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martes, 31 de agosto de 2010

símbolos

¿Se dan cuenta de toda la polémica que hubo con el tema de las estatuas de Frank y la eliminación a piqueta de las inscripciones del CSIC? Desde mi punto de vista la historia es la sucesión de hechos que un pueblo en concreto de una u otra manera ha permitido que ocurra. Si Franco ganó la Guerra Civil fue porque no estaba solo. Hitler ascendió al poder democráticamente. La Unión Soviética fue una revolución popular. Pol Pot, al mando de 1.500 militares toma el poder, pero a nadie que haya leído un poco del tema se le escapa que los aldeanos jugaron un papel decisivo. En ejemplos no totalitarios la Democracia española, como comentaba el otro día, fue una espera paciente, la rebelión americana se hizo partiendo siempre del ánimo de los colonos y la formación del estado de Israel ha sido una progresiva llegada de personas al medio de un desierto. A fin de cuentas, esto es la historia y renunciar a ella a nivel de acontecimientos negativos, ocultarla o disfrazarla lo primero que puede acarrear es repetirla. Por eso se pueden visitar los campos de concentración, no se han tapado los impactos del techo del Congreso de los Diputados y Lenin sigue en la Plaza Roja. Un gobierno puede creer que al llegar al poder, democráticamente o no, el pueblo le respalda mayoritariamente y eso le legitima para tomar ciertas medidas. Pero un gobierno sin mucha perspectiva no es consciente de que ciertos actos se proyectan hacia el futuro y una decisión hoy es un lastre mañana del que se habrá que recuperarse. Ahí tienen de nuevo el ejemplo de la Alemania de Hitler o de Rusia, un país enorme sometido por imposición del mandato soviético, que es una sucesión de secesiones y que arregla sus diferencias a tiros, independentistas o mafiosos.


En otros casos, ejemplos y símbolos de otra época se recuperan para intentar ganar de golpe una grandeza que la historia, y sobre todo los actos, no han dado aún (de hecho este tipo de gente tiene pinta de no lograrlos nunca). Esto ocurrió con el fascio en la Italia de Mussolini. Benito recupera el símbolo de la República Romana para transmitir que es el heredero de la más grande civilización que había pisado la tierra. O Frank con el yugo y las flechas, símbolo de los Reyes Católicos. O, por desgracia y con un origen menos admirable, la simbología comunista que, inexplicablemente y tras todo lo ocurrido en distintos países, sigue saliendo con orgullo a manifestaciones y protestas. Pues algo parecido pasa con un símbolo del que se ha adueñado el Tea Party; La Bandera Gadsden. Gadsden fue un militar del siglo XVIII que lucho en la indepencia americana y creó una bandera con una serpiente y una leyenda "Don't Tread on Me" ("No me pises"). Esta bandera, o adaptaciones de la misma, fueron utilizadas como Navy Jack, es decir, pabellón marino, de la Navy y, ya recientemente, todo aquel que tuviera cierto afecto por su país y el mar, tenía una de estas banderas en la pared de su casa o en su barco. La bandera Gadsden era un símbolo del país como pueda serlo el Lincoln Memorial. De hecho Sam Seaborn (hacía mucho que no sacaba "El Ala Oeste") tenía una colgada en su despacho. Ahora bien, esta bandera se ha convertido en el símbolo del Tea Party y, lo peor, es que ya hay un caso en el que un ciudadano de Arizona, por provocar y en el estado de la controvertida ley de inmigración, ha colgado una de estas banderas en el porche de su casa y la asociación de vecinos le ha pedido que la retire. Andy C. McDonel, que así se llama el ciudadano, ha dicho que lo hace por el significado histórico y por nada más. Total, estamos ante uno de esos ejemplos de concatenación de despropósitos. El Tea Party por acudir, como Mussolini, a un símbolo que no tiene nada que ver con ellos, pero rememora tiempos gloriosos. McDonel por provocar, la asociación de vecinos por respaldar la pérdida de significado de una bandera de la marina al, abiertamente, reprobar su exhibición y, finalmente, el Smithsonian o quién haga falta para preservar el significado histórico por no salir publicamente a decir que el Tea Party no tiene motivos para adueñarse de nada.


Y así, parafraseando a Reverte, símbolo a símbolo, vamos dejando derrumbar la historia (aparte de que da la sensación de que los antiguos eran mucho mejores diseñadores que los contemporáneos).

2 comentarios:

Nrq dijo...

De hecho, recientemente, ha hablado Pilar Ordóñez la diseñadora del "No a la guerra" y decía de su diseño:
«Que se utilizara fue la única cosa negativa que se me quedó de aquel logo», comenta la actriz, que lamenta que se estableciera «como un símbolo de asociaciones y partidos políticos determinados». «No es que fuéramos apolíticos, porque evidentemente lo que hacemos es política social, pero lo cierto es que yo no pertenezco a ningún partido».

¿Apropiación? ¿Oportunidad? No sé. Según cuenta era un logo para pedir el fin de todas las guerras y, en España, llegó un día en el que lo que sucediera en Irak dejó de importar y nos fuimos a preocupar por los árboles del Paseo del Prado
...
...
... y sin logo

Tasmania dijo...

Pero los símbolos son importantes N. Nos hacen sentir parte de algo, aunque ese algo proyecte un mensaje diferente del original...

Por eso los símbolos, cuando trasladan bien el mensaje, son poderosísimos... El gobierno de Hitler, sin ir más lejos, o el "nunca máis" del Prestige...