Una noche surgió del océano primordial, pronunció su palabra sobre las ondas confusas y tumultuosas de las formas vivas, y comenzó a amanecer. En esa primera mañana del mundo, separó las aguas superiores de las inferiores; las saladas de las dulces; el bien del mal... Cada cosa en su sitio: al pan, pan y al vino, vino.
Sin embargo, la intervención discordante de quien compartía su vida le obligó a descargar su indignación con pavoroso diluvio que volvía a mezclar, en una furiosa decreación, las aguas separadas, aquella esplendorosa y serena aurora del mundo.
De nuevo el caos original. Ya no sabía distinguir lo auténtico de lo sucedáneo. Sus inclinaciones no eran ni buenas ni malas, sólo equívocas...meterse en la boca del lobo, su costal de pecados se ha roto y salen por el agujerito pecado a pecado.
viernes, 10 de junio de 2011
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6 comentarios:
Uff! Cuántas personas no saben distinguir “lo auténtico de lo sucedáneo”; y en ese “meterse en la boca del lobo” van destruyendo lo poco o mucho de valor que hay en sus vidas.
Por ese “agujerito” no sólo salen sus pecados sino todo aquello que con tanto mimo un día alimentaron, protegieron y mimaron.
Glups!!! sustitúyase "mimo" por "celo"
El glaucoma. Llevo un tiempo pensando en ello. Desde que la columnista Carmen Rigalt dijo en público que ella era una víctima y que se había quedado casi ciega. Disto mucho de disfrutar de sus escritos, aunque -como con Antonio Gala- nunca consigo enfadarme al 100% por la profunda e irracional pasión por los animales que comparto con ellos.
Al parecer, el glaucoma ataca progresivamente, lo que a veces lo hace imperceptible, camuflado en el uso cotidiano de nuestra mirada. Causa un efecto como de tubo; nuestro campo de visión se cierra y perdemos cada vez más periferia, hasta que sólo somos capaces de ver lo central. Después, si no se consigue ralentizar, nada.
Decimos que de las personas nos enamoran sus cualidades y defectos. Falso. Vemos los defectos como cualidades o, como mínimo, a la manera de pecualiaridades. Nos ensalzamos nosotros mismos al descubrir lo que otros no han descubierto. Lo que veo en ti no lo ha visto nadie. Y si esa persona está de acuerdo, se cimenta el enlace. Pero el glaucoma cotidiano, las broncas, el tú fumas yo no, la tapa del inodoro (vosotras, falsarias, más que nosotros... esto da para una entrada, tome nota D. NRQ... más retrete y menos Niullork... es broma, campeón), las notas de los niños y el "hace tiempo que no ríes mis chistes", estrechan el ángulo de visión.
El agujerito ya estaba. Los pecados, también. Las caries, incluso. Las imperfecciones. Y lo sabíamos. ¿Un defecto? Puede que para otros. "A mí me gustaba, ¡qué coño!", nos decimos. Y, cuando pasa la furia, estamos a solas, la pareja duerme y la pensamos, nos decimos...
"Aún me gusta ese agujero*, ese defecto, ese error. Tan sólo he de recordarlo."
Pero claro, es tan difícil. Para mí, el primero. No sé para vds.
* Ruego aprecien el enorme esfuerzo, para el inmaduro Artanis, de no hacer chistes soeces...
Bueno bueno... ni glaucomas ni pecados.
Profanamos la primera aurora desde siempre, desde que el hombre es hombre.
Se agradece Artanis, se agradece.
Vemos los defectos como cualidades o, como mínimo, a la manera de pecualiaridades. Nos ensalzamos nosotros mismos al descubrir lo que otros no han descubierto. Lo que veo en ti no lo ha visto nadie.
Jo, Don Artanis, es completamente así.
Con lo bien que escribe debería animarse a escribir una entrada.
Gracias, Dña. Louella, pero quédese con la música y no con el intérprete.
Y, sobre todo, si encuentra a alguien así de peculiar, en el que vea eso que lo hace distinto, quédeselo. Que, de adocenados, ya está el patio lleno.
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