Cerca de casa hay un hermoso cruceiro. Lo veo cada día y siempre me fijo en él. Hoy, de camino, he estado pensando que si bien el cruceiro me gusta las encrucijadas me dan miedo.Y es que la encrucijada establece la conjunción entre los mundos terrenal y del más allá (alén, en gallego, una palabra deliciosa) y constituye, además, una zona fundamental de cambio de dirección en la que se dan cita los principios benéfico y maléfico.
Las propiedades mágicas de las encrucijadas se han reconocido casi universalmente. En la antigüedad clásica Hécate es, en sus comienzos, una diosa que concede el don de la palabra y otorga la victoria en competiciones atléticas, para terminar siendo una divinidad hechicera y mágica, diosa de los muertos, a menudo invocada contra la locura y que aparece en las noches de luna en las encrucijadas acompañada de espectros.
En Galicia algunas encrucijadas despiertan por la mañana rodeadas de piedras y velas como ofrendas al diablo. En Bohemia se utilizan para curar las fiebres. En Bali, se realizan ofrendas a los demonios y en Escandinavia se encienden hogueras a su alrededor en la noche de San Juan para cuidarse de trolls y otros malignos. También se constata la encrucijada como lugar sagrado en Angola, la India o el Méjico precolombino.
En Galicia se cree que en las encrucijadas se producen hechos extraordinarios. Como lugar simbólico de encuentro entre dos mundos, se manifiestan en ellas seres pertenecientes al ámbito no humano; se pueden intuir las señales de una muerte próxima; apariciones de ánimas o del demonio, que aquí practica la fornicación. También es un lugar apropiado para la aparición de brujas, para invocar al maligno… Un lugar maldito, donde se aparecen las almas condenadas al infierno por toda la eternidad.
En términos coloquiales estar en una encrucijada supone un momento delicado en la vida de alguien. Debes tomar un camino de los que se presentan. Debes elegir, y esa decisión te conducirá a un lugar todavía desconocido y diferente al que te ofrecen el resto. Una meiga que no vuela, una hoguera que no arde, un sol que no brilla… ¿superchería?
12 comentarios:
Encrucijadas; momentos importantes y delicados en la vida como bien dice, que no siempre responden a la propia voluntad sino que, en ocasiones, vienen dadas por circunstancias que se le ponen a uno delante y en las que no se puede retornar y decir: no me gusta esta senda emprendida doy media vuelta y tomo la anterior. ¿O sí?
Hay que resolverlas y continuar; no puedes quedarte indefinidamente en el cruce de caminos.
Ayer, momentos en los que demostrar valor. Hoy, encrucijadas...
Me voy a tener que tomar un bocadillo de trankimazines para asomar a este blog...
No me parece que estén muy alejados los dos conceptos.
Al fin y al cabo es la falta de valor –y la reflexión lo sé- quien nos hace permanecer estancados en las encrucijadas más tiempo del debido.
Estimado Mr. Chan... me ha quitado las palabras de la punta de los dedos. Por supuesto que son temas vinculados. Lo único que me permito añadir, bajo su rasgada mirada, es que hay que evitar -a menos que uno sea un yonqui de la tragedia- que las encrucijadas y las decisiones asociadas, produzcan desgarros innecesarios...
Ítem más... palabra verificadora (no me lo invento) "worse" en inglés, "peor"... ¿Es uno de sus trucos, Mr. (Ta)Chan?
Cierto; la mirada positiva y sin dramatismo es fundamental, pero no todos vemos la botella medio llena.
Añadiría que a veces un desgarro, como Ud apunta, es la solución. Sin dramatismos pero lo es.
Esto recuerda un poco a los videojuegos de los niños –y no tan niños- en los que llegado un momento de la partida hay que dejar unas cosas para poder recoger otras.
¿Worse?...me he perdido
El otro día (true story) estaba hablando con una amiga que está haciendo formación de coach y, hablando de casos de éxito / fracaso, y me vino una intuición y pregunté; "el secreto es no tener miedo, ¿no?"
"La botella medio llena..."
Oriental amigo, yo soy un pesimista nato, con excepcionales destellos.
El desgarro sin dramatismos, como solución, me suena a esa historia del montañista que se autoamputa. Si está vd. en una situación similar, piense, reflexione, encare o discuta. Pero la amputación o el traumático desgarro ha de ser lo último. Bastante infelices somos ya (recuerde... pesimista a bordo) como para joderlo todo a mayores.
Me gustan los finales felices, que son menos convencionales de lo que parecen. Es más; la gente tiende a aceptar que el trauma, el deceso, la autoflagelación es a lo que todos estamos dirigidos. No tiene por qué ser así. Deje la infelicidad a los profesionales (con excepcionales destellos, insisto...)
* Worse significa peor. Voy a creer que no me lee. Me va a causar un trauma vd, ¿eh?
Todo ocurre por algo. Hasta que tuviera que llegar la jodida informática para ponernos a escribir en bitácoras virtuales. Inmanentismo, palíndromos:
"Genes y casuística": no hay más cera que la que arde, pero está bien que así sea, porque solo unos pocos saben de verdad, a la postre, sin máscaras fútiles, degustar una y millones de veces -las que haga falta- el adagio de la Octava de Bruckner (hasta Boulez...)
Puede que en mi persona haya algo de teatral, pero créame, se acerca más al vodevil. Retomando… ¿No hablábamos de encrucijadas?
Cuando estamos en ese punto –la encrucijada digo- ¿no está ya todo reflexionado, encarado o discutido y sólo falta el valor para asumir aquello que se ha decidido?
Persiste vd. en girar en torno a la palabra "valor". No le voy a negar que, probablemente, tenga vd. razón y no yo. Pero en la ficción, superada tantas veces por la realidad, impera en ocasiones la vuelta de tuerca y en los vodeviles (me resulta vd. todo un hallazgo...) las puertas giratorias o las que tanto sirven para entrada como para salida de escena.
Siento en vd. las ganas de ser tragicómico.
No lo tome como un deber. Y disculpe si estoy tocando nervio dónde nadie me ha llamado...
Giros concéntricos…
Tranquilo, mis nervios están ya viejos y encallecidos. Además no me encuentro en un cruce de caminos...de momento.
Tampoco las encrucijadas tienen que ser traumáticas, como la del montañero que cuenta Mr Artanis.
Y a veces, tienen final feliz.
Publicar un comentario