No sé si se acuerdan cuando al principio de todo el tema de la bitácora de esta Zodiac hablé de los lobbies y de cómo un sistema que los admitiera era un sistema que, aún sabiendo que puede generar sus vicios y tener sus defectos, podía exigir más a la clase política… que se puede, en serio. De acuerdo que ellos no lo saben. Y si lo saben no lo dicen, pero se puede. Y sobre todo, se debería hacer algo.
Miren; érase una vez un país fundado en 1776 a partir de la sublevación de unas colonias pertenecientes a uno de los imperios más extensos e influyentes que se han conocido. Un país que recogió su carta magna en cuatro páginas de papel escritas a mano y que a partir de ahí ha ido modelando una legislación a base de enmiendas a esa Constitución y de leyes. Bueno, pues este país tiene dos cámaras legislativas agrupadas bajo la figura del Congreso; La Cámara de Representantes y el Senado. Lá Cámara son 435 congresistas y el Senado lo conforman 100 Senadores.
En el Senado cada estado aporta 2 senadores y no son elegidos todos al mismo tiempo, sino que se dividen en tres grupos de elección llamados Clases. Cada clase agrupa a 1/3 de los senadores y una clase no tiene por qué incluir a los dos Senadores de un estado. El mandato del Senador es por 6 años y la diferencia de elección entre una clase y la siguiente es de dos.
En el Congreso son 435 representantes con mandatos de dos años, también divididos en clases y elegidos por distritos de constituyentes que agrupen un cierto número de votantes. Por ejemplo, mientras el congresista John Boehner es el representante elegido por el 8º distrito de Ohio que incluye Hamilton, Middletown, Huber Heights, Eaton, Greenville, Piqua, Troy, y partes de Dayton, Riverside, y de la Base aérea Wright Patterson, Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara, es la representante del 8º distrito de California que es San Francisco menos una parte del suroeste de la ciudad que pertenecen al 12. Creo que cogen la idea. El Representante se debe a su partido, sí, pero se debe también a sus constituyentes, de tal manera que si sus decisiones van a favor del partido, pero no a favor de su estado / distrito, puede poner en riesgo su reelección.
Ambas cámaras se dividen en grupos llamados la mayoría y la minoría, por cada partido que agrupe la mayor o la menor parte de los asientos de la cámara, y a la vez en Caucus que son, por encima, formas de agrupar a los diputados por tendencias, ideologías, intereses, etc. Esto ya es pelo más complicado, pero es importante retener el término.
Con este panorama merece la pena añadir un par de cosas más; no hay disciplina de voto y las elecciones, como todas en este país, son a ganador o perdedor. Si yo consigo el 46% de los votos y mi contrincante el 38, yo gano y mi contrincante no puede pactar con nadie del Partido de los Granjeros Asociados para quitarme el sitio.
Esta idea se reparte a lo largo del país en Congresos estatales, elecciones a gobernador, etc
No sé si lo van viendo…
Este sistema, importado en España, evitaría que al ciudadano le cuelen en la Carrera de San Jerónimo a 350 diputados elegidos a ciegas porque el partido los ha puesto en una papeleta, con lo que si el cabeza de lista es a quién yo prefiero votar, de acuerdo, pero con él me llevo de regalo a tantos desconocidos como el recuento de votos permita meter en comparsa. Evitaría que la elección de un alcalde, o de un presidente de comunidad autónoma o del propio Presidente del Gobierno tras el recuento se tomara en la calle Ferraz o en Génova o, lo que ya suena fatal, por teléfono. La ausencia de disciplina de partido en el voto impediría que las leyes se aprobaran pactando tres personas en una sala. Dado el sistema actual prefiero tener a X diputados con un porcentaje de decisión asociado que a 350 con un voto cada uno. En la actual legislatura, por ejemplo, implicaría un Congreso con 10 diputados en un reparto que hiciera que los socialistas tuvieran un diputado con el 44% de la capacidad de voto y así grupo a grupo hasta completar con Uxue Barkos de Na-Bai con un 0,24% de la capacidad de voto (que en el mundo real es 1 diputado. Por redondear, que no quede). El resto de los ahora diputados serían asistentes o secretarios que hicieran el trabajo de investigación, redacción... Imaginen el ahorro para las arcas del Estado.
Pero lo más importante es que las leyes se harían ganando voto a voto, diputado a diputado, senador a senador. Obligaría a tener diputados buenos porque la competencia y el nivel de exigencia crecería. Las leyes se discutirían, se volverían a discutir y si no salen, no salen. Les voy a poner un ejemplo reciente; El incremento del IVA se aprobó con los votos de los dos diputados de Coalición Canaria, que han sido elegidos (diferencien entre esto y "representar") por un territorio exento del pago del impuesto. Si tuviéramos una cámara en la que un diputado cualquiera perteneciera al PSOE, representara a Albacete y no hubiera disciplina de partido, ¿creen que la ley hubiera salido adelante? Si ese diputado votara "SÍ", muy posiblemente la próxima legislatura la vería desde el salón de su casa.
No me tomen por cándido; una vez establecido el sistema comienza a viciarse y, por supuesto, intervendrían también intereses no muy confesables, pero, insisto, el nivel de exigencia sería sensiblemente mayor y eso obliga a mejorar y a tener gente más preparada en cargos que hemos dado por asumidos al verlos todos los días en los medios, cuando en la inmensa mayoría de ellos, son regalados. Ahora mismo basta con medrar lo suficiente dentro del partido para que tu posición en la papeleta sea lo suficientemente buena, pero yo, como ciudadano y con mi voto, acabaria eligiendo a ese genio del trepar.
viernes, 28 de mayo de 2010
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3 comentarios:
Estupendo apunte clarificatorio de una organización política mucho más consistente y lógica que la nuestra, D. NRQ.
En realidad, en Apaña tiene uno la sensación de que lo único que funciona es el "dedo". Por ejemplo, en Andalucía estamos soportando a un tal Griñán, que surgió del viento. Pero el dedo funciona tanto para elaborar listas cerradas, como para domeñar a los Bancos influyentes, como para manejar los designios de las Televisiones amigas. Funciona en Apaña para apañar a Montesquieu, tanto como para tomar decisiones unilaterales y dictatoriales.
Un ejemplo de hoy mismno. El ministro Sebastián comentó que "si no hay pacto social, con empresarios y sindicatos, finalmente el Gobierno tomará las medidas oportunas". De la Vogue, con su manía persecutoria del PP, ídem de ídem. Y no es de extrañar que una hija de franquista, con ínfulas mandonas, esté de Vicepresidenta. El sistema apañol lo aguanta todo, es una pura farse y burla al electorado, cuya única condición "sine qua non" es que esté bien manipulada.
Por otro lado, no hay nada más antidemocrático, desde mi punto de vista, que la disciplina de voto.
La disciplina de voto, las listas cerradas, el poder absoluto de los partidos, la oscuridad total sobre la financiación...
O eres miembro de una familia pudiente del partido, o tu papi te compra un puesto de salida en la lista electoral, o eres un dinosaurio con ínfulas...
Los de fuera son siempre los malos, aunque traten de ayudarte, o eres de los míos o estás contra mí...
Una basura, vamos.
Cuando yo estudiaba la carrera, allá por el Pleistoceno, el grandísimo profesor de Derecho Administrativo D. Ignacio Astarloa nos propuso una tarde asistir al Debate sobre el Estado de la Nación, en este nuestro Congreso de los Diputados.
Una pensaba que esto era cosa seria. Imponente. "Sobre el Estado de la Nación", ni más ni menos. Allá que fui, después de haberme repasado a conciencia el García de Enterría para estar a la altura del magno acontecimiento, recogida en la humildad de ir a escuchar debatir a las mentes preclaras que por entonces nos gobernaban.
Subimos a una galería de la segunda planta para contemplar mejor el espectáculo (nunca mejor dicho). Cuál fue mi sorpresa al encontrarme el hemiciclo vacío (!!). Tan sólo 3 ó 4 diputados ocupaban sus asientos (sí, exacto, esos que pagamos todos), dedicados a la lectura parsimoniosa de alguna revista del 'cuore' (!!) y, en el mejor de los casos, el periódico (no económico, por supuesto, por supuesto y por supuesto), mientras en la tribuna alguien perdía el tiempo predicando en el desierto. Es lo que tienen las galerías: que desde arriba se ve todo. TODO. Lo que hay y lo que no.
Aún no me he recuperado de la desolación que me produjo aquello. Prueba de lo cual es que, casi 20 años después, todavía lo cuento.
Efectivamente, D. NRQ, [se] "podía exigir más a la clase política… que se puede, en serio. De acuerdo que ellos no lo saben. Y si lo saben no lo dicen, pero se puede. Y sobre todo, se debería hacer algo."
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