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viernes, 21 de enero de 2011

pre-future

Hola Tasmania;


Respecto a tu entrada de ayer, precisamente ayer estaba atendiendo al Dr Klaus Shüler en una excepcional clase que impartió dentro de un programa que me ha tenido en el IESE los cuatro últimos días. Schüler es el estratega y director de campañas de Angela Merkel y nos estaba explicando cómo han acometido ellos tanto las campañas desde hace diez años, como el día a día para captar nuevos afiliados. En una de las imágenes de la web que tienen aparecía un político alemán del CDU hablando de los valores cristianos en la política y me llamó la atención. Volviendo a casa recupero esa imagen y el tityular y me doy cuenta de que la religión es un argumento que se trata desde muy distintas perspectivas a lo largo de los distintos países occidentales.


Desde los USA, en dónde el valor de la religión prevalece por encima de todo y une en oración a políticos, afiliados y simpatizantes cada vez que la ocasión lo requiere, pasando por Gran Bretaña dónde se da por asumido el valor de lo religioso. Francia, tan racional y tradicionalmente atea, el paraíso del progresismo ideológico y de la separación entre iglesia y estado, pero que fue en 1992 el país, y en su idioma, en el que primero se publicó y la más reciente versión del Catecismo de la Iglesia Católica, como reconocimiento de Juan Pablo II al país tradicionalmente más cristiano, ¡por encima de Italia!. No en vano cuenta Ramón J. Sender en Carolus Rex que Carlos II, el rey español, se devanaba de rabia por el Alcazar de Madrid porque no entendía cómo el rey de Francia era para el Papa rey de la cristiandad y él sólo del catolicismo. Italia, con un ojo en la caja y el otro en el Vaticano (perdón por el estereotipo)... o España que, por asociación al franquismo, busca ser más laica, más desprendida y más crítica con la curia que nadie en el orbe (no sé si captan la ironía). O, finalmente Alemania y países de la zona de influencia dónde nace el protestantismo cómo respuesta real y desde la preocupación por la fe al poder de Roma. No se niega a Dios, no se rechaza la fe, sino que fue una revolución real a favor de vivir la creencia de otra forma y, sólo entonces, pasó a ser una excusa política. Pero lo tienen tan interiorizado que los partidos conservadores se llaman Demócrata-Cristianos, al igual que no se usa "socialismo", sino SocialDemocracia. ¿Cuestión de etiquetas? Puede, pero importan.


Los valores cristianos en la política importan y se dan. En occidente se valoran, se tienen en cuenta y forman parte de una sustento ideológico. No creo que deban tomarse como base para una guerra de fe frente a una realidad islámica, sólo creo que tampoco se debe negar qué nos ha traído hasta aquí. Para mí negar la tradición judeo-cristiana de nuestra cultura es parejo a negar Grecia y Aristóteles, Roma y el Senado, Inglaterra y el Parlamento, Francia y la Revolución o Lincoln y la abolición.


p.d.: se puede argumentar que el Marxismo, también occidental, niega la religión. Cierto, pero la reconoce y la observa y, desde luego, no niega la trascendencia de la tradición religiosa y menos de la judeoCristiana (concepto que recoge al milímetro la realidad religiosa de Karl Marx)

8 comentarios:

Tasmania dijo...

Gracias por tu reflexión N. La actualidad, tu actualidad -la que vives en ese excelente programa en el que participas- nos permite comprobar que, en efecto, no sólo nosotros creemos en el peso de la tradición religiosa en la cultura.

Te diré más. Desde Grecia la cultura occidental se ha regodeado en la definición del hombre como "animal racional". Si en lugar de un punto de vista biológico y esencialista, Aristóteles hubiese adoptado un punto de vista sociológico, la definición del hombre hubiese podido ser la de "animal religioso"

Sin duda el hombre es hombre porque la inteligencia le permite distanciarse de la realidad en el acto de reflexión. El mismo acto que fundamenta la razón como sede del conocimiento reflexivo aporta también al hombre dos dimensiones que marcan su esencia. Una, la de contingencia, debilidad y finitud; otra, la necesidad de absoluto, esa pulsión que nos recordaba ayer el Almirante Churruca.

En esta doble dimensión se asienta el fenómeno religioso por más que luego se convierta en un añadido en la costra del caparazón social.

Fíjate N hasta qué punto estamos de acuerdo.

Noumenadas dijo...

No se preocupe, estimado D. NRQ que, ahora, los apañoles cuentan con una nueva casta socio-política, fruto de la delicuescencia que nos trajo el abuelito de Zp. Se trata, según dejó ayer bien sentado Juan Manuel de Prada en Intereconomía, de los "fachas progres", facciosos progres o progres de derecha. Ahora los hay a patás en el país de países de los apañaos.

Lo suyo no es ironía. Es nada más que la constatación del mamarracho que es la Apaña de los ombliguistas.

churruca dijo...

El debate está abierto, D. NRQ. Yo creo sinceramente que el debate se envenena cuando se plantea en términos religiosos, y no culturales. Es en ese punto cuando se sacan las cosas de quicio y surgen los problemas. Cuando aludimos el cristianismo en este contexto no estamos hablando de religión sino de cultura.

Para mí no ofrece duda alguna el hecho de que Europa tal como la conocemos, ese peculiar espacio social y cultural, se ha conformado partiendo de la tradición griega y romana, matizada luego por el cristianismo y, por último, la ilustración. Ha sido un proceso muy largo y muy disputado. Pero en ningún caso se trató de la suplantación de unas fuentes por otras. Somos filosófica y científicamente griegos e ilustrados, administrativamente romanos, y espiritualmente cristianos. Ese es el sustrato sobre el que, creo yo, se ha levantado la Europa actual.

Me temo que los que desde posiciones laicistas radicales intentan hacer desaparecer el componente cristiano de la fórmula, no se dan cuenta de que alterarán irremediablemente el resultado.

Buenos días.

Nrq dijo...

Desde luego es una cuestión cultural y muy arraigada en las distintas capas de nuestra realidad. Desde aspectos "triviales" como los domingos o festivos tales como la Inmaculada o el día del padre a otros más severos como son la forma de trabajar, los hábitos alimenticios o la declaración de enemigos y la guerra

Louella Parsons dijo...

Hace unos años, un primer domingo de Adviento me "pilló" en Alemania.
Me llamó la atención que en la televisión pública anunciaron la llegada del Adviento. Por lo visto siempre lo hacen y aprovechan para emitir algún slogan o frase "solidaria" para la reflexión.
Ese año fue: Ningún hombre sin agua".

Una bonita y necesaria costumbre que no se debería perder.

Muy buena entrada y buenos comentarios los de hoy.

Saludos heladitos.

churruca dijo...

Tasmania dijo...

Te diré más. Desde Grecia la cultura occidental se ha regodeado en la definición del hombre como "animal racional". Si en lugar de un punto de vista biológico y esencialista, Aristóteles hubiese adoptado un punto de vista sociológico, la definición del hombre hubiese podido ser la de "animal religioso"

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Querida Tasmania, quizá Aristóteles fuese demasiado optimista
atribuyendo al hombre la condición esencial de "animal racional". En mi opinión, si algo es el hombre en esencia es un "animal emocional". Lo que engloba la dimensión religioso-trascendente que citas. Por cada vez que empleamos el intelecto nos guiamos un millón de veces por las emociones. Eso es lo que nos hace diferente del resto de las criaturas que, en mayor o menor medida, emplean la rudimentaria herramienta intelectual que es el instinto. Nosotros no. Estamos diseñados para que tanto nuestro instinto como nuestro intelecto estén mediatizados, y a menudo arruinados, por nuestra dimensión emocional. Que es lo que paradójicamente, nos hace diferentes y extraordinarios. Es ahí dónde radica nuestra grandeza. Y nuestra miseria. En el pecado llevamos la penitencia.

Un saludo.

Tasmania dijo...

Gracias por tu apreciación Almirante, no puedo negarte la razón... ni el pecado.

Louella Parsons dijo...

Somos filosófica y científicamente griegos e ilustrados, administrativamente romanos, y espiritualmente cristianos. Ese es el sustrato sobre el que, creo yo, se ha levantado la Europa actual.

Le tomo prestada esta definición, don CHURRUCA, que me ha encantado.