Anoche, en un local de copas, estuve echando un vistazo -como podía o me dejaban- a un grabado de 1524, cuyo original se expone en el Museo Histórico de Viena, que reproduce la ciudad de Tenochtitlan. Se trata de la gran ciudad del nuevo mundo, dibujada muy pocos años después de que Tomás Moro publicara su Utopía.
Al hablar de utopía Burnham -autor del plan Chicago 1909- decía "no hagas planes modestos, porque no tienen capacidad para excitar la mente de los hombres" En efecto, la ciudad contemporánea ha sido pensada con frecuencia como ciudad del futuro, con la inmodestia de creer que la ciudad puede ser un objeto perfecto y proyectable, utópico.
Y en ese recorrido los arquitectos y sus utopías han imaginado y creado, con más o menos éxito, la ciudad industrial, el socialismo comunitario, el urbanismo filantrópico, la ciudad central y la vertical... Utopías que se hacen realidad en las afueras de las ciudades, como la ciudad radial de Le Corbusier, la nueva Delhi o las ampliaciones de Amsterdam, cuya traza permite proyectar su modernidad emergente (¿o será re-emergente?)
Son productos concretos, vulnerables, donde se formulan y se verifican ideas. Desde sus orígenes, en mi modesto entender, la ciudad y su diseño son un espacio de proyección ideológica.
Tras la II Gran guerra lo utópico será progresivamente un sinónimo de ingenuo e imposible, incluso nocivo o ridículo. La euforia de la reconstrucción convierte a la historia misma en algo decorativo y lo económico, triunfante, penetra en la realidad urbana de modo que cualquier gran proyecto se hace efímero.
El tránsito. La ciudad ideal de la cultura clásica o del renacimiento, la ciudad al lado de la consolidación de las utopías sociales, al lado del ideario democrático para una sociedad mejor.
La realidad. La ciudad que crece a golpes o fragmentos y que en su crecimiento comienza a reconocer la gravedad de sus probleams, en los espacios segregados por la estructura social, en unos centros cada vez más abandonados o VIP-eados y en una periferia desigual.
En la esperanza -y a la espera- de un orden mejor algunos, yo misma, he regresado a la aldea, a la parroquia, a lo rural... yo misma, una urbanita de pies a cabeza. Como les decía hace algún tiempo, es el único territorio inteligente que, de momento, me queda cerca.
sábado, 17 de julio de 2010
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6 comentarios:
”Desde sus orígenes, en mi modesto entender, la ciudad y su diseño son un espacio de proyección ideológica.
Completamente de acuerdo, doña TASMANIA.
Ahora como toca el ecologismo, no hay un proyecto de arquitectura que no incluya las palabras eco y sostenible. Desde eco-aulas en eco-colegios hasta eco-barrios sostenibles pasando, por supuesto, por los eco-materiales de construcción.
Pero lo más asombroso que en cuanto a proyección ¿ideológica, racista….? lo he visto en Johannesburgo.
Durante la época del apartheid, el Distrito de Negocios Central (The Central Business District-CBD-), donde se aglutinaba toda la actividad comercial y financiera de la ciudad, sólo se abría a los negros durante las horas laborables. A las siete de la mañana llegaban los autobuses procedentes de Soweto y otros barrios similares y a las siete de la tarde, todos los negros debían abandonar el Distrito, excepto el personal de hostelería, y ya no quedaba un alma negra paseando por esas calles.
Cuando el apartheid fue abolido a principios de los noventa, el CBD de Johannesburgo fue invadido por los negros. Compraron casas, instalaron pequeños negocios y los más pobres se instalaron a vivir en sus calles.
A partir de ese momento, -aunque siempre se aludirá a todo tipo de razones políticamente correctas-, la versión local que se cuenta en Johannesburgo es que los blancos, horrorizados por el aspecto de deterioro que iba tomando el Distrito y desacostumbrados a la nueva situación, decidieron trasladarlo a otro lugar.
Grandes cadenas de hoteles, importantes empresas, firmas comerciales, Bancos e incluso La Bolsa se fueron del CBD “con lo puesto” abandonando sus edificios a su suerte. Decidieron volver a construir todo de nuevo. Un ejemplo paradigmático fue el del hotel Holiday Inn, un edificio altísimo y moderno que estaba a punto de ser inaugurado en aquellos días y nunca llegó a abrir.
Eligieron un lugar llamado Sandton, un zona residencial y alejada del centro de la ciudad. Hoteles de lujo, edificios de multinacionales, un prodigioso centro comercial, Bancos, centro de convenciones, ….todos se instalaron de nuevo, todos construyeron de nuevo, todo… como si tal cosa.
Tuve la oportunidad de pasearme por el antiguo centro. Empezaba a anochecer y las luces de la calle no se encendían (y nunca de encendieron). Me encontré de repente en un lugar surrealista. Edificios viejos y rotos llenos de okupas, ropas tendidas en las ventanas de antiguos Bancos, familias haciendo hogueras dentro del edificio de la BP, gente tirada por las calles donde hacía sólo diez años Chanel y Hermès habían extendido sus alfombras.
Frente al deterioro imparable, no sólo urbano sino de seguridad, del Distrito Financiero Central, Sandton se ha convertido en el centro financiero y comercial más importante de Africa.
Los grandes proyectos necesitan gran osadía. Osadía y fe, determinación. ciudades, edificios, novelas, desarrollo tecnológico. Con lo rápido que se mueve todo ya no basta con pensar qué necesito ahora, sino si lo que estoy pensando hacer ahora va a ser útil dentro de tres años. Si lo que parece una buena idea hoy, va a ser rentable a 5 años vista. No voy a oner un ejemplo Apple, aunque podría, pero sí querría que se apercibieran de que IBM ha dejado de fabricar ordenadores domésticos para centrarse en las grandes máquinas y desarrollarse por ahí.
Yo estuve trabajando en una consultora de tecnología que nació con el boom del sector en España. Entonces eran grandes posibilidades de crecimiento, subidas escandalosas (escándalo el que se montaba al celebrarlas, digo)... se pueden imaginar. Pero las compañías de SW empiezan a dar soluciones paquetizadas, los servicios se externalizan, te encuentras con pilas de programadores trabajando sobre esas soluciones que se pueden instalar incluso en modo "out-of-the-box" en India, México, Singapur... y el panorama cambia. Las compañías necesitan más velocidad, menos coste y, sobre todo, no casarse con nadie.
Entonces la consultora cambia y se convierte en una empresa de servicios que intenta mantener el "toque" pero por una cuestión más de honrilla. ¿Se veía venir? pues no sé si tanto como lo de la burbuja inmobiliaria y la saturación del mercado, pero era una cuestión de ver cómo avanzaba el sector. Entonces, ¿mi modelo de negocio va a perdurar 5 años? Es una pregunta interesante. Si probablemente no aguanta ¿cómo debo cambiar?. Claro, que esa pregunta es ahora. Una de las que tienes que hacerte nada más empezar es, ¿cómo de cambiante es a lo que me enfrento? y, sobre todo ¿cómo de voluble soy yo para mantener mi criterio?
Creo que ha habido en Galicia un movimiento de profeSionales liberales que con sUs familias han abandonado barrios popularEs, que a su vez van siendo ocupados por inmigrantes. Este efecto se habrá frenado por La actual cOyuntura, puede Que inclUso haya una involución. PEro, hasta hace poco, esTos urbanItas jóvEnes y preparados (Muchos incluso que trabajan desde su domicilio) han llegado para modificar su nuevo entorno, urBanizando esas parroquias que cita Dña. Tasmania, produciéndose una méLange entre urbAnitas -a veces- desuBicados que ven su cAsa como un castillo (espero que no se estén perdiendo las arcadianas crónicas de este Julio, desde el Château al que se retiró Michel de MOntaigne) y que buscan una parcela -cierto- pero de intiMidad, convIviendo con loS remanentes del agro gallego.
Esto -colateralmente- hace que los nacionalistas miren como enemigos, como negativos catalizadores, como elementos imPuros a tantos de esos emIgrantes al agroidEal mítico del nacionaliSmo, potenciándose una especie de rencor hacia los que dañan la esencia del imaginario.
"La ciudad es un espacio de proyección ideológica."
Absolutamente de acuerdo, Tasmania. Por eso mismo, las ciudades con hálito socialista están sobrecargadas y resultan irrespirables, amén de deshumanizadas.
Donde yo vivo, incluso hay un bulevar que fue realizado para ahogar el poco espacio de una calle. Luego, cuando al poco aterrizó la alcaldesa sociata, puso en medio el carril bici, lo enmierdó todo y eliminó la posibilidad de andar sin cuidado. Pero, como tampoco hay bicis, lo mejor es olvidarse del bulevar: pura burla del constructivismo sociata.
"Constructivismo", palabro que servidor creía olvidado y anclado a oscuras épocas. Pero, mire usted por dónde, estos días lo ha tenido que oír desde un simulado estrado, cantidad de veces... referido a ¡la nueva pedagogía! Tal como lo oyen.
Por el momento, me siento bien (urbanísticamente hablando) de dos maneras: contemplando, a través del Tour de France, cómo allí todo permanece igual -iglesia,campagne y casitas-; y tumbado en la arena de la playa, observando las gaviotas. No hay mejor espacio urbanita que el de la arena de la playa, siempre que esté libre de colillas, claro.
Ay Juante, qué alegría verle por aquí... le echábamos de menos.
Bueno, mientras pueda compaginar la playita y el constructivismo pedagógico... pues canto en los dientes.
Gracias, amable y querida Tasmania. Aún no me he centrado, tras estar acabando un trabajito "extra" de la administración. Pero, en cuanto me sitúe en mi sitio, me pongo al corriente de la zódiac.
Un besote y abrazos a los amigos.
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