Hace unos días se devanaban los sesos los de la tertulia de Intereconomía (¿para cuándo el cambio de nombre y logo de una cabecera tan vetusta?), sobre por qué la derecha ha abjurado y abdicado de la Cultura con mayúsculas, en detrimento de todos los desmanes y despropósitos que la izquierda comete en su nombre.
Todos estuvieron de acuerdo en reconocer que la batalla de las formas ya está perdida. La estética "neohippy" ha triunfado y se ha impuesto con fuerza, no sólo en los Grandes Almacenes, porque lo dicte la moda, sino en la calle.
Un conocido, realizador de TVE, me comentaba no hace mucho que "ahora todo se hace por ráfagas, para dar sensación de dinamismo y modernidad". Hablamos del programa de libros de la "2", con una estética muy distante de aquella de antaño en que Dragó y Sotillos -tanto monta- dialogaban con el invitado de turno en formato "loco de la colina", pero sin la perspicacia minimalista de Jesús Quintero.
El nuevo engendro icónico para transmitir la idea de libro se intitula "Página 2" -muy ocurrente, ji, ji- y está presentado por un seguidor del Barça -como no podría ser de otra manera en estos tiempos de peloteo obligado- que es Óscar López. En una de esas fugaces ráfagas de este fragmentado tiempo disperso que nos ha tocado vivir frente a la pantalla plana -¡el juego que da el adjetivo es pequeño!- pude observar a Antonio Tabucchi, el autor italiano de "Sostiene Pereira..." en medio de una amplia nave desangelada y con la cámara tomando erráticos planos generales del antitético ambiente, quizás para procurar que los espectadores no recalaran en semejante discurso tan "coñazo" y soporífero, en beneficio de ese dinamismo tan "guay" y psicodélico que, según mi viejo amigo, persiguen ahora los directivos del Ente que decide por nosotros hasta el resultado de las elecciones.
Lo curioso es que el resto de emisoras televisivas han hecho el hueco o la ola a la que sigue siendo la más vista, según el Estudio General de Medios. Me sometí el pasado domingo a la contemplación de un telediario de Tele Cinco, a ver si veía y oía algo distinto. Pues sí, pero se trataba de cosas aparatosas de agencias -lo que ningún periodista de redacción quiere- todo amorfo, apático y neutro, para no hacer sombra a la Uno, es decir, a la "única" que parte el bacalao.
Y es ahí donde lamentablemente ha patinado la derecha: en la estética, ya que, si algo de ética colectiva queda, desde luego no está en ningún dial ni lugar, por recóndito que sea, de esa izquierda que cada día se reinventa.
El "look" de izquierdas se ha impuesto masivamente de forma entreverada, paulatina y altamente eficaz. De manera que no deja margen a la derecha más que para la emulación chusca o para crear una alternativa seductora que, por el momento, brilla por su ausencia. No nos referimos a no saber salir al paso, como que Alicia hable en catalán donde no debería, para no seguir con el mal ejemplo, o que en Valencia existan tres vicepresidencias, para que el Virrey andaluz Chaves tenga en bandeja la desautorización de su autoliquidación.
Hablamos, por poner otro ejemplo más contundente, de las actuales campañas cruzadas de Tráfico y de las Fuerzas Armadas. Entre las muchas cuñas de la primera, dice una voz femenina aniñada: "El que no respete el aparcamiento para minusválidos se merece que lo sancionen, por insolidario." Es como las campañas de Ikea, sobre todo la de "Ikea + tú". Juegan los izquierdosos a la desigualdad de género para simular falsas ventajas de algo que venden como novedad (dinamismo) constante, pero que es futilidad y levedad permanente, más que inventada. Nadie suele aparcar en sitios para minusválidos, pero maquillar una subida de cuantías en las multas con la palabra "insolidario" asociada a "minusválidos", cuando encima te lo dice una chica, de forma tajantemente impositiva, pero "cariñosamente sugestiva" (se merece), es más de lo que nos gustaría oír en un rato de charla agradable con nuestras novias o esposas, para tranquilizar las conciencias y para satisfacer el morbo de que los malos son siempre los otros. Luego, a continuación, una voz masculina -la del representante cincuentón de Rubalcaba- rubrica la propaganda, haciéndonos creer que el papá de la moza también mira por nosotros, desde un cambio que no cambia nada, pero que es la verdadera especialidad de la casa o cosa socialista.
Ya no sólo acabar los telediarios con artistas de rock que no los han oído ni en su casa, ni promocionar en los libros de texto los piercings y tatuajes. La izquierda -que carece de toda ética- sabe vender sus productos como si fueran latas de mierda de Piero Manzoni, y a precio de oro. La derecha, sin embargo, ya no tiene tiempo ni de aprender a hacerlo para meter cuña. Y no puede vivir siempre de su renta de oyentes de la radio convencional: tendrá que ingeniárselas para darle la vuelta a esa tortilla, o estará perdida por muchos años.
jueves, 27 de mayo de 2010
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5 comentarios:
A bote pronto, Mr Juante;
le izquierda y el activismo cultural son elementos simbióticos; cada uno promociona al otro en los entornos en los que uno de ellos es fuerte.
El problema de la derecha es que vive acomplejada y no sabe reclamar su espacio cultural, cuando el alineamiento con los activistas culturales es algo que deberían tener muy superado. La cultura ha de promocionarse y favorecerse igual que las empresas, que por algo hay un mercado del arte.
El progresismo utiliza la cultura como arma arrojadiza, pero el panorama aquí en España es muy triste por intervencionista y subvencionista, lo que aniquila la evolución.
Si nos fijamos dónde "ocurre" la cultura son ciudades como NY, Londres y Berlín dónde la actividad cultural es orgánica; crece porque se favorece el mercado. Pero aquí prima la pose y no el trabajo.
¿De quién es la cultura? ¿De quién es el mercado? ¿A quién pertenece el viento? ¿De qué color son las nubes?
La izquierda se adueña de todo lo que debería actuar en libertad... de todo aquello cuyo auténtico valor está en su libertad de movimientos...
Y cretinos son aquellos que se dejan gobernar por un plato de lentejas.
Estoy absolutamente de acuerdo, queridos compañeros Nrq y Tasmania.
La izquierda es perfectamente consciente de ese desnivel que inclina la balanza a su favor y lo explota cuidando todos los detalles, no dejando nada al azar. Es la asignatura pendiente de una derecha que vive acomplejada por sus propios espantajos. Sin embargo, hay una gran cultura de gentes de derechas, que no saben venderse, permaneciendo oculta o marginal. A la larga, muchas obras de derechas se imponen, sobre todo en el campo de la Música y la Literatura, pero no sin soportar una presión extraordinaria de la intervencionista izquierda.
Se está viendo con la reivindicación de Lorca, subsumido por la izquierda como icono, cuando el propio autor no tenía complejos en codearse con gentes de derechas.
Donde encuentro fundamentalmente el problema es en la apariencia estética de todo lo vinculado a la izquierda. Cierto es que las Facultades de Ciencias de la Comunicación están atiborradas de gente de izquierdas, por lo que cualquier campaña en radio, televisión o prensa, se hace proclive de forma natural a esa posición. Luego, "canta la gallina" cuando se contrapone una campaña de gente de derechas. Eso se ve muy bien antes de las elecciones, en el youtube, en la radio, etc.
Se puede ser muy, muy católico y ser Bono (el cantante) y se puede ser (aparentemente) muy católico y ser Bono (el pillapisos sociolisto). Si sólo ese matiz de estética (dejemos la ética a un lado por un momento) entre ambos Bonos le fuera inculcado a la derecha española, otro gallo cantaría. Creo que ahí tienen mucho campo por arar.
En ciencias sociales y de la comunicación de la Universidad de Vigo la liamos parda el otro día un colega y yo.
Sin embargo, he de decir que algunas intervenciones fueron... sugerentes. Hubo alumnos que se mostraron inteligentes, críticos incluso... que ya es mucho.
Después, en la sala de profesores.. ahí si que hubo leches (dialécticas, of course)
Ajá, muy interesante, Tasmania.
Desde mi punto de vista, estética y ética van más separadas que nunca. Ahí radica el éxito de la izquierda.
Éxito (en cuanto a votos), porque la estética se rige por otros parámetros, relacionados con las modas (impuestas por empresas que, a lo mejor, tienen filosofías muy de derechas), las conveniencias de adaptación al medio, la expresión desenvuelta, la comunicación entre personas o la eficacia de transmisión de mensajes culturales o mediáticos.
Desde mi punto de vista, la derecha no debe dar la sensación de haberse quedado anquilosada en su estética, como si se tratara de una procesión de la Virgen del Rocío. Es ahí donde debe ganar por la mano a la izquierda, no emulando, sino incluso mejorando la propuesta estética de la izquierda, lo que no es muy difícil. Y, una vez conseguido ese equilibrio de cosas, plantar cara en la ética, que es lo que la izquierda tiene perdida de antemano.
Es decir, simplemente con transmitir a la gente el mensaje de que la izquierda es hipócrita por antonomasia, mientras la derecha "va por derecho", sin engañar, pretendiendo lo que pregona, ya ganaría la opción de derechas, de todas todas.
Ahora bien: lo que no se puede hacer es transmitir a la sociedad la idea "auténtica" de que la derecha no quiere impuestos, cuando resulta que hay todo un Gallardón, que empeña a Madrid hasta las cejas (nunca mejor dicho.) Eso lo percibe la gente como terrible disonancia que, al unirla a cierta estética "casposa", de traje de Cortefiel demodé, termina por arruinar el proyecto de derechas a medio y largo plazo.
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