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martes, 16 de noviembre de 2010

Relativismo musical

Ayer me dijo una amiga que había ido al cine a ver la película "Come, reza, ama”, la protagonizada por Julia Roberts y Bardem. Por lo que yo pude entender, la cosa va de una americana recién divorciada que viaja por el mundo para “encontrarse a sí misma” (valga la horrorosa expresión).

Me decía mi amiga:

”- mira, Louella, la peli es tan mala que hay una escena en la que la protagonista está en Italia y mientras come un plato de pasta, suena de fondo una ópera y resulta que es ¡la flauta mágica, una ópera alemana!”.

(Querida C, le dije, justo castigo por ir a ver esa peli)

No es fácil encontrar gente aficionada a la música clásica en España, al menos en mi generación y posteriores. El otro día le decía a una pianista, ¿no crees que cada vez hay menos afición, que apenas hay conciertos de música clásica, que no se habla nunca de nuevos cantantes, intérpretes o compositores en los medios de comunicación? (no hay más que ver las contraportadas de los telediarios cuando les da por cerrar con música: “nuevo disco de Alejandro Sanz, concierto de David Bisbal, lady Gaga…..” y así todo).

Y me decía: ”en realidad, nunca ha habido afición a la música clásica en este país, nunca nos podremos comparar con el resto de Europa.”

Vale, es cierto.

Pero, ¿por qué no se empieza a promocionar esa afición, el gusto por esta música?

Además de la legendaria falta de afición, hay otros factores (crisis en las casas discográficas, alto precio de las entradas a los conciertos debido al caro mantenimiento de las salas sinfónicas y los altos cachés de los grandes artistas, falta de educación musical consistente, saturación musical del mercado, ausencia de mecenas o patrocinadores, publicidad arrolladora de la música “moderna”……) que no ayudan a la divulgación y promoción de la afición de esta música. Pero yo me quiero centrar en uno: el relativismo musical.

En la cultural occidental, tanto en Europa como al otro lado del Atlántico, desde hace algunos años y en nombre de lo políticamente correcto, la Alianza de Civilizaciones y el “todo es respetable”, se ha venido considerando “cultura musical” cualquier acontecimiento o composición musical ya sea Mozart, música “moderna”, étnica, experimental o lo que sea eso… uniéndolo todo en un multiculturalismo igualitario totalmente inaceptable.

La música clásica, una de las manifestaciones culturales más elevadas de la perfección, de la espiritualidad, de la estética, de la técnica…se está poniendo al mismo nivel a la hora de considerarla para subvencionar o publicitar que una pobre melodía magrebí o una canción pop.

Los cánones de la estética o las jerarquías establecidas que los definían han sido abolidos para dar paso a un modo relativista de clasificar cualquier manifestación como Arte. Y me pregunto entonces ¿en base a qué clasificamos ahora algo como Arte o Cultura? ¿a lo que está de moda? ¿a lo que más cotiza en el mercado? ¿a lo que representa fusión de culturas? ¿a lo novedoso?

A partir de aquí, ¿cómo se educa hoy a los niños en “cultura”?

El problema de todo esto y volviendo a la música clásica, es que, las subvenciones y ayudas que antes estaban dedicadas a la música clásica (en Europa, la mayoría de las orquestas viven del presupuesto público, no así en USA aunque éstas también están siendo afectadas por el recorte de sus patrocinadores en aras del multiculturalismo), han disminuido radicalmente para favorecer las nuevas músicas donde se incluyen, por supuesto, las de minorías étnicas, músicas populares, místicas o las experimentales (otro camelo para subvención).

A esto hay que añadir la creciente inmigración en Europa cuyos miembros formarán enseguida mayorías minoritarias y, como tales, solicitarán también subvenciones para sus manifestaciones culturales.

Al final, entre que cada vez acude menos público a los conciertos y éste ronda una media de edad cada vez mayor, me pregunto, ¿qué futuro le espera a la música clásica?

Algunas de estas reflexiones las desarrolló espléndidamente Fernando Peregrín en un par de artículos publicados en la revista Mundo Clásico.

Un día le comenté a Peregrín que la idea de Los Tres Tenores como divulgación de la música clásica entre los “profanos” no me parecía mal. Y él me daba la razón, decía que era una buena forma de empezar, independientemente de la opinión que tuviéramos los dos de ese “producto”.

Y cuando murió Pavarotti le pregunté por qué no escribía un artículo sobre este asunto. Me comentó que ya lo había pensado pero al final, no se animó. Una pena.

9 comentarios:

Noumenadas dijo...

El asunto es verdaderamente preocupante, querida LOUELLA.

Las más de las veces ya no distingue uno entre Radio 2 (Clásica) de RNE y Radio 3 (Pop). Incluso, con demasiada frecuencia, aquélla parece más hippy que ésta (lo cual no significa que en el mundo de la Clásica no existan almas heterodoxas; todo lo contrario, más que en el otro.) Por no hablar del programa de flamenco, que hace unos años sólo se emitía en Radio Clásica los sábados por la noche, mientras ahora nos obligan a... apagar directamente la radio al acostarnos, todos los días, porque parece que el flamenco (muy digno y maravilloso en su sitio), sea lo más clásico de la Música Clásica. ¿Concesión a la galería multicultural y a la ignorancia de los nuevos y (nunca me cansaré de decirlo) "abyectos" gestores de lo que ya se da en llamar, sin tapujos, "nuevo orden mundial"? Pues va a ser que sí.

Mire. Sin perjuicio de que, para la inmensa mayoría de los españoles, la Música Clásica es y siempre ha sido como el cáncer, lo que ha venido a rematar la ignominia -y en eso vengo insistiendo mucho- es el uso de Internet y su nefasto efecto añadido de...¡NEGAR LA REALIDAD NO VIRTUAL!

No se trata ya de no acudir a una sala de Conciertos, aunque sea para escuchar a una orquesta de segunda por 18 euros, en anfiteatro. También se trata de no ir a un paseo marítimo a contemplar una puesta de sol. También se trata de no dar una vuelta por una arboleda para hablar, en sana compañía, de las cosas trascendentes de la vida. También se trata de no mirarse cara a cara y a dos palmos. También de no visitar una exposición y no preferir contemplar el Renoir original al del formato "jpg". También, de preferir el youtube a estar dos horas ante el equipo de música y la pantalla disfrutando de Claudio Abbado, dirigiendo a la Joven Orquesta Simón Bolívar, cuando toca la Sexta de Tchaikovsky.

Repito (y amplío) lo que con cierta amargura insinué ayer. Ahora sólo hay mediocridad y porquería. La informática mató a la estrella de la Vida.

Unknown dijo...

Dña Louella:
Yo no véo el futuro de la música clásica o culta tan negro como lo pinta usted ni como lo plantéa usted.
En mi infancia/adolescencia había (y sigue habiéndo)una sociedad filarmónica en la ciudad que habito, que organizaba conciertos de gran nivel con artistas de primera fila (Jean Pierre Rampal, Joaquín achúcarro, Luis Galvez, Los Niños Cantores de Viena...), a los cuales no asistían más que un puñado de socios y, para hacer bulto, los que se nos permitía colarnos. Desde hace años el número de conciertos y de salas ha aumentado, así como el núnero de asistentes de todas las edades, hasta el punto de encontrar dificultad para adquirir una entrada. También ha aumentado el número de conservatorios y escuelas de música y los niños que dedican parte de su tiempo al estudio de un instrumento.
El mayor problema es que la música sinfónica, la ópera, etc, precisa de médios económicos porque son espectáculos caros y que requieren mucho personal y medios (la ópera, por ejemplo), sin embargo a nivel de grabaciones resulta más barata porque en el mercado discográfico existen ofertas muy dignas y a muy buen precio.
En los planes de estudios actuales, tan flojos generalmente, los niños estudian la asignatura de música desde la enseñanza básica; en mis tiempos la música sólo la estudiaban las niñas.
Un saludo y ánimo.

Louella Parsons dijo...

Querido JUANTE, estoy bastante de acuerdo con su comentario sobre Radio Clásica. Hay cosas muy buenas en esa emisora. Sólo tienes que tener la suerte de que las pongan cuando se te ocurre sintonizarla.

Don Jano, no sé, quizás soy pesimista, ojalá, pero sigo creyendo que la música clásica cada vez será más minoritaria.

Siempre hay esfuerzos encomiables por fomentar esta música como una fundación que existe en Luxemburgo que lleva la música clásica a personas que no tienen acceso a ella, desde enfermos de hospitales hasta presos de la cárcel pasando por todo tipo de personas impendidas física o mentalmente.

Anónimo dijo...

Tiene usted razón, estimada Louella, aunque sólo en parte. Quiza en el caso de España la cosa esté más complicada, pero no en todos los países es igual. Es cierto que las llamadas "grandes orquestas" y los divos cuestan mucho, pero cada vez hay más orquestas suficientemente buenas como para disfrutas el escucharlas y a la vez cada vez más gente dispuesta a hacer música en peqeños círculos locales. Comparto la afirmación de Jano de que ahora también los chicos y no sólo las niñas tienen que aprender música en el cole. En España, probablemente haya que trabajar más en la manera de transmitir la música y sin caer en relativismo a veces es necesario divulgarla por medios "más comerciales", popularizarla más. Mientras se siga considerando este tipo de música como algo elitista y menos recursos se le destinen más difícil será su acceso para el gran público. Pero insisto, yo no lo veo tan negro tampoco y sírvase un paseo por los programas de conciertos de las capitales europeas. En este sentido, los intercambios Erasmus, por cierto, también contribuyen a la difusión de la buena música entre los estudiantes españoles.

Unknown dijo...

No desesperemos y no confundamos.
La música clásica (término que algunos consideran incorrecto por englobar distintas èpocas y prefieren llamar música culta) es per sé elitista, del mismo modo que también es elitista la literatura y la pintura cultas por precisar un aprendizaje previo para poder entenderlas, aunque para apreciarlas sólo se necesita una predisposición personal-llamémosle gusto-y la oportunidad de descubrirlas. Partiendo de una sensibilidad innata hacia ellas, y tras su descubrimiento, el aprendizaje vendrá después, de la mano del interés y la oportunidad; también existe el camino inverso, el más lógico y habitual: descubrimiento + predisposición personal = gusto por algo (comida, bebida, lectura, música...).
Definir el arte es muy difícil y muy relativo por ser una interacción de muchos factores: el creador, la época y lo que en élla se considera talento, el medio de difusión y, por último, el receptor del mensaje: factores variables que inciden sobre un metalenguaje, más difícil de sintetizar y racionalizar que el lenguaje como expresión de los pensamientos de un colectivo (los hispanos, los germanos...). Para rizar más el rizo, existe un lenguaje corporal común a todas las lenguas y que todo ser humano entiende (risa, miedo, ira, duda...), y también, supongo, un sentido universal de lo básicamente estético marcado por por la propia naturaleza y su estructura (la simetría, la proporción, el color...). Mísmamente el humor varía ampliamente de unas culturas a otras (el teatro Kabuki japonés, con su lenguaje corporal tan estructurado, difícilmente podría llegar a un occidental, aún con cierta preparación).
La cultura, en general, no debe ser una imposición a los individuos de un colectivo pero sí un derecho, como debe ser un derecho la formación en todos sus niveles para el que la solicite.
Insisto: definir el arte es tan difícil y peligroso como definir el bien y el mal. Si Picasso en su juventud hubiera dibujado su Guernika en una blanca fachada de su Málaga natal, probalemente hubiera sido tachado de gamberro, aún reconociendo el talento de su dibujo y composición... Simplemente sería un graffitero que dibuja muy bien y años más tarde, ya consagrado, arrancarían la pared para colgarla en un museo. Asimismo, si Van Gohg viviera, se cortaría la otra oreja al saber que por sus GIRASOLES se pagó una cifra escalofriánte en una subasta; él, que vivió de la limosna que le pasaba su hermano porque nunca logró vender un cuadro.
Dejemos ahí, al alcance de cualquier mano, lo que hoy consideramos artes abriéndo nuestra mente emocional, artística, a lo que nos rodea sin ningún tipo de prejuicio y disfrutando de la creación de los demás y de la propia; así nunca nos equivocaremos ni seremos injustos con la creación y los creadores, y hasta podríamos comprarle un cuadro a Van gohg a precio de saldo. El arte/las artes no deberían ser elitistas en el sentido de exclusión de la mayoría ni estar sujetas a una regulación estrictamente académica, que decide qué es arte y qué nó. Todas las artes son subjetivas y necesarias como representación de nuestro hemisferio cerebral derecho, que gobierna el hemicuerpo izquierdo: el Ying y el Yang.
Un saludo a todos/as y perdón por el rollo.

Louella Parsons dijo...

Definir el arte es difícil, claro, y existen todas esas subjetividades y circunstancias a las que usted alude y con las que estoy de acuerdo pero esto no me impide seguir afirmando que la música clásica está en un plano superior a la popular, folklórica, étnica.....

Y ¿Perdón por el rollo?

Al contrario, don JANO, me ha gustado mucho su post y le agradezco mucho sus reflexiones.

Y mientras leía la parte del aprendizaje, me acordaba del caso de una prima mía sordomuda a la que se le implantó un chip en el oído cuando tenía unos veinticinco años. Empezó a oir poco a poco sonidos, voces....y cuando oyó música por primera vez, no la entendió, no entendía esa sucesión de sonidos, no le decía nada una melodía. Sólo oía ruido.
Me gustaría saber si ha logrado entender la música.

Monsieur de Sans-Foy dijo...

En España, la masa ovina televidente no sabe qué es eso de la música clásica. ¿Y por qué hay que angustiarse? Mira lo que votan.
Que les den.

Cuando tienes cariño por alguien, le enseñas las cosas buenas del mundo que te ha sido dado conocer: le enseñas tus montañas, a hacer salsa vizcaína, y las variaciones Goldberg.
Cuando le tienes cariño a alguien, tratas de compartir con él lo mejor. Y ahí está la música clásica, la ópera, el jazz, el flamenco...

Pero mira, LOUELIÑA. Yo me encuentro demasiado poca cosa para redimir al mundo. Ni siquiera a mis paisanos. Sobre todo, a mis paisanos.
A los que tengo cerca, les ofrezco lo que tengo, pues todo lo que yo sé me lo ha enseñado alguien.
Al resto... que les vayan dando.
Hoy tengo el día faltón.

Besos

Eugène

Noumenadas dijo...

Así es, Monsieur. Justo así. Es muy poca la gente que le rodea a uno, a la que se le pueda tener tanto cariño como para hablarle de Bruckner y Brahms.

Suscribo su impecable comentario.

Tasmania dijo...

Huxley dijo algo así como que después del silencio,lo que más se acerca a expresar lo inexpresable es la música.

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