Cuando estos días, tras el rescate chileno, he oído y leído que algunas personas, contra toda forma de corrección política, se han preguntado qué habría sido de Chile, en términos económicos, si hubiera seguido su gobierno en manos de Allende, me he acordado de un libro que leí este verano titulado Dead Aid.
Dead Aid (¿ayuda muerta, improductiva..?) es un polémico libro cuya autora, Dambisa Moyo, una economista de Zambia educada en Oxford y Harvard, denuncia cómo la ayuda a Africa de los últimos 40 años no sólo ha sido completamente inútil e improductiva sino que ha sido la causa del retraso en el desarrollo del continente y ha generado en la mayoría de los países africanos una dependencia de Occidente difícil de romper.
Para Moyo, existen tres tipos de ayuda: 1º: la de primera necesidad o emergencia debido a catástrofes naturales. 2º: la caritativa que proviene de particulares y 3º: la transferida entre gobiernos de diferentes países. La primera es necesaria e incuestionable, la segunda tiene demasiados intermediarios y trámites burocráticos que hacen que la mitad se quede en el camino y la tercera, tal y como está planteada, no es efectiva.
Se empezó a dar dinero a Africa tras la 2ª Guerra Mundial, igual que a Europa (plan Marshall) creyendo que África respondería como los europeos, cuando los problemas eran completamente diferentes (Europa necesitaba reconstruirse tras la guerra mientras que en África no había gente preparada, ni acceso a los mercados, ni impuestos, ni infraestructuras….) y al final, Europa pudo devolver su deuda y África no.
Después llegó la guerra fría y tanto Occidente como la URSS donaron cantidades enormes de dinero a África para tener países aliados sin importarles si eran dictaduras, regímenes corruptos o países en guerra civil. Y mientras tanto, la deuda y sus intereses iban aumentando y ningún progreso o desarrollo en aquellas economías se lograba.
Dambisa Moyo sostiene que la ayuda continuada y sin control produce inflación, disminución en las exportaciones, fluctuación de la moneda local, caída del ahorro privado y de la inversión..…incluso aumento del tamaño de los gobiernos.
Algunos países, además, tienen sistemas financieros tan débiles que no son capaces de absorber las ayudas, otras veces no tienen mano de obra cualificada para emplearlos en inversiones previstas. El dinero se queda retenido (en el mejor de los casos) y mientras tanto se deben pagar los intereses de la deuda.
Existe la excusa de que el colonialismo, al trazar fronteras artificiales formando países imposibles obligando a convivir a diferentes tribus bajo el mismo gobierno, ha sido un generador de guerras civiles (genocidio de Ruanda, por ej.) que han impedido prosperar a África pero también es cierto que países como Bostwana, Ghana o Zambia, también multitribales, funcionan perfectamente, con instituciones transparentes, eficaces y creíbles y con inversiones productivas de la ayuda exterior consiguiendo no depender de la deuda exterior y, por tanto, empezar a crecer de forma extraordinaria.
En los 80´s los países donantes decidieron poner ciertas condiciones a los países receptores a la hora de concederles ayudas como por ejemplo que el dinero sería gastado en bienes y servicios procedentes de los países donantes, que estos países (los donantes) se reservarían el derecho de seleccionar el sector donde hubiera que invertir y que la ayuda terminaría cuando se establecieran políticas económicas estables.
Sin embargo, estas condiciones nunca se han cumplido y mientras la corrupción se convertía en endémica, incomprensiblemente, las ayudas siguieron fluyendo.
¿Por qué se sigue donando dinero si se sabe que la ayuda no funciona?
Hay varias razones que van desde las más increíbles como que de este mundo ”business-aid” viven medio millón de personas asalariadas (Banco Mundial, agencias de la ONU, FMI, ONGs.....), hasta las más grotescas como que los países occidentales no se ponen de acuerdo sobre qué países africanos son corruptos y cuáles no lo son. Hay otras razones más asumibles o entendibles como el pensar que si se deja de donar dinero a estos países, estos nunca devolverán lo prestado.
Entre las condiciones que se establecieron para donar dinero a los países africanos, no era requisito que los Estados fueran democráticos porque como dice Dambisa Moyo, democracia y desarrollo económico no son sinónimos. Y se hace dos preguntas:
¿Han mejorado los sistemas democráticos de los países africanos gracias a la ayuda económica? La respuesta es SI.
¿Ha servido esta mejora democrática para impulsar el desarrollo económico? Aquí la respuesta no está clara. En algunos casos, sí y en otros, no. Pero lo que sí parece claro es que un requisito para que una democracia funcione tiene que existir desarrollo económico.
Para esta economista zambiana, en algunas ocasiones, una ”dictablanda” es necesaria si se quiere sacar adelante a un país sin instituciones, con analfabetismo, con corrupción….y menciona países como Chile, China, Indonesia, Taiwan como ejemplos de dictaduras (más que dictablandas) combinadas con desarrollo económico.
Y por si hubiera dudas, asegura que: ”No one is denying that democracy is a crucial value. It´s just a matter of timing”.
(Hay otras formas más efectivas de ayudar al desarrollo económico de África. No se asusten. Hoy no toca contarlo.)
1 comentario:
Queridita: ¡Qué interesante! Ha estado Vd. impecable, como siempre. Gracias por hacerme reflexionar.
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