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jueves, 5 de mayo de 2011

El robo del tiempo

A estas alturas diría yo que a nadie le interesa hoy una meditación metafísica acerca de la libertad humana, pues esta noción, cuyas raíces pertenecen precisamente a la historia de la metafísica, es decir, al pasado, se ha desarrollado históricamente hasta un grado en el que sólo se contempla esa proyección positiva (es decir, física y no metafísica) sea ésta individual o social, y en este medio positivo la libertad pasa a ser algo que puede ser tratado cuantitativamente de acuerdo con lo que también, en positivo, se define como "libertad política" "libertad social" "libertad sexual"...

En este contexto, la libertad es considerada como un objeto tratable y modificable, incluso considerable matemáticamente.

Esta atomización de la libertad y de las libertades que se conquistan cada día, ya no consiente la renovación de la pregunta por qué es la libertad. La respuesta, digo yo, se encuentra en que la libertad es libertad para el bien y para el mal, pero también creo que dicha respuesta sería tomada igualmente como sospechosa, pues evidentemente hoy no ha lugar a pensar o hablar sobre sentidos tan metafísicos como el del bien o el mal.

Son nociones "reaccionarias" -destaco la ironía- precisamente porque de ellas sólo se conserva culturalmente su antiguo sentido, en un mundo que sólo quiere desarrollarse progresivamente hacia delante en el campo de los logros cuantitativos.

Y también me pregunto por qué les suelto esta diatriba a estas horas de la mañana. Les confesaré que desde hace algunas semanas la sensación de que el tiempo no me pertenece se ha acrecentado ostensiblemente y tengo la impresión de que ese robo me roba también mi libertad.

Yo, hoy, quiero ir a hacer surfing.

4 comentarios:

Flops!!! dijo...

Menudo Tótem. ¡Y menuda trampa!

Hace siglos que hablamos de ella; pero todos y cada uno de nosotros siente o ha sentido que no es libre, en muchas más ocasiones de la vida de lo que desearíamos. ¿Cómo serlo sin renunciar a algo?

Añadiría además que, únicamente somos libres dentro de aquella parcela de la que disponemos; y no me refiero ni pretendo culpar de esto a agentes externos, puesto que en gran medida ese coto ha sido establecido por nosotros mismos, con nuestras relaciones afectivas, nuestros trabajos, nuestras responsabilidades.

¿Los defensores a ultranza de la libertad no son también sus esclavos?

Ms Tasmania cada día lo pone Ud más difícil. ¡Qué barbaridad!

José Antonio del Pozo dijo...

Hola, Tasmania, tienes razón, preocuparse ética y metafísicamente por la libertad, la incertidumbre y el desarraigo que produce, resulta hoy fuera de sitio: no interesa, se busca hoy lo grupal y atávico. Mira lo que me ocurrió a mí la otra mañana.
Por supuesto nunca la libertad es total, pero supone la reivindicación de la autonomía, de la persona.
Saludos blogueros

Tasmania dijo...

Todas las cosas pasan, todas las cosas vuelven, eternamente gira la rueda.

También es cierto que todas las cosas se van, todas las cosas se dan la bienvenida una a la otra de nuevo;

Es un círculo sin fin. Ahora empieza y ahora acaba.

Volverá mi tiempo, volveré a tenerlo.

Unknown dijo...

La libertad es una de esas quimeras que nos atrapan, precisamente por ser una quimera.
La no-libertad empieza desde el momento en que naces con las cartas repartidas y tienes que jugar la partida de la vida, sentado a una mesa de juego que no has elegido y con unas cartas que no has "robado" del mazo. Pero es lo que hay y el abandono de la partida no supone el retorno a tu vida, sino a la muerte, cuya baraja y reglas del juego (si las hay) no conocemos.
Ya ve, Tasmania, creo que la libertad física y metafísica no existen; sólo existe la elección pura y dura y nó la elección alegre y sencilla que preconizaba Ortega.
Habrá que conformarse y jugar.