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lunes, 13 de diciembre de 2010

espera

¿Han visto una película que se llama "En busca de Bobby Fischer"? Durante una época no tenía ni idea de cómo se titulaba en realidad, porque la copia que tenía en casa, y que vi incontables, se titulaba "Innocent Moves", pero luego vi que también tenía en inglés el título de "Searching for Bobby Fischer"… bueno, un lío hasta que me enteré que Innocent era el título que se le dio en UK. Vamos, que no sólo la fastidiamos en España con la manía de traducir los títulos de las películas. Otros mucho más honorables comenten, en ocasiones, errores más torpes.


La película está basada en la historia de un maestro de ajedrez, Josh Waitzkin (es real, existe y tiene ahora 34 años) tal y como la cuenta su padre en un libro del mismo título, en la que se refiere a sus comienzos en el ajedrez a muy temprana edad. En ciertas ocasiones de la película, al hacer referencia a Fischer aparecen imágenes del campeón del mundo mientras que la voz de Max Pomeranc, el actor que da vida a Waitzkin habla en off. En una de las escenas de la película habla de cómo Fischer enfrentó la partida del campeonato del mundo del '72. Tal y como lo refiere el guión dice " Soon after arriving, he offended the Icelanders by calling their country inadequate because they had no bowling alleys. He complained about the TV cameras, about the lighting, about the table and chairs, and the contrast of the squares on the board. His hotel room, he said, had too nice a view. None of this had anything to do with chess of course. Or maybe it did".


Fischer manejaba el escenario como nadie. Aterrizó solo en Reykjiavik mientras Spassky iba acompañado de un ejército de grandes maestros y un ejército de comisarios políticos. ¿Qué hizo Fischer? Se puso a hablar de todo menos de ajedrez. Llegó tarde a Islandia, transmitiendo el mensaje de que no iba a competir al dudar de la neutralidad del campeonato. Habló de todo menos de lo que iba a hacer allí, despistando a los soviéticos buscando atrerles al meterse con los islandeses y la organización. Cuando los soviéticos estaban suficientemente extrañados ataca a Spassky y su incapacidad de ir solo a ningún sitio. Nunca he creído en la expresión "no tiene nada que perder", me parece una expresión absurda de preConsuelo. Desde luego, a Fischer le molestaba perder. Desde luego tenía mucho que perder; un campeonato del mundo, con lo que podemos concluir que lo que quería era ganar, pero le pasó la presión a los rusos y a los islandeses.


… Y hecho.


De acuerdo que era un gran maestro y eso le coloca muy por encima de la media a nivel de capacidad e inteligencia, pero se las bastó solo para desequilibrar a toda una organización y eso, por muy capaz que seas, no es fácil. De ahí la genialidad. En cambio nosotros nos enfrentamos varias veces al año a técnicas de despiste y de traspaso de presión de lo más burdas y estúpidamente aplaudidas. Mourinho hablando de perros y gatos o el gobierno liberando órdenes con efectos mediáticos para pasar de tema en la primera página de los periódicos.


¿Un ejemplo de cómo se deben hacer bien estas cosas? Truman, en la campaña del '48 dejó que los repúblicanos hablaran de lo que quisieran y estos no hablaron de nada. Ceder turno no es algo que parezca tener mucho que ver con la política, ¿o puede que sí?

4 comentarios:

Tasmania dijo...

Interesante la historia que nos traes N y que ya me habías comentado en alguna ocasión.

Respecto a si ceder turno tiene algo que ver con la política... si no lo tiene debería tenerlo.

Nrq dijo...

lo malo es que si se cede turno, se comunica mal el silencio. Parece que no se tiene nada que decir, cuando lo realmente valioso es no tener que decir nada

Gulliver dijo...

Interesante análisis, maese NRQ. Ciertamente, lo más valioso es no necesitar decir nada.

Unknown dijo...

En política no habría que ceder el turno, me parece. Habría que ganárselo, que para eso está la alternancia natural que puede derivarse de las elecciones en los sistemas democráticos (de los otros, ni hablamos).

Pero claro, para ganárselo hay que currárselo. Lo que presupone que tenemos políticos capaces y trabajadores, dispuestos a ofrecer alternativas a los ciudadanos sobre los temas que les preocupan. Y a batirse el cobre por demostrar que lo saben hacer.

Y también ciudadanos que votan en conciencia y con conciencia de lo que hacen.

Mucho pedir, me parece.