavía es cuál es la pregunta. Tenemos 200.000 cosas que atraen la atención a diario, de hecho esa atención se mide en estudios de mercado, audiencias, cuotas, segmentaciones… y la oferta es tan grande que la fidelidad se reduce. A lo mejor es el signo de los tiempos que nos ha tocado vivir; si en los 40 el mundo aprendió a valorar la vida tras una guerra mundial con resultados por todos conocidos, los 50 fueron un despertar, los 60 y 70 era el todo vale, los 80 y 90 la economía y las finanzas mandan… todavía andamos valorando qué nos está tocando vivir, pero creo que un muy buen momento para que nos planteemos nuestras lealtades y sepamos qué preguntas estamos dispuestos a contestar con qué y cuánto va a variar nuestra respuesta dependiendo de t (en homenaje a la física clásica. Si fuera T, ya sería en homenaje a Taz)
Lo previsible frente a la curiosidad. El aburrimiento frente al conocimiento. Tal como lo expone Ud., querida Tasmania, parece fácil elegir, o mostrar una inclinación personal casi instintiva. O incluso políticamente correcta.
Y sin embargo, nada más erróneo que quedarse en el significado plano de estas palabras, como bien dice Ud. La frase “todo es relativo” a veces se toma como una falta de compromiso y de elección personales, pero en realidad, es apropiada aquí. Hay cabida para todo, y cada materia tiene (o debe tener) base en uno de los dos pilares citados.
Previsible. Lo previsible da seguridad. Serenidad. Nada más necesario en la economía de un país (ejemplo de plena actualidad) o en la educación de un hijo (sobre todo cuando son pequeños). Conocer cómo funcionan las cosas, dónde están los límites, cuál es el alcance de las actuaciones (propias o ajenas). En definitiva, comprender el funcionamiento y el impacto.
Curiosidad. Nada crece sin explorar. Sin ir un poco más allá del límite establecido. Sin pensar las cosas de manera diferente. ¿Se acuerdan Uds. de Edison? El gran inventor fue muy criticado en su tiempo, particularmente durante la época de sus trabajos en la que sería la futura bombilla. “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla” fue su respuesta triunfante y feliz cuando, finalmente, pasados ya los 1000 intentos (literalmente), descubrió que la clave estaba en el tungsteno. La ciencia está hecha de muchos fracasos, de muchas pérdidas de tiempo… y de algunos momentos de luz, que son lo que nos hace avanzar. “No surrender”, dijo Ud. hablando de Churchill. “Constancia”, comentaba D. Nrq al hilo de las investigaciones que condujeron al Watergate. Por dejarles con otra cita de Edison, “El genio es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración.”
Un silencio atronador, Doña Tasmania. Al fin aprendí lo que es un oxímoron.
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