Buscar en este blog

sábado, 2 de octubre de 2010

enemigos


Un día Mr Artanis me calificó algo así como "experto en soluciones expeditivas". Bueno, pocas cosas me han llamado más chulas en mi vida. Hace dos días me vino este comentario a la cabeza viendo, cómo no, un capítulo del Ala Oeste de la Casa Blanca llamado We killed Yamamoto. En este episodio el ministro de un país ficticio llamado Qumar (pongan el nombre del país que más les ajuste) resulta ocupar el tiempo libre que le deja la administración en financiar y planear ataques terroristas contra objetivos occidentales. En un momento dado en el capítulo de plantea la posibilidad de acabar con su vida desviando el avión a una isla perdida y allí abatirle. Tras una discusión sobre el tema en "The Situation Room" de la Casa Blanca (lugar dónde se reúnen los asesores militares, el consejero de seguridad, el Presidente del Estado Mayor Conjunto, el jefe de gabinete y el Presidente entre otros para decidir sobre temas de seguridad nacional e internacional), se produce esta conversación entre Leo, jefe de gabinete, y el almirante Fitzwallace, PdEMC:


FITZWALLACE
¿Eres capaz de decir cuándo es tiempo de guerra y tiempo de paz hoy en día?

LEO
No.

FITZWALLCE
NO sé si hay algún mayor experto en guerra del mundo pero, si hay una lista de los más, ha de incluirme a mí y yo no soy capaz de decir cuándo es tiempo de guerra y cuándo de paz

LEO
A ver, el derecho internacional siempre ha reconocido a ciertas personas protegidas a las que no puedes atacar. Ha sido así desde los romanos

FITZWALLACE
En tiempo de paz

LEO

FITZWALLACE
En la Batalla de Agincourt eran los franceses luchando contra arqueros ingleses como si se tratara de un partido de polo. Las batallas era seguidas por los heraldos y ellos elegían a los vencedores. Y si un soldado caía prisionero era tratado con humanidad

LEO

FITZWALLACE
Y muchas de las leyes internacionales de las que hablas fueron escritas en ese tiempo. En un lugar y un momento en el que se podía distinguir entre tiempo de guerra y tiempo de paz.
La idea de que una persona fuera el objetivo era ridícula.  A los franceses nunca se les habría ocurrido matar a William Pitt. Todo eso cambió en Pearl Harbor.

LEO
No me gusta hacia dónde está yendo esta conversación

FITZWALLACE
Leo.

LEO
Esto es la Sala de Situación

FITZWALLACE
Matamos a Yamamoto. Derribamos su avión.

LEO
Les habíamos declarado la guerra

FITZWALLACE
Si Dietrich Bonhoeffer hubiera tenido éxito...

LEO
El plan para matar a Hiter fue una rebelión interna.

FITZWALLACE
Habría habido estátuas erigidas a un asesino. Tendríamos que haberlo explicado a nuestros hijos.

LEO
Me vuelvo a la oficina.

FITZWALLACE
Medimos el éxito de una misión por dos factores: Si consiguió lo que buscamos y las pocas bajas civiles que hayamos podido ocasionar. Ellos miden su éxito por qué número cae abatido. Mujeres embarazadas llevando bombas. ¿Me hablas de derecho internacional? Ni siquiera las leyes naturales tienen hueco aquí.
He sido soldado durante 38 años y estoy viendo a un enemigo al que puedo matar. No puede cancelar el vuelo de Shareef, Leo. Tienes que decirle que no puede cancelarlo.


Bueno, independientemente de temas opinables como que si esto empezó en Pearl Harbour, cuando la PGM ya estalló por un tema similar, que no es la primera vez que traemos Agincourt al post (San Crispín) y, de hecho lo trajimos por motivos similares, volvemos a toparnos con el tema de los ataques preventivos, asesinatos selectivos y actos que no se ajustan a derecho. Decía Oskar Werner en Las Sandalias Del Pescador que, a lo mejor, algún día la guerra es declarada como el mayor crimen de la humanidad. Yo, sin defender la guerra, estoy convencido que ésta, o el conflicto al menos, es un estado natural de la condición humana. Negarlo es absurdo porque nuestros mayores empujones como civilización vinieron provocados por y como consecuencia de las guerras.

Pero Fitzwallace y Leo hablan de algo que no es la guerra, de algo que ni siquiera saben identificar como tal. Si no estamos en guerra, pero entra alguien en un restaurante y se revienta con un cinturón de explosivos ¿somos víctimas de un enfrentamiento? El terrorismo produce bajas por muerte violenta; a guerra también. A los responsables de levantarse en armas contra alguien se les enjuicia y condena por el bando ganador; con los terroristas pasa lo mismo. Las guerras entraron en las ciudades y éstas sufrieron bombardeos; los terroristas no esperan en medio de una explanada a que venga la fuerza rival a batirse. ¿Está un gobierno, entonces, legitimado a finalizar con una amenaza o debe esperar a capturar a su agresor con las manos en la masa?
El derecho nos dice que sin delito no hay delincuente. Pensar en poner una bomba en una presa no es poner una bomba en una presa, pero ¿y si ese alguien que lo está pensando pertenece a una organización terrorista? ¿un gobierno puede acabar con él?.
Nuestra conciencia tiende a pensar que no y que sí en cada una de las preguntas. No porque creamos que no se debe acabar con la amenaza, sino porque desconocemos y tememos las consecuencias de esas acciones. No creemos que se acabara con el terrorismo, saldrían más voluntarios encendidos por la venganza.  Ya son capaces de convencer a mujeres embarazadas de cometer suicidio. El otro motivo se esconde tras la frase "¿en manos de quién estamos?" ¿A quién creen ustedes suficientemente capaz de tomar decisiones así y no extender esa capacidad a otras acciones que no tienen que ver con el terrorismo?

5 comentarios:

Louella Parsons dijo...

¿A quién creen ustedes suficientemente capaz de tomar decisiones así y no extender esa capacidad a otras acciones que no tienen que ver con el terrorismo?

¿Hoy en día? Pues francamente, no lo sé. don NRQ.

Como ya lo comentamos en su día, ¿quién evalúa el riesgo y la amenaza inminente que justifique el ataque preventivo?
Y, sobre todo, ¿cómo se evalúa en un periodo en el que ni siquiera se sabe si existe un escenario de guerra.

Cuando he leído el ejemplo de poner una bomba en una presa me he acordado de aquel ataque cibernético que sufrió Estonia como consecuencia del derribo de una estatua de un soldado soviético.

Unos hackers informáticos entraron en los ordenadores del país, irrumpieron en los sistemas de los bancos, en las instituciones gubernamentales….y amenazaron con entrar en los sistemas que controlaban las presas del país. Un ataque coordinado como si fueran los ataques del 11-S
Estonia entró en tal caos que tuvo que intervenir la OTAN.

Se preguntaron entonces quién había estado detrás del aquel ataque. Los rusos dijeron que ellos no había sido, los chinos tampoco….nunca se supo de dónde vinieron esos ataques pero se llegaron a dos conclusiones:

La primera fue lo fácil que puede ser llevar a un país al caso mediante un ataque cibernético.

La segunda fue ¿cómo se define este ataque? Porque si el centro de comunicaciones de un país es atacado por un misil, no hay duda de que se trata de un acto de guerra pero, ¿cómo definir esta acción? Hay caos pero no hay bajas en vidas humanas, ¿estaría justificado un contra-ataque con misiles al centro de operaciones o comunicaciones del país atacante?
Al menos, en este caso, hay delito y, por supuesto, creo yo que hay un acto de guerra pero, ¿cómo debe de ser el contra-ataque? ¿a quién lo diriges?

Si esta situación es difícil, ¿cómo valorar otra sin delito?

En el caso de los terroristas suicidas, de los radicales y fanáticos musulmanes y, en el caso concreto de Irán y de sus amenazas a Israel y al resto de los países occidentales, dice el político canadiense Michael Ignatieff, que de nada sirven las políticas de apaciguamiento, las buenas palabras, la diplomacia……para detenerlos. La ideología radical sólo se puede combatir desde dentro del país, sólo ellos mismos, los iraníes serán los que puedan terminar con el radicalismo.

Tasmania dijo...

Pues menudo temita Mr. Nrq, me tiene usted barrenada desde primera hora.

Verás, también la guerra cambia. Incluso las tácticas y la estrategia cambia. Incluso cambian los enemigos. ¿Significa eso que debemos cambiar la idea que tenemos de algunas palabra como "guerra"? No, no en sentido polisémico, no.

Creo que sí. Me ha costado llegar hasta aquí, lo reconozco, pero sí. Debemos cambiarlas.

No es que los perroflaúticos antisistema merezcan una bomba en el culo pero creo que hay cuestiones que sólo pueden ser resueltas desde las alcantarillas de un Estado.

Buf, ya lo solté

Louella Parsons dijo...

Supongo doña Tasmania que eso se lleva haciendo desde hace años (lo de las alcantarillas) pero sí es cierto que la idea que teníamos de guerra ha cambiado completamente.

El terrorismo ha declarado una guerra en la que el espacio y el tiempo no tienen importancia, es decir, no hay un campo de batalla convencional donde hay que eliminar a un enemigo concreto lo antes posible.
Tampoco hay división entre combatientes y población civil.
Todos son enemigos y nunca se sabe desde dónde y cuándo van a ser atacados.

Los países tienen que aumentar los controles de seguridad que implican, necesariamente, una pérdida de libertad del ciudadano. Seguridad extrema en los aviones, controles más exhaustivos en las fronteras, a veces, incluso detenciones y vigilancia de ciudadanos sin ningún tipo de justificación contraviniendo derechos fundamentales.......

No sé si esto se puede considerar un estado de guerra pero tampoco afirmaría que vivimos en una época de paz.

Complicado, sin duda.
No me gustaría ser yo la que tuviera que tomar la decisión de derribar ese avión del ministro de Qumar

Artanis dijo...

Mmmmmmm... muy atrevido el comentario de lo imperioso del uso de alcantarillas.

Tanto que es una de esas cosas sobreentendidas en las democracias.

No lo mencionas, no existen. Por lo tanto ¿qué vamos a recriminarnos?

Nrq dijo...

Pues, Mr Artanis, nos podemos recriminar tanto el acudir a esos métodos como el no hacerlo