Buscar en este blog

domingo, 15 de mayo de 2011

blues

Al hilo de lo que comentaba ayer Tasmania he recordado una escena en la película de Spike Lee "Mo' Better Blues". En esta escena Denzel Washignton, líder de un grupo de jazz, toca un tema que comienza hablando de las estaciones de radio americanas que escucha en sus viajes y de cómo todas las canciones que suenan en la radio tienen una sola temática; el amor. Una de las estrofas dice algo así como "has abierto mis ojos. ¿por qué? Porque te quiero. Pasemos el resto de nuestra vida juntos… esta noche"

Pues bien, muchos políticos han interpretado, y no desde hace poco, su actividad electoral y de gestión pública de esta manera; "hemos mirado a los ojos de los electores y sabemos lo que necesitan. Todos nuestros esfuerzos apuntan a solucionar vuestros problemas, satisfacer vuestras demandas… hasta el día de las elecciones".

El bajón tras la eyaculación, por tanto, llega. Y llega, al igual que en cualquier promesa de amor que en realidad busca cama, por tres motivos; el primero porque ya ha logrado su objetivo y, hasta que no vuelva a sentir lo que presiona la hormona, no volverá a prometer. El segundo porque se convierte en rutina y es un "algo" con lo que cumplir. Y el tercero porque puede que la tarea le venga grande o la promesa haya sido mucha.

Voten a sus candidatos, no porque les prometan mucho, sino porque les prometen de verdad; no es tan difícil ver la viabilidad de una plan. Prestando un poco de atención se puede ver si hace aguas.

1 comentario:

Louella Parsons dijo...

¿Votar a los que prometen de verdad? ¿viabilidad de un plan?

Querido don NRQ, ¿de qué país está hablando?

En el nuestro, hace tiempo que perdimos la confianza en la política, hace tiempo que el desprestigio y la desilusión rodean a los políticos, hace tiempo que se vota contra algo o, como dice Artanis, en defensa propia.

No sé quién acusa más la melancolía del blues en España: los políticos con verdadera vocación de servicio al país que se ven incapaces de quitarse de encima la mala fama o los ciudadanos que añoran un forma eficaz, noble y honrada de gestión sus recursos.