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domingo, 5 de diciembre de 2010

clásicos

Háganse esta pregunta y sean sinceros con ustedes mismos; he leído el Quijote? Pero no vale la respuesta de "sí, en el colegio". Si han respondido afirmativamente prueben ahora a repetir la misma pregunta a sus amigos, conocidos o familiares. Si encuentran a más de dos en su muestra, contando con ustedes,  se en encuentran muy muy muy a la derecha de cualquier distribución. 
Ni hablamos ya de "Niebla", "El Árbol de la Ciencia", "Las Inquietudes de Shanti Andía" o "Luces de Bohemia" (porque "Los Episodios Nacionales" ya exceden con mucho cualquier intento).

Obras todas ellas condenadas a lectura obligatoria en nuestro bachillerato, no quiero preguntar en el actual, se confunden con novela juvenil y se destierran en una estantería dónde el lomo negro con el logotipo blanco de Ediciones Cátedra, forma parte de un una imagen demasiado permanente para el reconocimiento que nuestra literatura merece. Pese a la campaña sufrida los últimos años, recuerden que nuestra literatura no nació en el 27 y, por favor, dediquen un poco de tiempo a nuestros clásicos.

7 comentarios:

Louella Parsons dijo...

Me pregunto si no habrá sido contraproducente que nos hayan hecho leer los clásicos en el colegio, al menos, de la forma en que lo hicieron, es decir, con un examen después.

Leías los libros para pasar el examen y, a no ser que alguno de ellos te gustara mucho (a mi, Las inquietudes de Shanti Andía me encantó, quizás por sentirme identificada con vivencias y lugares del protagonista), el resto de los libros los leías casi por encima sin apenas apreciar su valor literario.

Luego, pasan los años y siguen sin moverse en el mismo sitio de la biblioteca porque como "ya los has leído"....

Prometo ponerme con El Quijote un día de estos.

Unknown dijo...

D. NRQ y Dña Lou:
Sí he leído el Quijote, primero por obligación en el colegio; mandato de una profesora de literatura más cursi que llamar a rancho con violín y bastante puñetera, que nos marcó unos capítulos determinados de los dos tomos y nos examinó a final del curso: el capítulo XXVI.
Ese mismo verano me leí el Quijote entero en las vacaciones, después lo he leído otras dos veces más, también la Interpretación Del Quijote, de Martín de Riquer, y ql Quijote de Avellaneda, tan denostado pero recomendable.
La lectura puede ser impuesta pero si descubres un motivo de placer...Vienvenida.

Unknown dijo...

PD:
Se me olvidó decir que me he leído, con sumo placer, las obras de Baroja también en las vacaciones de verano en mi adolescencia, y las Inquietudes de Santi Andía me parecen una gran obra.

Tasmania dijo...

Y sigue igual... en secundaria los inundan de literatura clásica que ni les gusta ni les apetece... mi hija los leía en vertical (maldita la hora en que le enseñé a hacerlo)

Por eso es tan cierto que los jóvenes leen sólo si sus mayores leen y entonces, entonces sí, recuperan obran tan maravillosas como el Romancero Gitano, autores como Garcilaso, Calderón, San Juan de la Cruz, Lope de Vega... y Cervantes, por supuesto, por supuesto y por supuesto.

Louella Parsons dijo...

Bueno, don Jano, después de leer su post, me pongo presta a lo del Quijote ahora mismo.

Gladius dijo...

Yo añadiría algo más: no sólo no los han leído, sino que te contestan medio horrorizados, medio incrédulos, que cómo puedes haberte tragado ese tocho. Y mientras sujetan en la mano un best-seller de más de mil páginas...

Sara Mansouri "Saroide" dijo...

A mí "El árbol de la ciencia" me encantó. Lectura de instituto, en efecto, pero marcó mi juventud ;)

Pero vamos, suscribo totalmente lo que dices, para muchísima gente es difícil volver a aproximarse a la literatura clásica, por el tufillo a examen o comenrario de texto (¡ay, esos lomos de Cátedra, es verdad! Y qué me dices esos comentarios densos a pie de página, que ocupaban más que el texto). Cuántas cosas pudieron enseñarnos mejor: como el Inglés sin esas soporíferas listas de verbos irregulares una y otra vez o las Matemáticas con un poco de pasión (a mí se me atragantaron aquellos galimatías de números, ahora es cuando veo la belleza y utilidad de las Matemáticas, con el tedio que me producían entonces y la de veces que suspendí por no entenderlas así), etc.

Malos métodos para la lírica.