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meteórico
Spiro Agnew. A lo mejor este nombre no les dice nada, pero fue vicepresidente con Nixon tras salir elegidos en 1968. Nacido en Baltimore, de religión episcopaliana, creció como demócrata y, al cabo de los años decidió cambiar al republicano. Éste no es un movimiento inusual y un ejemplo reciente que todos podemos tener en mente es el actal alcalde de NYC, Michael Bloomberg; demócrata hasta el 2001, republicano hasta el 2007 y actualmente independiente. Vamos, toda una evolución natural… y conservando el cargo, que fue elegido alcalde en el 2002. Pero volvamos a Agnew. Fue jefe de campaña para la elección al Congreso (Cámara de Representantes) de James Deveraux, un general de una estrella retirado, para el que consiguió ganar 4 elecciones, 8 años de representación. Entonces decide entrar él mismo en política y comienza por candidaturas de representación territorial llegando a ser gobernador de Maryland en 1966. Aquí es dónde lo que antes parecía un buen ritmo se convierte en una carrera meteórica, porque está en la oficina de Gobernador durante sólo dos años con una campaña presidencial en medio. Sale elegido VP gracias a la percepción de sueño americano que dejaba traslucir al ser descendiente de griegos, pero no de religión Ortodoxa como pudiera ser el posteriormente candidato Dukakis. Su candidatura a la vicepresidencia fue respaldada incluso por el propio Nixon, es decir, en ningún caso fue un candidato puesto ahí para ganar California, Texas o el Noroeste. Era un candidato muy bien posicionado a nivel de marketing. Media sonrisa que proyectaba simpatía y bondad, mentón poderoso que comenzaba en graciosos mofletillos, frente despejada y ojos coronados por el arqueo de unas cejas que se enfrentaban en linea recta una a otra sin, por supuesto tocarse. Incluso su gesto serio transmitía confianza y seguridad. Vamos, todo lo atractivo en imagen que Nixon no era. Puntualizar aquí que, desde que decide entrar en política hasta que es nombrado candidato a la vicepresidencia han pasado 11 años… sí solamente 11 años.
Claro representante de la, bautizada por Nixon, mayoría silenciosa, estos eran todos aquellos americanos que no protestaban contra la guerra de Vietnam o que no pertenecían a la contracultura. El concepto ha sido, desde mi punto de vista, uno de los mejor acuñados pero precisamente por lo que implicaba, de los menos efectivos. Hoy en día seguimos viendo cómo la gente que se echa a la calle, y para eso la izquierda se ha organizado siempre mucho mejor que la derecha, consigue que se hable más de ella en los medios. Al lograr este objetivo la realidad queda empapada por las imágenes. Entonces los que viven lejos de dónde suceden esas acciones tienden a generalizar y se percibe que el resto de la realidad se comporta de la misma manera. Lo hemos visto con cada reunión del G-7 / G-20 y las manifestaciones AntiSistema (¿AntiSistema? Esos desplazamientos debe financiarlos alguien y no hay nada más ProSistema que la financiación) o, volviendo a la época de nuestro protagonista de hoy, prueben a pensar en qué imágenes le vienen a la cabeza si yo digo "años 60". Por tanto la mayoría silenciosa no impregna porque no vende bien su concepto ya que su concepto es difícil de vender de forma consecuente a voces.
Pues este señor tan discreto, tal atildado, tan dulcemente sonriente, el Bona-Fide de la administración Nixon, dimite el 10 de Octubre de 1973 por cargos de evasión fiscal en la que se hizo un alegato "Nolo Contendere", es decir, no me declaro ni inocente ni culpable. Todos sabemos lo que esto implica; procesamiento. Seguir la pista del dinero fue, en el caso de Agnew, bien sencillo. La trama es divertida por lo poco sutil., llegando a dar la sensación de descuidada. Pero lo más curioso de todo es que su dimisión hace que se elija VP al líder de la mayoría en el Congreso, representante por el estado de Michigan, Gerald Ford, que tras la dimisión de Nixon, ocho meses más tarde, se convertiría en el 38º Presidente de los Estados Unidos. Meteórico, ¿no?
6 comentarios:
El periodista Federico Jiménez Losantos solía hablar de “la derecha maricomplejines”, que no se manifiesta porque no lo considera de buen tono, cuando lo que yo creo es que en realidad no sabe. Y claro, así la izquierda oficial, oficiosa, movimientos de la progresía más o menos civilizados (los ‘antisistema’ que menciona D. Nrq) y otra parentela le comen la merienda de manera descarada.
Algunos ejemplos de nuestro suelo patrio para refrescarles la memoria: el “No a la guerra”, el Prestige,… De algunos otros más dolorosos, por el origen y el resultado que tuvieron (13M: ‘pásalo!’), prefiero no hablar.
Buenas tardes a todos. Back to school!
PD. Que sepan que les he seguido en la distancia, aun con precarios medios.
Vaya, don NRQ, qué descoloque!
Cuando todo el post parecía ir encaminado a ensalzar las cualidades de Agnew, llego al último párrafo y me encuentro con que tuvo que dimitir por evasión de impuestos.
¿Y cuándo evadió impuestos? ¿siendo ya VP? Porque si es así, es absolutamente incomprensible. Qué forma más burda de terminar una carrera política meteórica y completamente exitosa.
A mi también me gusta el término mayoría silenciosa
Y aunque a estos ciudadanos que conforman esta mayoría no se les oiga, ya se sabe que representan una masa electoral nada desdeñable y los políticos no saben cómo abordarla, manejarla o calcularla.
Cuando Bush hacía campaña para lograr su segundo mandato, practicamente todos los medios de comunicación americanos y del resto del mundo estaban en contra de su nueva reelección y, sin embargo, volvió a ganar. Sólo fue explicable por la gran cantidad de información que circuló a través de webs, blogs y otros medios que ofrecía Internet, lugar donde ahora una gran parte de esa mayoría silenciosa grita sin dar la cara, sin miedo, sin comprometerse y desde el sillón de su casa.
Y si antes esta mayoría no se pronunciaba y los políticos no podían cuantificarla, ahora que lo hace a través de Internet, los políticos siguen perdidos.
Al final la mayoría silenciosa es la que da y quita gobiernos. Y se silencia bien porque se avergüenza de la opción política elegida, bien porque está amedrentada, bien porque se guarda para sí sus cosas...
Estoy de acuerdo, es un término exacto. Tan exacto que abruma.
No solamente la izquierda hace más ruido en la calle y es más eficaz de cara a la galería, a los medios y al electorado. Acabo de presenciar un debate en Veo7 y, de seis tertulianos, los dos proclives a Zapatiesto -un tal Pedro Calvo y un tal Carlos, de RNE- han montado la zapatiesta comiéndose literalmente a los otros cuatro, más cercanos obviamente al PP. (Y no llevaban razón en nada, que es lo triste.)
El otro día, tres cuartos de lo mismo con esa bestia inmunda llamada Enric Sopena. Insultó gravemente a Aznar en La Noria y no pasó nada.
Lo siento, pero he de decirlo: en la derecha apañola no existe actualmente una sola persona que pueda plantar cara en plan bronco, cuchufleta, irónico, cínico, retórico, satírico y sardónico, en los mismo términos que lo hacen unos cuantos pájaros y pájaras de la progresía.
Y una cosa he aprendido: no sólo hay que ponerse a la altura del otro en el debate político (y quizás en el personal, aunque no sea el momento de valorarlo), sino superarlo aunque sea un milímetro más.
La derecha apañola tiene que encontrar aún a su mosca cojonera.
Juante;
no creo que lo que se necesite, o al menos lo que la oposición crea que necesita, sea ser más bronco que el que se tiene enfrente. Esta mañana escuchaba a Matilde Fernández hacer unas declaraciones, circunspecta y con gravedad, respecto al trámite en el Senado de la Reforma Laboral. Literalmente no ha dicho nada, pero nada de nada. Un opositor inteligente empezaría pidiendo que explicara lo que acababa de decir.
Al margen de bronca o no bronca, estamos plenamente de acuerdo, NRQ. La oposición a Zapatero es paniaguada y el populacho (por llamarlo de alguna manera) permanece inane ante las tomaduras de pelo constantes del iluminado mesías progre de León.
Esta mañana hablaba Carmen Gurruchaga del vídeo de compadreo de los cooperantes y su raptor. Tanto eso como la parafernalia que han montado los catalanes para convertir el gesto de Zapa en una "gesta" nacionalista, se ha trasladado a la opinión pública como una película de Disney. Y la cuestión es que cuela. ¡Cuela! en el sentir popular lo que sea.
Ha colado Melilla. Cuela que Rubalcaba afronte eso y lo de Afganistán, como si fuera (que lo es) plenipotenciario. Y cuela que "no estemos en guerra", pero que Aznar sí nos metiera en poco menos que la tercera guerra mundial (según los actores de la ceja que, mire por dónde, no aparecen: están en sus islas y en sus yates.)
En fin, es un país patético donde falta mucho ingenio y toda la inteligencia para contraatacar tanta ignominia progre impune y agresiva. No basta, no, con un Rajoy y una Soraya, que parecen más bien plañideras que se quejan sin ganas y porque los han sacado del chiringuito a la fuerza, para que se luzca la Vogue.
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