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sábado, 5 de febrero de 2011

Seguridad, certidumbre y política

A mi no me cabe duda alguna: la seguridad no es -como tratan de hacernos creer algunos- un valor reaccionario. Es posible que su búsqueda sea la que alimenta el resurgir de todos los comunitarismos, y que en su nombre se renuncie a la libertad. Pero el orden causal es el contrario. Sólo el hombre seguro es un hombre libre.

Las políticas de seguridad se tornan retrógradas cuando la seguridad se reduce al uso de la fuerza y se niega a ver el contexto en el que las inseguridades se producen. La violencia ordenada de las guerras clásicas ha dado paso a las guerras asimétricas que proliferan por doquier en las zonas pobres del planeta. Apenas quedan escenarios para la guerra clásica, pero tampoco el mundo rico es un mundo seguro. Las diferencias étnicas y culturales generan una amenaza que agita la convivencia de buena parte de los países: el terrorismo, un azote que en estos momentos condiciona como ningún otro los escenarios públicos.

Hasta ahora, las pautas que rigen la globalización han traído de la mano un incremento de la inseguridad que se palpa en el seno de las sociedades, al tiempo que han reavivado los conflictos identitarios entre las diferentes comunidades. La respuesta exigiría, pues, dimensión global, es decir, política internacional, algo que, hoy por hoy, depende sobre todo del posicionamiento y de la actuación de los diferentes países. La política exterior es cada vez más una parte de la política interior, a la que también cabe exigir medidas que garanticen la certidumbre y la seguridad en un marco de libertades.

La seguridad es un valor esencial para el idealismo democrático. Un factor fundamental si, además, se quieren ganar elecciones democráticas ¿no creen?

2 comentarios:

Nrq dijo...

Seguridad ciudadana o seguridad referida a una vida feliz y tranquila?

Tasmania dijo...

Vamos N... espero que la política internacional nada tenga que ver con una vida feliz y tranquila, aunque... todo se andará.