Supongamos que los políticos quieren estar en el poder y maximizar su autonomía a la hora de tomar decisiones. Supongamos que, por su parte, los ciudadanos desean evitar los abusos de los políticos. Para que esto sea efectivamente así disponemos de dos instrumentos: echar a los gobernantes cuando se celebren elecciones e imponer límites legales a la discrecionalidad política. En este orden, pues, disponemos de la protección de la democracia y del Estado de derecho. Hasta aquí, creo, estaremos de acuerdo.
El pasado lunes asistí -por cuestiones profesionales- a un Pleno de una Corporación pública. Allí se habló mucho de "judicialización de la vida política" Era, éste, un argumento que igual le valía a los unos que a los otros. Los unos porque aseguraban que sólo los tribunales podrían poner las cosas en su sitio; los otros porque afirmaban que judicializar la política suponía trasladar la responsabilidad de los políticos en el ejercicio de sus funciones, a los tribunales.
Entiendo por "judicialización de la política" algo muy distinto al "activismo judicial". De ambas cuestiones tenemos en el país destacados ejemplos. Bien, el activismo judicial se refiere, a mi entender, en que los tribunales expanden el ámbito de sus decisiones abarcando cuestiones que correponderían a instituciones políticas, o actúan como árbitros entre actores políticos enfrentados.
Por el contrario, la política se judicializa cuando los tribunales se convierten en instrumentos de estrategias políticas que alteran las reglas de la competición democrática. Estas estrategias incluyen la utilización de los tribunales para criminalizar a adversarios políticos... lo de salpica que algo queda, vamos.
Las condiciones para que la democracia o el Estado de derecho no estén en equilibrio son conocidas por todos. Por eso digo que, si los políticos pueden socavar el Estado de derecho con instrumentos democráticos, subvertir la democracia o alterar la condiciones de la competición electoral mediante instrumentos que utilizan la independencia de los jueces, entonces la combinación entre democracia y Estado de derecho no es más que un estereotipo normativo, que no siempre se refleja en el mundo político real.
jueves, 29 de julio de 2010
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6 comentarios:
Querida TASMANIA,
Ya no es sólo que los tribunales se conviertan en instrumentos de estrategias políticas como criminalizar adversarios o favorecer aliados políticos, que a menudo lo hemos visto en los últimos tiempos, es que, llevamos años en los que impera la más absoluta impunidad cuando determinadas sentencias judiciales no se cumplen.
Y ya no sólo me refiero a leyes tipo la ley de símbolos (banderas….) que no se cumple en el País Vasco, o lo de las horas de castellano en los colegios de Cataluña…..es que nos ha dicho el Presidente del Gobierno de España que va a ayudar al Presidente de una Comunidad Autónoma a buscar resquicios para poder llevar a cabo aquellos artículos declarados inconstitucionales por el TC. Insólito.
Desgraciadamente, los gobiernos necesitan blindarse para mantener el poder, ya sea haciendo cambios en los tribunales de justicia con nombramientos discutibles, llevando a cabo reformas legales a su antojo, haciendo concesiones de canales radiofónicos o de televisión para controlar los medios…
Y así, ¿cómo nuestro Estado de Derecho no va a ser más que un estereotipo normativo?
Si el bueno de Montesquieu levantara la cabeza, yo creo que se volvía a morir del pasmo.
"Judicialización de la vida política" o "activismo judicial", dice Doña Tasmania. Qué mas da. El caso es que las fronteras entre los tres poderes se desdibujan en nuestro país en muchas (demasiadas, últimamente) ocasiones. Y esto no es precisamente una garantía de tranquilidad para el ciudadano que se molesta en hacerse un par de preguntas sobre la realidad que le rodea. Al que pasa por la vida como la vaca mirando al tren, lo mismo le da, claro. Mientras no le toque a él, que esto es como todo.
Pero, ¿por qué no se limita cada uno a 'hacer lo que les toca', que ya es mucho, en lugar de inmiscuirse en el/los poderes de enfrente? Los Tribunales, a repartir Justicia, y de paso a desatascar los tantos miles de casos que atiborran los juzgados; el Congreso, a legislar (si es posible, con criterio y sentido común) y el Ejecutivo,… en fin, permítanme que no me pronuncie, se me ocurren demasiados ejemplos de inutilidad.
Al hilo de este tema (politización/judicialización), el Presidente Zapatero ha declarado hoy, en relación con la prohibición de los toros en Cataluña: “Se puede discrepar de esa decisión, pero no se debe politizar. Vamos a llegar a un momento en el que en este país se politiza todo”.
Me parece que se comenta por sí solo.
Politizarlo todo, dice... menuda jeta.
Subvertir la democracia, desequilibrar la balanza, acogotar al Estado de derecho... si eso no es politizar que venga Montesquiau y que lo vea
Se lo recomiendo.
El tribunal constituyente
El tribunal constituyente
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