Durante las últimas semanas le doy vueltas a la idea del azar, probablemente a causa del libro que estoy leyendo de cuya autora leí otro muy recientemente y también de las partidas de póker que jugamos últimamente en casa y... me ha mordido esa idea, la probabilidad, la oportunidad, el azar, la teoría del caos... ¿hasta qué punto somos lo que somos a causa del azar, del movimiento de otros o del nuestro propio? Ya, ya sé que es una materia mil veces reflexionada pero... me ha mordido. Maldita sea.
Consideremos la Revolución Francesa, por ejemplo. Existe, y sin duda seguirá existiendo, una intensa polémica entre los historiadores sobre la importancia relativa de los múltiples sucesos y circunstancias de las que puede afirmarse que contribuyeron a su aparición, curso y resultado. ¿Qué hubiera ocurrido si las finanzas del gobierno hubieran estado en mejoras condiciones, o si las cosechas hubieran sido menos desastrosas, o si la Bastilla no hubiera caído, o si el rey hubiera tenido una voluntad más fuerte, o si las revueltas de Réveillon no se hubieran producido porque las gardes françaises no hubieran dejado pasar las barricadas a la carroza de la duquesa de Orleans que, para empezar, no hubiera tenido que estar allí?
La teoría de la probabilidad elemental indica que cuando un conjunto de acontecimientos no relacionados tiene una determinada probabilidad de producirse, la probabilidad de que todos ellos ocurran debe calcularse multiplicando las probabilidades de que ocurran separadamente: la probabilidad de sacar un seis con un dado es de 1/6, pero la de sacar un doble seis con dos dados es de 1/36. Imagínense, pues, a qué cifra se llegaría si se asignaran probabilidades independientes a todos los sucesos individuales cuya combinación impredecible produjo la caída del antiguo régimen.
Sin embargo, lo que de hecho ocurrió fue la Revolución Francesa, del mismo modo que la mano de cartas que se sacó en la mesa de póker fue esa y no otra (?)
domingo, 16 de enero de 2011
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4 comentarios:
Por absurdo que suene, por extemporaneo y traído por los pelos, desde que dedica vd. entradas como esta o la de Churchill y las relaciona con el azar, la conveniencia, el "hombre adecuado en el momento adecuado" y la idea casi atávica de unas determinantes fuerzas de la Naturaleza, no consigo evitar acordarme de una de las más populares novelas de Asimov "El Fin de la Eternidad", en la que se plantea cómo, dede nuestro futuro, una organzación mundial interviene en el pasado para "optimizar" la historia... designando, asesinando, modificando, para alcanzar "su presente ideal".
Esta ficción da una nueva dimensión al concepto "intervencionismo", que diría Rodríguez Braun...
El azar rige nuestras vidas...desde que nacemos. ¿ Elegimos dóne nacer, nuestros padres...? Condicionantes que nos influirán toda nuestra vida.
La pregunta es ¿ podemos influir en el azar ?
Saludos.
Pues difícilmente tengo yo respuesta a la preguntita de marras pero diría que sí, que podemos influir en las oportunidades que se presentan, en su curso y resultado. No, no es azar exactamente....
Pues yo pienso lo mismo. Las cosas siempre pueden ser de otra manera. Lo malo es cuando, como en el momento actual apañol, les han hecho creer a tirios y a troyanos, que no hay más cera que la que arde y que el inmanentismo de Zapaterco es porque nos lo merecemos.
Mira lo de Túnez: ¿era previsible?
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