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martes, 3 de mayo de 2011

Lempicka

De la necesidad que tiene toda pintura, sea figurativa o no, de provocar la capacidad expresiva del artista y la sensibilidad del espectador, nos convencieron los primeros abstractos. Desde entonces, el contacto entre la obra de arte y el alma humana ha sido objeto de deseo de todo creador con mayúsculas.

Porque en el lenguaje visual, como en el discurso verbal, lo que se adivina se transforma en laberinto, en pauta, cuya razón de existir se convierte en su propia belleza.

2 comentarios:

Flops!!! dijo...

Acertada reflexión, pero creo que la capacidad expresiva del artista está en su ojo y en su mano. La obra no es más que la materialización de lo que ve y percibe.

Artanis dijo...

La obra -aunque medie distancia entre lo finalmente obtenido y lo soñado por el autor- es el kicker -como dirían los cockteleros- lo que pone en el disparadero, lo que da la voz de salida para que el espectador con su propio bagaje y entendederas, haga el esfuerzo de la traducción.

La obra es el medium de esa sesión espiritista...