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viernes, 26 de noviembre de 2010

marais

Les voy a dejar hoy un vídeo con una pieza de Marin Marais que se titula "improvisation sur les folies". La primera vez que escuché este tema fue viendo la película todas las mañanas del mundo en la que se narra la relación de Sainte-Colombe con Marais como maestro y alumno. ¿Honestamente? No me acuerdo de nada de la película (salvo de Anne Brochet, claro) y eso que Sainte-Colombe es uno de esos personajes íntegros, severos y parcos que debía desplegar en la viola todo aquello que callaba cada día.


Marais: Improvisation sur les Folies


Que no me acuerde de la película no significa que no haya escuchado a ambos músicos franceses. De hecho, durante una época de mi vida visitaba Francia con cierta frecuencia y acudía a una megaTienda de discos a curiosear. Mientras el 80% de los clientes franceses se dedicaban a bailar en el sitio escuchando hip-hop francés (Aristóteles: "Nada puede ser y no ser al mismo tiempo y en el mismo sentido" de dónde se deduce que el hip-hop francés no puede ser, pero en contra de toda lógica es un fenómeno que es. Maravillado me tiene la realidad), iba hacia la sección de clásica a rapiñar auriculares, escuchar a Sainte-Colombe y Marais y comprar discos con su obra. Y… bueno, a veces Brel, pero éste último es belga.


Pero la pieza que les traigo hoy es como los últimos cuartetos de Beethoven. Una composición que ustedes creerán que es música clásica porque oyen una viola, pero desde el primer armónico, pasando por el sonido del roce de las cuerdas con el arco o esa sensación que cuesta arrancar en ciertas notas, desperezando los dedos con la sensación de amanecer una mañana en la que esperamos mucho del día, para pasar a una última estrofa en la que la melodía vuela… es una obra que sobrepasa con mucho su época y su localización. 

4 comentarios:

Louella Parsons dijo...

Pues si la extraordinaria música que ha enlazado Mr NRQ parece anunciar el amanecer, déjenme traerles otra que refleja de forma increíble, lo contrario, es decir, el final, la muerte, la resignación….
Perdónenme si arruino el optimismo creo que merece la pena escuchar cómo un compositor logra reflejar en su obra su estado de ánimo.

Hablo del cuarto movimiento, adagio, de la novena de Mahler.
Toda la sinfonía tiene una fuerza arrolladora, parece que la música ha tomado forma física y podemos cogerla con las manos, pero el último movimiento (dicen que es el réquiem por su hija muerta), es sobrecogedor.
Mahler, después del vendaval de los anteriores movimientos, llega al final de la obra desvaneciendo, desvanenciendo…… la música de una forma prodigiosa hasta el último aliento. Fíjense cómo los arcos se deslizan sobre las cuerdas de los violines con una lentitud conmovedora, luchando para mantener el sonido de la nota agonizante, agarrándose a la vida desesperadamente pero sin rebeldía, asumiendo el final con resignación. Un final que te deja sin palabras, sin poder reaccionar.
Unos momentos musicales sin tiempo ni localización tampoco. Únicos.

La memorable versión que enlazo es la que dirigió Bernstein con la Filarmónica de Viena (era su preferida). Después de hora y veinte de sinfonía, observen el agotamiento de Bernstein, observen cómo siente esta gloriosa expresión musical del final de la vida, cómo lo comunica. Está exhausto. Es la entrega total del director a la obra.

José Antonio del Pozo dijo...

Hola: da gusto con ustedes, qué remanso de paz, que placidez de calma, qué ensanchamiento de la tarde, qué musical la musica que nos dejan... gracias

Nrq dijo...

le animo que vuelvan a escucharlo y que se centren en todos los sonidos que no son música, pero que acompañan a la melodía, incluso la forma de hablar

Carmen Quirós dijo...

Es magnífica. ¡Me ha encantado!