La variedad de fortificaciones tras las que el ser humano se parapeta es tan asombrosa como los mecanismos de defensa visibles en el mundo de los animales y los insectos. Hasta en las fortificaciones psíquicas hay una textura y una sustancia, como descubres cuando empiezas a penetrar en el recinto prohibido del yo.
Los más difíciles no son necesariamente los que se esconden bajo una chapa de armadura, ya sea de hierro, acero, estaño o zinc. Tampoco son tan difíciles, aunque ofrezcan mayor resistencia, quienes se envuelven en goma o quienes parecen haber adquirido el arte de vulcanizar las barreras perforadas por el alma. Los más difíciles son los que yo llamaría "simuladores tipo pez". Esos son yoes fluidos, solubles, que se quedan inmóviles en su saco estanco. Plañideros profesionales.
Pero hoy no hay concha que me envuelva. Hoy me siento llena de energía. De esa que parece estallar en fuegos artificiales iluminándolo todo a cada paso. Mis pensamientos son chispeantes, centellean como luces de artificio.
Firework
Or...
domingo, 12 de junio de 2011
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2 comentarios:
Sabe vd. de sobra, Dña. Cartoon, que se nos aparecen como enigmas estas deliberaciones suyas, vinculadas a estados de ánimo que solo de manera muy osada nos atreveríamos a calificar como autobiográficos. Y que incluso los que, como yo, jamás hemos terminado un crucigrama (porque un crucigrama no es un artefacto para ver cuán listo eres, sino para que otro intente demostrar constantemente que es más listo que tú) escrutamos e incluso intentamos sentirnos en su piel, ciñéndonos a sus descripciones como a un vestido ajeno.
Pero hoy, me alegro de que su descripción sea luminosa, vibrante. A su favor.
Le felicito y me alegro (y le envidio) querida Tasmania por haberse quitado esas conchas y armaduras que todos tendemos a crearnos para protegernos del dolor, la conciencia y la inseguridad.
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