Vengo a despedirme M y a pedirte un favor.
¿Y a dónde vas queridaTaz?
Emigro, USA me fascina, voy a luchar y a perecer o a volver triunfante y millonaria. Por eso vengo a pedir consejo a tu experiencia, a enterarme de los secretos profesionales, de los resortes que mueves para triunfar.
Pierdes el tiempo mi adorada Taz, yo no soy mujer de negocios, aunque la gente crea lo contrario, la prueba es que soy pobre. El único que me ha calado es P, al calificarme de poetisa de los negocios.
Debe ser exacto ese juicio porque eso de unir la poesía con el negocio es una de tus cosas raras que me impresionaban cuando sólo eramos unas crías.
No sé a qué te refieres.
¿Te acuerdas de cuando hacíamos novillos y nos íbamos al Retiro?
Sí, desde luego, a tumbarnos al sol junto al Observatorio astronómico o a tirar piedras a la fuente del Palacio de Cristal pero espera Taz, ni mis secretos de jovencita ni mis secretos de madurez te sirven de nada, aparte de que es cosa fea penetrar en las intimidades del prójimo.
¿Por qué ha de ser censurable el averiguar la vida de una amiga para utilizar la experiencia de sus más recónditos pensamientos?
Porque si el pudor físico aleja a las amigas tan íntimas como tú de la faenas prosaicas del baño o del bidé, el pudor moral nos aisla de todo el mundo al hacer la limpieza espiritual de nuestras ideas más ocultas, de nuestros juicios más sinceros, la limpieza y aseo de nuesta conciencia al arrancar inclinaciones viciosas, pulir defectos o transigir con estas suciedades morales por miedo a una ducha de ideas frías, verdaderas y limpias.
Me complace el símil. Esa ducha moral de tu conciencia es la que yo quiero presenciar para huir de los peligros que tú conozcas y aprovechar tus consejos.
Déjate de investigaciones. Tienes bastante para vivir. Dedicate a cortar el cupón, a no gastar más de la mitad de la renta, acumulando al capital la otra media y ríete de monarquías y de república, de socialismo y liberalismo, de cleralismo, de sindicatos. Estos hacen de sociólogos prácticos esparcidos por el mundo, que gozan silenciosamente del siglo y del planeta como los más desenfrenados emperadores romanos, sin las molestias, peligros y trabajos del ejercicicio del Poder.
Es que necesito más dinero M.
Pues dedícate a la usura.
Me repugna. Yo busco algo rápido y brillante, algo que proporcione en poco tiempo gloria y dinero.
Para para Taz, no sigas que ya sé que enfermedad padeces. Tú tienes un drama inédito, una comedia o cosa tal... me sé de memoria a los literatos fracasados... no me lo niegues.
¡Si no lo niego! ¡Es verdad! pero no quiero quemarme como muchas mariposas a la luz de la gloria.
Púrgate Taz, púrgate. Considera que la calentrura dramática es la enfermedad más grave del siglo y que nada ensucia tanto el estómago como los dramas comprimidos.
jueves, 7 de octubre de 2010
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5 comentarios:
De nada sirve huir lejos, de nada, buscar súbitos y efímeros éxitos. De nada, espejos o modelos. Para descomprimir los dramas, sólo nos tenemos a nosotros, querida.
Ah, la intimidad, donde habitan nuestros secretos y deseos (inconfesables, claro). A veces, liberadora, otras, asfixiante, pero siempre celosamente protegida.
¿Hay algo menos apetecible que un libro abierto?
bueno, a Warren Buffet no le ha ido mal. A Donald Trump, sensiblemente peor. Creo que es bueno establecer ciertas guías
Claro que es bueno. Todos tenemos modelos y guías que nos orientan pero no me negarán que siempre llega el momento "dramático" en el que de repente tus pasos ya no se parecen a los de ninguno.
Pues adoro ese momento Ms. Parsons, cuando "tus pasos ya no se parecen a los de ninguno"
Cuando, de repente te percatas de que es así, el vértigo te completa y las ganas hacen desaparecer cualquier obstáculo que antes parecía insalvable sin mentor.
Estupendo: suscribo en pleno el comentario de Mrs. L. Parsons, de las 19,18.
Gran tema, Taz. Muy empático.
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