No me digan que no parece el titular de un artículo periodístico: "La satisfacción sexual promueve el desarrollo de la personalidad"
Pues bien, la teoría psicosexual del desarrollo de la personalidad, planteada por Freud, definitivamente tiene que ver con el placer. ¿A qué se deben las diferencias de personalidad? Freud descubrió que la infancia es la clave para comprender la personalidad única de cada individuo. ¡La infancia determina el destino! La personalidad con la que vivimos hoy, esa misma que nos sirve para encontrar pareja, llegar siempre tarde al trabajo y mantener la casa impoluta, se forjó en medio de las penas y dificultades de la niñez. De hecho, Freud postuló que, al llegar a la pubertad, el individuo ya es un producto terminado.
Pero, ¿de qué depende esa singularidad? Fíjense en esos pequeños anuncios que publican los diarios: "Mujer soltera busca hombre que no fume y que tenga hábitos saludables, para pasear por la playa y conversar" No se qué opinan pero a mí esos anuncios me producen desconfianza. ¿Cómo es realmente esa mujer? ¿Después de varias citas y enfriado el subidón -si lo hubiera- será tolerable? ¿Qué caprichos tendrá, que particularidades la definirán? ¿Hablará demasiado de sí misma?... Aquí es donde interviene la personalidad. Tras las máscaras genéricas que todos nos ponemos se oculta lo que hace de cada uno de nosotros un ser especial e irrepetible.
Cierto, resulta difícil encajarlo pero el tiempo me dice que sí, que en verdad poco podemos hacer a partir de la pubertad de nuestros hijos respecto a su personalidad. Y si llevamos al límite (o no tanto) el discurso de Freud podríamos asegurar que algunas de las características de los adultos pueden ser consecuencia del modo en que sus padres les enseñaron a utilizar el orinal.
Aún podemos evocar algún recuerdo de cuando teníamos dos o tres años.... ¿Utilizó usted chupete? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Se chupaba el pulgar? ¿Era usted muy "oral"? ¿Suele llevarse lápices a la boca? ¿Es usted sarcástico?... Ajá -diría Freud- !usted quedó fijado en la etapa oral¡
miércoles, 29 de diciembre de 2010
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6 comentarios:
Me he pasado mis últimos años luchando contra la imagen que de mí mismo se había forjado. Digo "se" porque la supongo como el producto de esa infancia y pubertad. Me parece desagradable culpar a los progenitores, más aún cuando no hay nada objetivable como violento o inadecuado en la educación recibida. Tan sólo sucede que, a veces, las mejores intenciones no ofrecen los mejores resultados en la vida que nos organizamos. Crecemos intentando ceñirnos al estilo A, pero en nosotros anida o nos atrae el estilo B... y es muy difícil hacerlos coincidir... puedes mentirte un rato, algunos lo logran toda la vida, pero -al final- se ven los claroscuros.
Supongo que es peor cuando alguien intenta reconstruirse esa etapa de formación, años más tarde (¿será eso el "eterno adolescente"?) o será más bien que, cuando dejas salir el autentico carácter que hay en ti, va tropezando con cada elemento que has ido adquiriendo a lo largo de la vida.
Vds. disculpen... He tenido tardes mejores.
Bueno Artanis, es posible que haya tenido tardes mejores, incluso días mejores pero comparto con usted que cuando saltan los claroscuros... mnmnmhhh sí, definitivamente, es mejor ser uno mismo desde el principio... aceptar sus propias reglas, las de su superyo o, si lo prefiere, las de su Hyde...
Pues voy a discrepar de vd. Dña. Tasmania... algunos se sienten bien en la inflexibilidad de sus propias normas. Pero a veces, aparecen factores inesperados. Y se cambian... o lo que jode más, nos hacen cambiarlas. Pero es que ese nuevo factor no es como los anteriores, no nos hace sentir ni entender ni ver las cosas como los anteriores.
Y si pasamos de ese nuevo factor, o intentamos tratarle con las mismas normas que hemos aplicado a los anteriores que hayamos aprendido o conocido, sería como decirle "no, nada hay valioso en ti. Nada me has enseñado. Nada te he mostrado que cambie la imagen que tengo de mí mismo."
Pero sabemos, muy dentro, que no es cierto. Lo dije aquí hace unos días... a lo largo de nuestra vida aparecen tres, cuatro, seis personas que marcan la diferencia. Pasar de ellas, tratarlas como a iguales frente a la plebe común, frente a las otras porciones del queso de la sociedad, sería peor que injusto, peor que un crimen, peor que un pecado. Es una mentira hacia nosotros mismos.
Todos tenemos un Hyde dentro. Lo usamos para que no nos dañen, para anestesiarnos, para estar muertos en vida... aunque sintamos placeres ocasionales. Pero, una vez descubrimos algo más... sabemos el beneficio de romper las normas, modificar nuestra personalidad -aún forjada en la infancia - y mandar a Hyde a tomar por el culo. Con amabilidad... pero a tomar por el culo.
"El sueño de la razón produce monstruos", dejó dibujado el pintor.
El calentón antes del subidón no nos deja ver el bosque de los humanos tiranos y adolescentes como Zp. Él, al menos, no disimula su cortedad. Otros -los más- hacen como Cristian Bates en American Pshyco: se emplean a fondo con indisimulados tics fascistas, que luego embadurnan de purpurina de nula pureza.
Es muy cierto lo que dices, una vez más, Tasmania. Lo que vendrá después, la resistencia perversa a vivir en el sofá, de quienes se la dan de "guays" por decreto de Peter Pan. El no saber qué es eso de pasear por la playa para contemplar una bonita puesta de sol, ni falta que les hace a sus mendrugos regurgitados. La insoportable inanidad de algunos seres, que ya fuera puesta a prueba en el 68, porque el humano, no es divino.
En fin, precioso christmas el tuyo, de este día; lo he de reconocer. Muchos seres de esos que se quieren creer "humanos", en el pecado llevan la penitencia, aunque sea su lugar común. Yo rompo una lanza por la bondad, sin paliativos... una vez que he visitado el otro sitio.
Juante, supongo que el paso del tiempo nos hace algo desconfiados, nos protegemos mal que nos pese... bastante mal rollo hay por ahí como para, encima, crearnos nuevos sufrimientos.
Yo supongo lo mismo, mi querida Tasmania, sin perjuicio de haber metido la pata más de lo que hubiera querido, pues errar también es de humanos. Un beso.
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