salvamento

Despertarme por las mañanas supone un ejercicio similar al de bañarse en una piscina natural en medio de una montaña. Nunca sabes si es mejor ir tanteando el agua y dejar que el cuerpo se acostumbre o, por el contrario, zambullirte de golpe. A esas horas y con el cuerpo totalmente anestesiado mi mejor opción es siempre dejar que sea el día quién decida, así que enciendo la radio o la TV y oigo lo que ha ocurrido en el mundo desde que no he accedido a ningún medio. Esta mañana estábamos bien surtidos; el asaltante del Discovery Channel que finalmente ha resultado un efermo mental que estaba en contra de la superpoblación en la tierra… vamos, un loco que nos quería quitar lo mejor que tiene esta vida, la paternidad (no soy padre, pero veo a mis amigos y les envidio) y el sexo, claro (aquí no me manifiesto). Estaba también el tema de las negociaciones de paz en Palestina y seguro que esperan que hable de este tema, pero no, hoy no toca.


Pues me despierto esta mañana y me entero que el Presidente Zapatero intentó ayer salvar una situación delicada para que Mitsubishi implante una fábrica de baterías en Vigo y he pensado "ya estamos igual". Primero y principal, por supuesto que si Japón trae la fábrica será una genial noticia; 1.500 trabajos directos más los indirectos, pues es una buena inyección a una ciudad que no lo está pasando bien y, además un empuje en el ánimo. Pero esta dinñamica tan nacional me parece que es el eterno caminar por una vía triste; primero que el alcalde de la ciudad en cuestión, Abel Caballero, no ha sabido cerrar un acuerdo y ha tenido que acudir a que la figura paterna se siente con un venerable hombre de ojos rasgados a potenciar la candidatura gallega frente a la austriaca, porque, de hecho, la decisión no está aún tomada. Es más, no sólo ha ido el Presidente Zapatero a convencer a la gente de Mitsubishi, sino también Díaz Ferrán, es decir, se ha necesitado el respaldo de los empresarios. Y es aquí dónde, desde mi punto de vista, llega lo más sangrante y es que seguimos viviendo a golpe de talonario extranjero; Citroën también en Vigo, Renault, Ford… y si no es por estas empresas y sus puntuales desembarcos, el tejido empresarial parece que no se encamina en España.
Vigo ha sido maltratada por la crisis y en tres años no ha podido dar un paso adelante. Y ahora, en tiempo de descuento, justo antes de las elecciones, notición. Este notición se venderá como "Mirad lo que hacemos por nuestra ciudad" por parte del alcalde que, insisto, no sólo no ha sido capaz de cerrar él el pacto, sino que lo tenía enfangado por una sentencia judicial por el uso de los terrenos. Y si finalmente se implanta (Dios lo quiera), con esto se habrá consumido el comodín del estadista y se habrán acabado los golpes de efecto, o los tratos de favor, o los arreglos in extremis o, incluso, las subvenciones extraordinarias. Basicamente se resumirá en "ya he hecho algo importante por ti, no me pidas más". Mientras tanto, en el mundo real del día a día, cuesta un mundo montar empresas. Los empresarios locales pagan una cantidad de impuestos que obstaculizan operaciones financieras, sin financiación no hay inversión y sin inversión no hay no empleo ni crecimiento. Claro que la llegada de la empresa de los tres diamantes es una buena noticia, pero seguimos a base de fuegos artificiales y de puestas en escena y sin tener bases sólidas para que la economía navegue sola. Una ciudad de 300.000 habitantes no arregla sus problemas con 1.500 empleos, cuando la provincia de Pontevedra viene de un incremento del 11,45% interanual en desempleo, el mayor de toda Galicia.