Me encanta la realización que todos los años "bordan" los franceses en la gran final de su "Roland Garros". Como quien no quiere la cosa, insertan de vez en cuanto un primer plano de mujer anónima, en contrapunto óptimo de la mejor transmisión de tenis que se pueda ver en todo el Planeta.
En contraste con esa naturalidad tan francesa, los locutores ibéricos de tan magno acontecimiento deportivo, deshojaban la margarita el pasado sábado -al finalizar el fantástico partido de la italiana Francesca Schiavone- sobre si el juez de Nadal y Soderling podría ser mujer o no, como ya se ha ensayado en tierras hispánicas que es, por otro lado, de donde únicamente envían a una fémina al mundial de fútbol -como asistenta- probablemente para alardear de que "la roja" es la única del mundo que aspira a respetar "la cuota".
Entre liberales y personas normales -sin nada ominoso que ocultar- siempre hemos sabido que las mujeres son tan seres humanos como los hombres. Con sus pecados, manías, servidumbres y grandezas, ya sea por inteligencia o por desarrollo de su espíritu y capacidades, que le son tan inherentes al yin como al yan. Sin embargo, la izquierda carpetovetónica española, hipócrita y nostálgica de su diabólico machismo, persiste ahora en su procaz empeño de utilizar a la "mujer" como fetiche, como icono que le sirva de comodín impagable para sus componendas políticas y sus permanentes propagandas electoreras.
En ese esquema, el insufrible y patético Calleja, de Prisa, se ha puesto al frente de una tertulia exclusiva de mujeres, en una televisión de su grupo benefactor de tantos falsos socialistas. No hay nada más sospechoso de baboso machista a la antigua usanza que un adulador de mujeres, porque sí, porque ellas lo valen. Y la izquierda española prolifera ahora en esa especie rediviva de pelotas mujeriles o moscardones, interesados mayormente en servir de lacayos de los que tienen muy claro el uso de la mujer como objeto de sus antojos inconfesables.
En la última tertulia, una representante de la Asociación Themis (infórmense al respecto en "projusticia.es"), hablando del aborto, declaró tajantemente que "todas las mujeres deben votar a la izquierda, porque la derecha se pone en contra de ellas cada vez que se legaliza algo que les afecte". El presentador -en quien se cumple muy bien eso de "la cara es el espejo del alma"- no tiene empacho en aplicar indiscriminadamente discriminación positiva, incluso para dar cabida a cuanta exaltada presuma airadamente de conectar con su pensamiento único. Que, puestos a ser egoístas, intolerantes y mandones, a ver qué es más reactivo, si el estrógeno o la testosterona.
Pero como peor icono, más sospechoso aún de levantar y cabrear a la fiera del asqueroso machismo ese que decía la feminista Cristina Almeida, están indudablemente los programas de Roures en su Sexta (número del demonio para unos, de la juerga para otros) "Mujeres millonarias" y "Quién vive ahí", que vienen a ser lo mismo. Ambos de una obscenidad sin paliativos, no sólo por cosificar a la mujer, en el primero, como trepadora sin escrúpulos y sin límites y, en el segundo, como objeto decorativo de mansiones; sino por hacer desvergonzado alarde de ostentación de riqueza al por mayor, para relamerse constantemente en nombre de los pobres del mundo.
Con todo, la cínica y mentirosa izquierda, tiene muchas más armas y bagajes de "mujer" para jugar sus bazas demagógicas, intentando captar a todas esas incautas que no se sienten insultadas por ser tratadas como mujeres, pero que siempre quieren más por lo mismo. Al fin y al cabo, a ningún humano le amarga un dulce y, si se puede tener "más todavía" por decreto o a dedo, tanto mejor para cualquier mujer de limitados recursos o ilimitadas malas ideas. "Vuélveme loca" de Telecinco es el colmo de la cursilería hecha patrimonio del género "bonito", con abundancia de gestos sicalípticos por parte de dos tontitas bailarinas. Claro que, semejante título también es sospechoso de sintonizar con la androginia obligada por Zerolo, tras besar las suelas de unos inefables zapatos.
Yo, por mi parte, estoy contento por la paridad que limita a un 50% las posibilidades de integrarme en un tribunal de oposiciones a la docencia. Así no me veo en el compromiso de dilucidar sobre las candidaturas de una mayoría aplastante de opositoras. Aunque luego, el número de alumnas vaya descendiendo cada año -con el consiguiente enfado del otro género estudiantil- porque sus preferencias vayan por otro lado.
martes, 8 de junio de 2010
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8 comentarios:
Y a mí que me tiene un tufo casposo casposo todo este rollo de cuotas, feminismo glamouroso...
Elena Valenciano dice ahora que en la UE se protege más a las vacas que a las mujeres... ¿Pero no preside la UE su jefe? ....Tú también, Elena.
Lo genial, verdaderamente genial, ha sido el comentario de la Comisaria europea de justicia sobre la euroorden de protección de las víctimas de violencia de género que no consigue colocar ZP en la UE.
La dama ha dicho que España (yo diría GobiernodeEspaña) usa a la UE como una marioneta para lograr efímeras proezas políticas. Ésta ha calado al eZtadista...
No entiendo está manía moderna en pleno siglo XXI de querer igualar dos cosas diferentes. Una cerilla se llama cerilla y un mechero se llama mechero, porque son eso. Son una cerilla y un mechero. Los dos sirven para hacer fuego, pero son diferentes y por eso se les nombra de forma distinta.
Una mujer y hombre pueden realizar muchísimas cosas de la misma manera y con la misma eficiencia, pero no por ello son iguales. Sirven para lo mismo pero son diferentes.
El camino tomado por la izquierda híper progre para conseguir esa igualdad se está llevando a cabo de forma equivocada. La diferencia se realza aún más cuando se pretende no solo igualar distinguiendo cada parte.
Un ejemplo.
Cuantas veces habré oído la frase: Eh, que yo tengo amigos homosexuales y son como los demás.
Error. Queriendo igualar se marcan aún más las diferencias.
Yo tengo también amigos albañiles, profesores, autónomos, estudiantes, y no voy diciendo por ahí: Eh, que yo tengo un amigo albañil y es igual que los demás.
Esto mismo se está realizando con la mujer, a base de querer que sea como el hombre se la está diferenciando aun más.
Con la diferencia, amigo D. Neo, de que, en el caso de las mujeres hay muchas que entran en el juego de la izquierda. (ProgreJuli decía no hace mucho que "si no hubiera discriminación positiva, en su lugar habría discriminación de hombres tontos", lo que no deja de ser un desprecio hacia las de su género.) Al fin y al cabo, la exaltación de las personas por lo que tengan entre las piernas, no es algo que pasa desapercibido para las más arribistas y ególatras.
Afortunadamente, en el mundo hay mujeres y hombres que se valoran por su dignidad y su inteligencia, puestas al servicio de su nobleza y limpieza de espíritu.
El escarnio consiste en creerse a pie juntillas -como muchos babosos pagafantas al estilo Calleja o profesor De Miguel- la milonga izquierdosa de que ellos no son sólo benefactores de los pobres y los afligidos, sino también de las mujeres. Y, por eso, el estólido Zp ha tenido que crear su fantasmagórico y evanescente Ministerio de "igual da 8 que ochenta".
Efectivamente, Tasmania, en UE no son tan paletos como aquí, gracias a Dios.
Un pequeño apunte, pues no puedo extenderme más.
Sobre el debate de la mujer en la "izquierda/derecha" y el papel de relevancia que le otorga cada una:
Esperanza Aguirre fue la primera Presidenta del Senado de España (1999-2002).
Luisa Fernanda Rudi fue la primera Presidenta del Congreso de los Diputados de España (2000-2004).
No parece que, en ninguno de los dos casos, fuese una cuestión de cuotas.
La "cuota" no lleva implícito,el esfuerzo,la capacidad y la inteligencia,lamentablemente para las MUJERES.
Lamentablemente el cerebro de alguna CUOTA,por mucho que se exprima no sale ni una gota.
Estas escurren no discurren.
He seguido su consejo, Dña. TASMANIA, de hacer alguna escapada en la Zodiac.
Permítanme que les hable de una entrevista que leí en El País hace unos meses, a una juez, cuyo nombre no recuerdo, situada en lo más alto de la jerarquía judicial portuguesa (¿integrante del Tribunal Supremo? Ah, qué mala memoria tengo.) Esta señora decía estar alarmada por el exceso de mujeres jueces en Portugal (alrededor de un 65%), algo que en su opinión atentaba contra la igualdad y que debía remediarse con normativas de cupo. Lo curioso es que justificaba esta propuesta apelando a sus vehementes creencias feministas. Argumentaba, entre otras cosas, que ciertos delincuentes (ponía como ejemplo, creo recordar, a los contrabandistas) reciben sentencias más severas cuando les juzga una mujer, escandalosa desigualdad que requiere correcciones "igualitarias" (léase cupos).
Supongamos que alguno de ustedes es un contrabandista portugués que tiene la mala suerte de que la caiga una pena inusualmente dura porque le toca una mujer como juez. Supongamos, además, que alguien decide consolarle con el siguiente razonamiento: "No debe disgustarse. Gracias a nuestras normas de cupo, la mitad de los contrabandistas de este país sufren castigos más leves que el suyo." ¿Se sentiría aliviado o creería que su interlocutor se está riendo de usted en sus narices? La desigualdad que supone esta diferencia de criterio al dictar sentencias es un problema, pero no veo por qué razón los cupos iban a contribuir a resolverlo.
Raras veces se repara en que las leyes de paridad no se limitan a exigir un mínimo de mujeres en determinados ámbitos laborales, también imponen cuotas de hombres. Por qué un a sexo que jamás ha estado discriminado ha de estar jurídicamente protegido es para mí un misterio, sin duda porque soy un machista y un retrógrado.
Es sorprendente que una mujer declaradamente feminista deplore lo que a todas luces es un éxito femenino. Es un signo de que los cupos, concebidos como una herramienta provisional para corregir discriminaciones, se han desligado de su función originaria para convertirse en un fin en sí mismo, casi en una obsesión.
La situación portuguesa me parece significativa por otro motivo, demuestra que una desviación con respecto al 50% de puestos para cada sexo que casi todo el mundo considera deseable puede obedecer a factores sin relación alguna con el "machismo". Sea cual sea la razón de que las mujeres les estén ganando a los hombres por goleada en Portugal en la lucha por las vacantes judiciales, es seguro que el motivo no es la discriminación. Uno se pregunta si en ámbitos laborales donde la presencia de mujeres está muy por debajo del 50% "óptimo", las diferencias también obedecen a causas distintas a las que señala la ortodoxia feminista. Se acepta que los hombres pueden salir derrotados en su competición laboral con las mujeres ¿Por qué resulta tan difícil reconocer que cuando los hombres llevan la ventaja, su victoria puede ser "limpia"?
Lo más triste de todo esto es que las ideas de nuestra amiga, la juez feminista, se acabarán imponiendo. Se establecerán cupos, se empezará a vetar el acceso a la judicatura de mujeres altamente cualificadas para favorecer a hombres con un nivel inferior de competencia. Un atentado contra el sentido común, una humillación para las mujeres postergadas (y en cierto sentido, también para los hombres que salgan ganando con el apaño), todo perpetrado en nombre de la igualdad ¡La igualdad!
Mi estimadísimo BenGunn
Recibo con los brazos abiertos tu paseillo por esta humilde zódiac en la que también el aire es fresco y huele a mar salada.
El asunto que nos traes es para echarse a llorar pero es así también aquí, en Apaña.
Hace poco comentando con un Embajador las posibilidades de acceso a la Escuela Diplomática (mi hija mayor, en esa situación crítica en la que tienes que decidir a qué onion quieres dedicar parte de tu vida) éste me dijo:
Es un momento ideal, perfecto, apenas hay mujeres en la carrera diplomática... si tu hija no tiene inconveniente en llevar a su familia como hatillo por todo el mundo anímala...el ministerio está ascenciendo a subdirectoras por el hecho de ser mujeres.
Pedí disculpas al excelentísimo Embajador y me fui al baño a llorar en soledad.
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