Confieso estar angustiado. Me da miedo. Siento repelús cada vez que me enfrento a algo como lo último de Almodóvar, Verdú y Bardem, poco menos que arengando a las masas desde las suficiencias y megalomanías más escatológicas que, al parecer, les genera el celuloide y derivados. Tengo que reconocerlo abiertamente: me siento incómodo y un poco perdido -me entra vértigo- cuando por equivocación veo algo de "Página 2" de la 2, en TVE. Tanta imagen quemada a propósito, plano aberrante, enfoque de arrastre, diferencial, punto de vista enfático, cámara errática y, sobre todo, una cochambrosa puesta en escena del locutor maleducado -el calvete del Barça- que no sólo luce camiseta desvaída, sino que se coloca a varios metros del entrevistado en chulesca actitud grotesca, me descoloca, francamente. Ahora cierro los ojos y sólo recuerdo de la última entrevista con un argentino, el desenfoque de las barras metálicas de una bandeja portafolios y la "virguería" de un simulado trazo de tiza digital en lo alto, para cambiar de plano.
Por la noche, en "Metrópolis" nos meten a una chica -artista plástica- sentada en el suelo, con las piernas haciendo la tijereta, para darnos cumplida cuenta de su objetualidad de museo. Pero yo sigo sintiendo la misma sensación incómoda: cierto inexplicable desasosiego porque quizás me haya perdido algo o no esté "à la page". Es decir: la forma y los contenidos de lo que veo continuamente son tan "guays", que parecen de otro mundo, en el que indudablemente deben habitar los que tienen autoridad moral para enmendarnos la plana a todos, aunque sea audiovisualmente. Puro "odio visual", desde luego. El repertorio que incesantemente vomitan por sus pandémicos medios es tan caleidoscópico, tan arbitrario, tan efervescente, tan "libérrimo", en suma, que quizás haya llegado la hora -y yo aquí, sin enterarme- de hacer una pira en la Plaza Mayor de todo lo realizado, desde "Intolerancia" de Griffith hasta "Barry Lyndon", de Kubrick, por demodé, cutre y decididamente facha.
Si es verdad lo que dicen, que hay un "antes y un después", está claro que esa estética fílmica progre arranca con "El sol del membrillo", infumable pestiño entregado por Víctor Erice en 1.992, a falta de ideas y de sustancia. Como hacen los progres, como aquella vacía "En la cama". Nunca engendro cinematográfico alguno -exceptuando lo de Médem- ha sido tan sobrevalorado y mitificado como ese producto huero y totalmente prescindible, sobre la vida y milagros de Antonio López en un membrillar. Bueno, quizás "El sur", del mismo pseudoartista, considerada por Rodríguez de la Borbolla "la mejor película andaluza de todos los tiempos" (sic), sólo porque la malagueña Rafaela Aparicio iba del sur al norte.
Visto el impacto de la melonada y sentadas las bases de esa estética insulsa, la cultureta progre vuelve a atacar con "La mirada de Ouka Leele", de Rafael Gordon, sobre las aventuras de la fotógrafa valenciana. Pero, con todo, la que se lleva la "palma" de oro a la mentecatez más políticamente correcta es la ESCAC (Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña) y los proyectos de la productora asociada "Escándalo". Ni más ni menos que en la edición española de la mítica cabecera "Cahiers du Cinema", dedican todo un monográfico a ese cúmulo de despropósitos peliculeros. Bien es cierto que la original francesa es una revista que le debe su prestigio al tratamiento altamente exquisito y comprensivo de la materia cinéfila en sí, mientras que, en el caso español, desgraciadamente no estamos ante una traducción, sino ante una colección de panfletos, bodrios y retazos de la peor calaña izquierdista. Pero es lo que hay. Y, lo que hay es un nuevo largometraje de esa Escuela titulado "Blog". Dirigido por la veinteañera Elena Trapé, no tiene ni guión original. Se basa en el relato de un instituto norteamericano de Gloucester (Massachusetts), donde un grupo de siete niñas decidieron de pronto quedarse embarazadas al unísono. Aunque la "gracia" de la trama está en airear todo el proceso por la Red, en sus blogs y demás conductos. Para la película se ha escogido a siete niñas de 14 y 15 años, de 3º de ESO. "Me impactó que una de las crías comentara que lo había hecho porque deseaba a alguien que la quisiera para siempre", comenta la directora, toda ilusionada por llevar a la pantalla grande la utilidad de un blog. Mientras tanto, en el editorial de la revista, su director, Carlos Heredero, se queja cínicamente de que, a diferencia del resto de cinematografías europeas, la española obvie la crisis económica.
No quiero alargarme, pero ya saben: cómprense una minicámara de alta definición, antes de que suba el iva y rueden lo que sea y como sea, sin preocuparse ni de los contenidos ni de la técnica, que triunfarán de lleno al abonar la estética "membrillera" de este agridulce "memento" socialista, para escalar al estrellato en tiempos de estrellados. Eso sí, cuando hayan acumulado rodaje y sólo por desmarcarse de tal adocenamiento esnobista, les propongo realizar algo semejante a “La persecución y el asesinato de Jean-Paul Marat, como fue representada por los internos del Manicomio de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade”, que magistralmente dirigiera Peter Brook en 1964. Más que nada, para enseñarle a Almodóvar, a Erice y a Médem que, por encima de la estética del servilismo, está la ética equilibrada del virtuosismo.
jueves, 17 de junio de 2010
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10 comentarios:
Supongamos que un grupo de oferentes pone en el mercado una mercancía que cada vez gusta menos a los demandantes. Éstos la comprarán cada vez menos, lo que ocasionará a los productores de la misma una pérdida progresiva de cuota de mercado y una reducción de sus ingresos y beneficios, llegando incluso a una situación de pérdidas y a una eventual desaparición.
Imaginemos ahora que el Gobierno, en vez de permitir que el mercado penalice a quien lo hace mal -en el sentido de que el productor que ofrezca un bien que los consumidores no demandan- y lo expulse del mercado, considera que la soberanía del consumidor es un elemento peligroso y sospechoso y que es mucho mejor “obligarles” a demandar el producto del empresario que pierde cuota de mercado.
Esta reacción del Gobierno, que vulnera y se salta a la torera la soberanía del consumidor y que consideraríamos totalmente inaceptable en la generalidad de los casos, es la política que se nos impone a todos los españoles en relación con un determinado bien de consumo: el cine de producción nacional.
Un nuevo ataque a la libertad de elección de los consumidores,de los ciudadanos, que se alejan de un cine español que no responde a sus gustos y a los que el Gobierno nos impone la obligación de financiarlo y de consumirlo.
Estética membrillera y privilegiada Juante.
No se puede expresar de mejor manera, amiga Tasmania.
Lo has dicho muy bien. Se trata de una "imposición", de una impostura antitética, si se puede decir así. Y, lo peor es que, conscientemente operan por modulación de las costumbres, hasta que llegan a hacer creer a la masa que "no hay mejor manera de presentar el producto". Ni siquiera otra manera.
No se le da a la gente lo que quiere, sino lo que ellos quieren (para captarla).
El cine español actual es como una mala canción; un estribillo pegadizo no justifica una canción entera.
Buena entrada, don JUANTE.
Resalto su frase: ”…. a diferencia del resto de cinematografías europeas, la española obvie la crisis económica.
Pero no sólo la crisis.
Siempre me ha llamado la atención que nunca, ni por aproximación, me he visto reflejada en ningún personaje de ninguna película española que haya visto desde mi adolescencia. No así en el cine europeo, concretamente en el francés en el que las historias cotidianas se muestran tan realistas y “normales” que cualquiera de nosotros podría vivir esas experiencias.
Otro ejemplo: es inexplicable que de las casi treinta películas sobre ETA, tan sólo unas cuatro o cinco se hayan hecho desde el punto de vista de las víctimas.
El último ejemplo es la película “Tiro en la cabeza” que relata el asesinato de dos guardias civiles (Fernando Trapero y Raúl Centeno) en Capbreton, Francia.
Las tres cuartas partes de la película muestran cómo pasa sus dos días anteriores al asesinato, uno de los etarras: en el trabajo, con su amante, en una tienda de discos, en el parque con su hija……. No hay diálogo en toda la película. Tan sólo se pronuncia dos veces una palabra: txakurrak (perros), que se la dice el etarra a los guardias civiles antes de asesinarlos.
Su director, Jaime Rosales dijo que hizo la película movido por "la necesidad de entender al ser humano".
Me pregunto por qué nadie muestra las horas previas de una víctima de ETA antes de ser asesinada: el guardia civil se levanta por la mañana, desayuna, se afeita, se viste, va a la habitación de su hijo y le da un beso antes de irse a trabajar y luego se lo da a su mujer mientras ella recoge el desayuno….no sé, algo así.
Decía el director Iñaki Arteta que no se explicaba cómo en este país ningún director tenga interés en contar alguna de las casi novecientas historias de víctimas de ETA. Historias, testimonios y experiencias de situaciones límite, de superación, de fortaleza, de exilios, de perdón,…….
No interesa.
Muchas gracias, Doña LOUELLA. Es un placer tenerla tanto en esta musical zodiac, como en la alborotada Nao de SG.
A bote pronto me viene a la mente la tarde en que asesinaron a Miguel Ángel Blanco. Estaba en la gran playa de la Barrosa (Chiclana) y recuerdo que la tensión se podía cortar con un cuchillo. La playa estaba a rebosar, pero no olvidaré en mi vida aquel horrible suspense colectivo que, como bien dice, no ha sido llevado a la pantalla grande, porque no interesa. Seguro que en Francia, los grandes diplodocus del cine, ya le habrían dedicado varios homenajes audiovisuales.
Y, sin embargo, también tengo en mente y en la retina, la única vez que visioné "Días contados". Me produjo la sensación de que nos querían vender una imagen edulcorada y hollywoodiense, a lo "misión imposible", de la vida de los verdugos. Me ofendió poderosamente la asociación de la Alhambra de Granada, su sensualidad y encanto, con un relato de ambigüedad perfectamente calculada, al servicio de una mirada partidista que pretendía ir más allá de un Ken Loach a la española.
En fin. Creo sinceramente que en el Cine español hay más insuficiencias que logros -casi ninguno- y que en nuestro país "pesan" y lastran mucho otros condicionantes, alejados de lo que debe ser el Arte de las imágenes y el sonido.
Tu comentario chorrea desprecio y suficiencia. Algunos consideramos al "pseudoartista" Erice el mejor artista en lo suyo, con mucho. Pero por supuesto, cada quien tiene derecho a su opinión, y tú, que eres el dueño del blog, más que nadie. Por mi parte, lamento que no puedas disfrutar de una obra que para mí ha sido crucial (bueno, para mí y para todas las Filmotecas del mundo, que la nombraron "mejor película de la década de los 90", o sea que lo de la estética membrillera no debe ser sólo un fenómeno español, pero qué sabrán esos pobres ignorantes hueros de las filmotecas internacionales...) Sólo quisiera hacer una observación respetuosa sobre tu comentario, en un punto que no se atiene a la verdad: Víctor Erice jamás ha sido uno de los de la "ceja"; y meterlo en la misma bolsa que Almodóvar y Verdú denota una ignorancia que no está a la altura de tus conocimientos. Si te ofenden sus películas, qué se le va a hacer; pero si lo que te ofende es su filiación, puedes estar tranquilo, porque este pseudoartista es un hombre modesto, apartado de las intrigas y de las trincas millonarias, que no va de estrella ni se arrima al poder.
Mr loqueusteddiga;
Cuando vi el sol del membrillo me pareció una obra muy basada en un cine francés que ya conocíamos. Yo particularmente echo de menos en España actores que puedan mantener una escena sin sobreactuar. Creo profundamente en las palabras de Mamet cuando decía dos cosas:
- si tienes una frase, sal y dila
- es muy fácil hacer de loco- Lo difícil es interpretar a un hombre normal.
Traducido a Hamlet tendría mil ejemplos de actuaciones desmedidas y la de Laurence Olivier, dónde la reflexión era puramente interior.
Pasa lo mismo con la dirección; se busca un "efectismo intelectual" que otros ejemplos como "Michael Clayton" o "Crash" consiguen sin que nos demos cuenta.
loqueusteddiga:
Si he dicho que la figura de Erice está sobrevalorada, es obvio que alguna alma cándida de su cuerda se diera por aludida. Me alegro de provocar opiniones discrepantes, en todo caso. Pero dejemos clara una cosa, antes que nada. No me estaba refiriendo a los artistas de la ceja, sino a un fenómeno mayor (de mayor extensión), que es esa estética un tanto nihilista, muy efectista y siempre sesgada a la izquierda. Puede que no sea un cine militante el de Erice, pero se estancó, se secó por sí mismo, de pura inanidad, en una órbita simpatizante muy autodefinida. Creó su propia leyenda por espaciar unos productos intocables desde el punto de vista de cierta crítica amiga. Personalmente creo que es un "tongo" pseudoestético, insisto. No encuentro emocionante ni uno solo de sus fotogramas. (Comprendo que hay gente que prefiere John Cage a Johannes Brahms.)
Lo siento: "El sol del membrillo" no le llega al "Valle Abraham" de Oliveira ni a la suela del zapato. Por no hablar de Buñuel, que está a años luz del vasco. Está sobredimensionado, de verdad, aunque tu suficiencia seguidista te impida ver el bosque.
Conozco personalmente a Benito Zambrano, a quien se valoró en su momento justamente por su "Solas" y luego se sobrevaloró por dos más. El fenómeno del endiosamiento de autores oportunistas que tienen la suerte de contar con "grandes" técnicos olvidados y anónimos, según la revista CINEVIDEO 20 (no sospechosa de derechosa) es un fenómeno muy español. Lo viene siendo desde la época de la República.
Lo siento: no comulgo con ruedas de molino. Erice está en la génesis de esa estética documentalista tan casposa y banal. Y probablemente hay que ser lo suficientemente valiente como para no apuntarse a los decálogos de los pensamientos únicos. Lamentablemente, en el tema Cine, siempre de la izquierda, porque dicen que es una profesión muy bohemia.
Magnífico discurso. ¡Qué bien habla usted! ¡Y cuánto sabe! Aunque tampoco tenía que haberse molestado en dedicarle tanto tiempo al asunto. Claro, ahora he visto la luz. Cómo no se nos había ocurrido antes: lo que estaba haciendo el casposo de Erice era espaciar sus productos inanes para crear su propia leyenda y así complacer a cierta crítica amiga. Menos mal que aún quedan las almas independientes como usted, los astutos, los valientes, los que no se achantan; los que le pillan el juego al trilero y llaman a las cosas por su nombre. ¡A usted le van a venir con membrillitos! ¡Hombreporfavor! Pues menudo es usted. Y ese tío, el Erice ese, un estafa como un piano. Un tongo,un fraude. Puag con los pseudohartistas, qué hartísimos estamos todos.
Visto así, no me extraña que esté usted tan orgulloso de sí mismo. ¡Qué revolcón me ha dado! Sus dieciseis seguidistas -perdón, seguidores, quería decir- estarán bien contentos al ver cómo me ha hecho morder el polvo. Y además, me ha convertido a la razón verdadera. Yo era un alma cándida, pero ya comprendo la magnitud de mi error.
Nada, nada, que me ha convencido por completo. Ahora mismo tiro los libros y las películas de Erice a la basura, que es donde deben estar.
Le dejo con los de su cuerda. Mil gracias por desenmascarar a los timadores que pululan por el mundo.
Mire, es más sencillo que todo eso. En el Cine, como en la Música, en la Pintura, en la Gastronomía y en el Prêt-à-Porter, existe lo que se llama "valores absolutos y universales". El "Don Giovanni" de Mozart es un valor absoluto, como el Guernica de Picasso. Como un Vega Sicilia Único de 1998; como un Balenciaga.
Sin ánimo de avivar una polémica que no lo amerita: Erice no es un valor absoluto en Cine. ¡Y mira que cuesta que los apasionados cinéfilos dejen de relativizar para creerse que todo el monte es orégano! El monte que le señalan otros, claro...
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