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martes, 7 de septiembre de 2010

Mussolini y el golpe de estado fascista


Israel Zangwill el escritor inglés que no ha querido nunca olvidar, ni en sus obras ni en su vida, sus ideas liberales y sus prejuicios democráticos. A su llegada a Florencia fue detenido, al salir de la estación, por algunos camisas negras, a quienes se negó a enseñar sus papeles de identidad. Zangwill, enemigo jurado de la violencia y de la ilegalidad, pertenecía en Inglaterra a la Unión of Democratic Control (UDC). Ahora bien; los hombres armados que ocupaban la estación, no eran ni “carabinieri” ni soldados, ni agentes de policía; eran camisas negras, es decir, individuos que no tenían en modo alguno, según él, derecho a ocupar la estación y a pedirle sus documentos de identidad.

Conducido al Fascio, en la plaza Mentana, cerca del Arno, en el edificio donde estaba antes el domicilio de la Federación Italiana de Obreros Metalúrgicos, organización sindical socialista que los fascistas habían disuelto por la violencia, el escritor inglés había sido llevado a presencia del general cónsul Tamburini, entonces general de los camisas negras de Florencia. El cónsul Tamburini me hizo llamar para servirle de intérprete, y cual no fue mi sorpresa al encontrarme en presencia de Israel Zangwill, que representaba a la perfección su papel de miembro de la UDC, víctima de una revolución que no era ni inglesa, ni liberal, ni democrática.

Estaba furioso. Expresaba en un inglés de lo más correcto opiniones muy poco correctas sobre las revoluciones en general y sobre el fascismo en particular. Su cara estaba roja de cólera y sus ojos fulminaban sin piedad al pobre comandante general Tamburini, que no sabía inglés y que no hubiera comprendido una sola palabra de aquel lenguaje liberal y democrático, aunque el desconocido se hubiera expresado en italiano. Hice lo que pude por traducir en expresiones corteses un lenguaje tan duro para unos oídos fascistas. Creo haber hecho un buen servicio a Zangwill, porque durante aquellas jornadas, el cónsul Tamburini no era ni un personaje de Teócrito ni un miembro de la Fabian Society, tanto más cuanto que ignoraba la existencia de Israel Zangwill y no parecía creer que se trataba de un escritor inglés célebre.

No entiendo una palabra de inglés -dijo el comandante general- y no creo que haya traducido fielmente lo que él ha dicho; el inglés es una lengua
contrarrevolucionaria. Diríase que su sintaxis misma es liberal. Sea lo que fuere, llévate a este señor contigo y procura hacerle olvidar este incidente desagradable.

Salí pues, con Zangwill para acompañarle a su hotel, y pasé unas horas con él discutiendo sobre Mussolini, sobre la situación política y sobre la lucha que acababa de entablarse para la conquista del Estado.

Texto extraído del capítulo VII de la obra de Curzio Malaparte "Técnica del golpe de estado"
Traducción de Julio Gómez de la Serna (Plaza& Janés 1960)

4 comentarios:

Artanis dijo...

Hace falta valor para encararse así, en territorio inamistoso, con alguien que representa mucho de lo que desprecias políticamente. Y más, cuando van ganando.

Parece que el citado escritor tenía ese valor... por cierto, no conocía al tal Zangwill (el enlace no va, por cierto)... la pregunta es ¿ha caído en el olvido por propio merecimiento o porque hay un interés en opacar la memoria de los escritores liberales?

Pero lo que me ha llamado la atención de este texto es la siguiente cita, en boca del jerifalte fascista...

"el inglés es una lengua
contrarrevolucionaria. Diríase que su sintaxis misma es liberal."

Lenguaje, asociado (¿que conforma?) a pensamiento... una lengua para la Libertad. ¿Se puede contentar a todos? ¿La utopía? ¿Qué fue -en comparación a dónde quería llegar- del esperanto?

Tasmania dijo...

Contra, pues tiene razón usted, mi querido Artanis, el enlace no va... cuatro reglazos en cada mano de castigo, vaya¡

Respecto a la adjetivación del idioma de la Gran Bretaña, no me diga querido, es genial...

Me comprometo a enlazar correctamente a Zangwill "el valiente" en el próximo post, que aún me queda Malaparte

Louella Parsons dijo...

Cuando yo oigo a alguien hablar euskera, me pongo en guardia. Nacionalista o idiota que se ha tragado el cuento. Y este prejuicio (en la mayoría de los casos justificado) ya no me lo puedo quitar de encima.
El vasco era la lengua romántica de los caseríos, de los montes, de los villancicos de nuestra niñez…y ahora es la lengua del movimiento. Un atropello, un crimen cultural, una pena, ¿no creen?


Pues si, fue valiente Zangwill (que tampoco sabía quién era) encarándose al cónsul Tamburini.

Hoy he leído la relación epistolar y pública que tuvieron el pasado marzo Silvio Rodriguez y Carlos Alberto Montaner.

Los argumentos de Montaner son apabullantes y Silvio quiere convencerle de los puntos positivos de la Revolución sin caer en el servilismo aunque reconoce fallos pero todas sus respuestas, además de tener un tono algo enfadado, son débiles y llenas de tópicos.
En una de las contundentes respuestas de Montaner, Silvio contesta con un escueto:

Montaner:
veo que te estás esforzando pero yo no puedo pasarme la vida en esto, que para ti es como ir a tu oficina y para mi es ausentarme de mi trabajo. Me despido con la misma propuesta que ya hice: abandona la guerra fría, ponte a luchar contra el bloqueo (..) Cordialmente,
Silvio Rodriguez.


Al principio me he sentido desconcertada y decepcionada con esta respuesta pero luego, Montaner cuenta que Gramma había atacado a Silvio Rodriguez por haber polemizado con él, …le estaban llamando al orden. No pidió permiso para empezar y continuar nuestro intercambio de cartas y a la Seguridad del Estado no le gusta esa independencia de criterio. Por eso ordenaron el fin abrupto de la discusión.

Tasmania dijo...

Impresionante el relato Dña. Louella... Silvio, Silvio, hace cuánto te perdiste¡