¿Alguna vez se han fijado en el comportamiento de un perro ante un espejo? Lo que suele hacer es ladrar a su imagen o quedarse mirando, atontado. Reconocerse en un espejo es una habilidad bastante avanzada y los perros todavía no han demostrado que la tengan. De hecho, reconocerse en un espejo es una habilidad eminentemente humana aunque, al menos, una investigación ha revelado que los chimpancés jóvenes se pueden reconocer a sí mismos en un espejo.
Desarrollar el sentido de uno mismo significa que se ha alcanzado un estado de autoconciencia. Y se preguntarán ¿a qué viene todo esto? Pues a que he recordado un sueño que durante mucho tiempo me atribulaba... hasta que descubrí que se trataba de un sentimiento de autoexposición y por tanto de conciencia de mí misma. Les cuento:
Soñaba que estaba desnuda en un lugar público. En uno de esos sueños me veía en la escuela cubierta únicamente por un abrigo, mi abrigo del uniforme y ni ropa interior llevaba. El significado de esos sueños me preocupaba mucho. ¿Era el abrigo un fetiche para mi? ¿O era yo, sencillamente, una exhibicionista?
Me alegró descubrir que esos sueños tenían que ver con la conciencia de mí misma. Todos nos sentimos especialmente conscientes de nosotros mismos y expuestos ante los demás en ciertas situaciones.
Para unos esa situación puede ser hablar en público, para otros, bailar en una discoteca.
lunes, 6 de diciembre de 2010
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4 comentarios:
En todo caso, se trata de un bonito sueño buñueliano que denota que estás abierta a la comunicación. Y sin pasar frío, lo cual ya es todo un prodigio de autoafirmación en sólidas convicciones.
Disculpen vds. que me lance tangencialmente en brazos del cine, pero recuerdo a un ocasionalmente brillante crítico y escritor que dijo una vez que cuando en una película mostraban ese momento en que un personaje se mira en un espejo, mostrando su desesperación por el medio de romperlo/romperse él mismo en el reflejo, la película -para él- caía en el tópico y dejaba de interesarle.
Es excesivo, claro. Pero es cierto que en el cine (y en gran medida en el melodrama clásico hollywoodiense, por ejemplo, tan mal digerido por Fassbinder y el manchego telefónico) ha asomado Lacan, el reflejo, el espejo como símbolo.
Dña. Tasmania nos expone su "exposición" y yo -haciendo un soberano ejercicio de madurez casi insólito en mí- no abusaré de su postura (con perdón), ni cederé a mis chanzas habituales.
Suele decirse que hay sueños comunes, como son volar o estar desnudo, perder alguna facultad que nos habilita a comunicarnos o perder la memoria del idioma común o que nuestros congéneres hablen una que desconocemos, o bien que entablemos contacto con gente amada, ya desaparecida.
Esos sueños comunes y recurrentes crean -más que el manido tópico explotado antes en consultorios de revistas baratas y hoy en los callTV- en mi opinión, un mapa de zonas comunes, de espacios compartidos más que de significados concretos. Como un scanner o la imagen de un termógrafo, indicarían miedos, pasiones, ansiedades, apetencias comunes.
Por lo que sabemos de vd., Dña. Tasmania, dudo que en sus comparecencias para hablar en público sienta aún el miedo bisoño a la exposición. Seguro que no necesita quitarse el abrigo para captar su atención. Aunque preparase el discurso cinco minutos antes.
Gracias por sus interpretaciones queridos... debí haberles confesado mis tribulaciones antes, me hubiera sentido mejor, menos ¿expuesta?
D. Artanis, está usted desconocido...
Será el "lacanino" que hay en mí...
Guau, guau...
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