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miércoles, 8 de junio de 2011

Conversaciones con Carol

Carol, sinceramente, a mí me da igual transformarme en un rosal, en una paloma o en un robot dirigido por radio. Soy más bien perezosa y no envidio a los que se llaman libres. En el campo me convierto en una esplendorosa hembra animal; en la ciudad, en un maniquí artificial, de movimientos automáticos, perfectamente estudiados. Modelo el cuerpo y el espíritu según los dictados de la moda y de las convenciones sociales. El resultado es satisfactorio. No deseo salir de mi segura solidez. Me hacen gracia tus pinitos de independencia, tan joven y estropeándote el hígado de ese modo...

Tú me dirás: así soy más auténtica; yo te digo: prefiero no padecer de úlcera de estómago. Tú, con tu agujerito en la tripa, tan orgullosa de tu libertad.

3 comentarios:

Louella Parsons dijo...

Nos adaptamos al entorno, es inevitable y dejamos de ser "auténticos" constantemente, o sea, libres. Mandan la moda, los cánones establecidos e incluso la educación.

Hace unos dias me reuní con seis amigas del colegio para pasar juntas el fin de semana, algo que venimos haciendo, cada cierto tiempo, desde hace años.
A la vuelta a nuestra rutina particular, me llegó un correo de una de ellas en la que nos decía:

"Solo os digo que es maravilloso pensar que una tendrá[..]gente fundamental a quien no hace falta esconder nada porque te conocen tan a fondo que está todo dicho..."

Esos días fuimos libres.

Artanis dijo...

"Solo os digo que es maravilloso pensar que una tendrá[..]gente fundamental a quien no hace falta esconder nada porque te conocen tan a fondo que está todo dicho..."


Amén a eso...

Flops!!! dijo...

Algún sábado atrás se tocaba aquí el tema de la libertad -a propósito de una boda- donde hubo comentarios variados.

Pero, ¿qué coño es la libertad?

Todos tenemos capacidad de elección; y es éste el único momento en el que realmente somos libres. Una vez que hemos tomado nuestra decisión estamos jodidos.

A partir de ahí tendremos que lidiar con una serie de condicionantes que parecen puestos ahí para complicar nuestra voluntad de ser libres. Si elegimos la opción “A” aparecerán las trabas, cortapisas y presiones correspondientes al camino “A”. Si por el contrario nos decidimos por la opción “B”, llevará asociadas las restricciones correspondientes a esta preferencia. Y así se nos van pasando los días, devanándonos los lóbulos en el mismo círculo vicioso.

Acertada narradora, elegir aquella opción que dé menos trabajo.