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lunes, 8 de noviembre de 2010

De la libertad y su significado

Y a vueltas con la libertad y su significado llevo, desde hace tres días y gracias (?) a los comentarios de Ms. Parsons, Neo, Jano y otros, dándole vueltas como a un cubo de Rubik. He aquí algunas conclusiones, algunas obvias, otras... no tanto.

Los usos de la palabra "libertad" son razonablemente familiares y claros, parecen, y con razón, algo metafóricos: el hecho de que yo no sea capaz de pensar en las distintas maneras de disfrutar que se le ocurren a una persona más imaginativa que yo no hace que yo no sea libre, en el sentido en que se diría de una persona que me encierra en una habitación para evitar que yo obtenga una satisfacción que anhelo.

Si soy incapaz de deshacerme de algún capricho obstinado o de una idea fija, que me hace olvidar el mundo entero en la búsqueda frenética de un objetivo que me obsesiona, se me puede describir, sin duda, como "esclava" de mis pasiones. Pero no soy una esclava en el sentido literal de la palabra, y nadie me considerará una esclava en el sentido en que el Tío Tom era esclavo de Simon Legree.

Ciertamente ambos casos tienen algo en común: hay algo que no estoy haciendo, y que podría hacer o haber hecho, pero el sentido básico o literal de la palabra "liberación" y de la palabra "libertad" parece asociarse a que la intervención deliberada de un ser humano es el obstáculo que me impide hacer esto o aquello, de perseguir mis deseos reales o "potenciales"

En su sentido político y no metafórico, libertad significa la ausencia de interferencia por parte de otros, y la libertad civil define el área de la cual la interferencia de otros ha sido excluida por la ley o por un código de comportamiento, dependiendo de cómo se conciba la ley o el código en cuestión. Esto puede ilustrarse de manera más amplia tomando los usos de la palabra "liberación" que se consideran correctos pero un poco ambiguos en cuanto a su fuerza: por ejemplo, la celebrada frase "libertad económica"

Lo que querían decir quienes la acuñaron es, a mi juicio, que la concesión de libertades políticas o civiles –es decir, el hecho de levantar todas las restricciones a cierto tipo de actividad en cuanto concierne a la interferencia legal– servía de poco a quienes no contaban con los recursos económicos suficientes para hacer uso de tal libertad.

Quizá no exista ninguna prohibición acerca de la cantidad de comida que puede comprar un hombre, pero si no tiene recursos materiales, esa "liberación" le resulta inútil, y decirle que es libre de comprar cuanta comida quiera es burlarse de su indigencia.

7 comentarios:

Noumenadas dijo...

En el último párrafo está el quid de la cuestión.

Yo tendría libertad de cambiar de coche cada mes, si tuviera suficiente dinero para hacerlo. Tendría incluso la libertad de no pasar por la ITV. Supongo que Federer y el Príncipe poseen esa libertad.

Me identifico también con el concepto de "liberal" de Carlos R. Braun: no someterse a intervencionismo alguno del Estado y no pagar impuestos (arma política para pagar saraos y vidorra de cuatro golfos y para simular que se redistribuye la miseria.)

Ahora bien. Además de tener dinero y utópicamente poder ser tan liberal como propone Braun, hoy en día se precisa otra opción para aspirar a la libertad total: ser tía. La que se lo sepa hacer, se hincha. Y eso, según se mire, también es libertad. Y que conste que no me refiero solo a sexo -como los bien pensantes podrían pensar- sino incluso a poder insultar, intimidar, chantajear, medrar para alcanzar algo o vivir de cuentos o rentas...

Tasmania dijo...

A un lisiado no se le prohíbe caminar erguido, aunque de hecho no pueda hacerlo. A un hombre sano tampoco se le prohíbe volar a la luna aunque, de hecho, no esté en posición de hacerlo.

Sin embargo, no decimos que un hombre no es libre de volar a la luna, ni decimos que un lisiado no es libre de caminar erguido.

Se han hecho esfuerzos para hablar de esta manera: se ha igualado libertad con poder. Por ejemplo, el sentido en que se dice que la ciencia hace libres a los hombres es precisamente en el sentido de que incrementa sus capacidades técnicas para sobreponerse a los obstáculos que opone la naturaleza, y también, hasta cierto punto, para desarrollar su imaginación hasta que conciba opciones que sean más realizables que las de su ignorancia o incapacidad mental previas, o lo que su así llamado estrecho horizonte mental, le habían permitido practicar hasta entonces.

Noumenadas dijo...

Un avión o el ave pueden dar "alas" (de libertad) a aquellos que, como el Papa, se permitan la libertad de viajar lejos en el menor tiempo posible. Pero muchos terminarán agotados y prefiriendo los viajes interiores. La ciencia televisiva puede facultar que tengamos miles de canales de tdt, pero entre los que son de pago y los que tienen la pega de ofrecer telebasura o dar miles de versiones del mismo megáfono gubernamental, hacen que la libertad de expresión sea más enjuta que la de una sola cadena que pudiera garantizar una objetiva programación vertical, en blanco y negro y 300 líneas de definición.

"La verdad os hará libres"; no al revés. La clonación, los alimentos transgénicos, las energías renovables, internet, los violines que no son Stradivarius... no nos harán más libres: en todo caso, más sujetos a la globalización dictada por unos cuantos que comerán tomates de "verdad".

Unknown dijo...

Dña Tasmania, le confieso mi admiración por usted aunque haya resultado críptico e insolente en alguna ocasión.
También debo confesarle mi confusión con respecto a muchos conceptos fundamentales en esta vida, que trato de aclarar año a año, década a decada, y siempre te queda la duda de tu avance, de tu comprensión, porque la vida te pone a prueba constantemente y te hace dudar del camino elegido; un camino vital similar al de los peregrinos de la ruta de Santiago, que se impulsa por la fe religiosa.
Yo no soy religioso pero no descarto la utilidad de la fe en el sentido más laico, como una apuesta vital que nos mueve y nos aparta del nihilismo, del egoismo.
Aún recuerdo mis lecturas de adolescente-joven, entre ellas las de Erich Fromm-muy de aquella época-y le transcribo una frase de su obra "El Arte de Amar":
"Tener fe requiere coraje,la capacidad de correr un riesgo, la disposición a aceptar incluso el dolor y la desilusión. Quien insiste en la seguridad y la tranquilidad como condiciones primarias de la vida no puede tener fe; quien se encierra en un sistema de defensa, donde la distancia y la posesión constituyen los medios que dan seguridad, se convierte en un prisionero. Ser amado y amar, requiere coraje, la valentía de atribuir a ciertos valores fundamental importancia y de dar el salto y apostar todo a esos valores".
La libertad es amor, amor a la vida, a las personas y a uno mismo, y requiere esa fe (no religiosa) y esa entereza para apostar por ella. Lo difícil es seguir el camino y no desviarse por error o comodidad.
La libertad es un bien muy caro que no se consigue con dinero ni con poder.

Tasmania dijo...

Bueno Jano, ser o no críptico tiene que ver, digo yo, con la complejidad de nuestra mente y con la búsqueda de algo de luz que aclare nuestras ideas. Ser insolente es una hermosa virtud, una actitud valiente ante la vida.

Erich Fromm... hummm... cuánto tiempo...

¿Recuerda "El miedo a la liberta"? Me ha obligado usted a buscarlo. Lo he encontrado y respecto a su opinión sobre el amor -que podemos debatirlo cuando quiera... ¿se anima usted a subir una entrada a la zódiac?- le transcribiré las palabras elegidas por Fromm para iniciar su prefacio:

Si yo no soy para mí mismo, ¿quién será para mí?
Si yo soy para mí solamente, ¿quién soy yo?
Y si no ahora, ¿cuándo?

Refranes del Talmud

Louella Parsons dijo...

Decía Viktor Frankl que al hombre se le puede arrebatar todo salvo la última de las libertades humanas: la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias.
Esto lo cuenta en su libro ”El hombre en busca de sentido” en el que narra su experiencia en un campo de concentración y describe cómo a diario a los presos se les presentaban oportunidades de elegir entre ser moldeado como un recluso típico y resignado a su suerte o no olvidar nunca su dignidad humana. Y explica cómo algunos hombres en aquel campo se dedicaban a consolar a los demás o a compartir su trozo de pan, elegían mantener su independencia mental, mantener aquellos vestigios de libertad añadiendo a su vida un sentido más profundo.

Unknown dijo...

Por supuesto que lo recuerdo, Dña Tasmania, como también recuerdo esa cita del Talmud en su amplio prefacio, de Gino Germani, a la edición española de la editorial Paidos Studio ¡Qué progres éramos!
Me atrevo a subir a la Zódiac aún con temor a marearme, por este nivelazo que se respira a bordo, difícil de igualar.
Saludos.