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viernes, 2 de julio de 2010

Sherman




Muy brevemente, que sigo sin Mac y me está produciendo cierta alteración emocional la carencia, hoy se cumplen años, 110, de la firma del acta Sherman o el acta Anti Trust. Como muchos ya han podido averiguar soy muy fan de la cultura USA (el domingo prometo callarme) y considero la ratificación de esta ley uno de los hitos más importantes en el desarrollo de aquel país.

Primero pedir perdón a todos los que sepan de leyes. No puedo, porque no tengo dicho conocimiento, hablar en profundidad de las leyes y utilizar la terminología de manera estricta, pero voy a explicarme todo lo bien que pueda.

El acta Sherman es la legislación por la cual se vigila y denuncian las prácticas monopolísticas, es decir; la competencia debe existir siempre. Cualquier empresa que actúe en un mercado en particular, debe tener un competidor. Si no existe se espera, pero se vigila que la compañía que actúa en dicho mercado no lo haga impidiendo la entrada de nuevos competidores. Y cuando exista se perseguirá que ninguno de los dos competidores hagan nada para eliminar la competencia o, incluso, que no se alíen y así quedarse con todo.

Esto abre dos caminos. El primero que una sociedad en la que se obliga a la competencia es una sociedad que, necesariamente avanza. Si tengo que ganar clientes, he de ser bueno. Si tengo que conseguir más clientes, he de mejorar. Si he de conseguir más clientes que mi competidor, he de ser mejor. Esto unido a esa frase famosa de Friedman, "ain't no free lunch", completa el espíritu que desde aquí se critica tanto como demasiado mercantilista, pero que les ha puesto al frente de la economía mundial. Es más, un país tan comunista como el chino se ha hecho con un puesto el lo alto de este ranking tan capitalista, precisamente, por evitar comportamientos monopolísticos, favorecer la competencia y salir al extranjero a comerse el mercado… y se lo están comiendo. En España aceptamos peor la competencia y cierto doble sesgo, que achaco bastante a la hidalguía referida en el Lazarillo de Tormes y a cierta conciencia de incapacidad, hace que les critiquemos como materialistas, inhumanos o despiadados. Pero lo que no percibimos es que, como consumidores, somos despiadados y favorecemos esta dinámica empresarial. Vamos, que no veo yo muchas zapatillas Paredes o Yumas en las calles.
Esta competencia ha generado competitividad y esto se ha trasladado a la sociedad en pleno. Se suele criticar el sistema educativo americano diciendo que genera incultos y que aquí somos más humanistas (yo creo que los que dicen esto salen poco), pero si miran un ranking de las universidades más potentes a nivel mundial la Complutense no está entre ellas. Acaso aparecen, como no, la de Navarra o la de Barcelona y no entre las 150 primeras. Si quieres buena economía, educa bien a tu gente, pero ya les he hablado con anterioridad de Becker. 

La otra consecuencia del acta Sherman es que agudiza el ingenio ya que la ley se ha aplicado y ha condenado a gente y esto ha sido porque los ha habido que han intentado encubrir que no la estaba cumpliendo. Esto sí que es más gracioso porque toca con, también, la picaresca y existen historias y anécdotas de cómo se han intentado saltar el acta que son, como poco, curiosas. Si tienen tiempo libre este verano, busquen en internet porque garantizan un buen rato.





2 comentarios:

Louella Parsons dijo...

Estando básicamente de acuerdo, lo que ocurre, don NRQ, es que en el sistema antitrust, son los consumidores los que muchas veces salen perdiendo.

Por ejemplo, no hay que perder de vista que una de las armas que utilizan las empresas para poder destacar en este sistema competencia ¿perfecta? es la publicidad.
Ante dos productos idénticos con el mismo precio y misma calidad, el consumidor se decantará por aquel cuya campaña publicitaria logre hacerlo más atractivo.
La publicidad es muy cara y, por tanto, para que el producto sea rentable, o se sube el precio o se baja la calidad.
Está demostrado que hay miles de productos de bajísima calidad que se venden a precio alto gracias a un buen anuncio o slogan publicitario.
Al final, el poder adquisitivo del consumidor termina disminuyendo y no sabemos si objetivamente sus necesidades han sido satisfechas.

Y respecto a la picaresca del empresario, también hay que tener en cuenta que los criterios para sancionar a una empresa con prácticas monopolísticas pueden estar sometidos a interpretaciones de lo más arbitrarias.

Tasmania dijo...

También y estoy de acuerdo pero en este asunto -como en otros tantos- tendremos que ponernos serios.

Un ejemplo. El Gobierno portugués anuló ayer, en cuestión de minutos, dos meses de guerra empresarial sin cuartel, la decisión de una junta de accionistas internacionales que apoyaban la venta a Telefónica y siete años de esfuerzos de las autoridades portuguesas para convencer a la Comisión Europea de no tener más que buenas intenciones.

Hace un par de días, al menos temporalmente, el Ejecutivo de Portugal desenfundó y utilizó un arma tan legendaria como prohibida en la Unión Europea: la acción de oro (golden share).

Este derecho de veto, que el Estado luso mantiene en Portugal Telecom contra la opinión de Bruselas, fue su último recurso para intentar evitar que Telefónica se haga con el 100% de la mejor operadora de móvil de Brasil, Vivo.

El portugués, Durao Barroso (que no retiró la acción de oro durante su mandato como primer ministro de Portugal) dijo algo así como que la acción de oro es incompatible con la legislación europea y que constituye una restricción injustificable de los movimientos de capital.

Se verán las caras en el Tribunal de Justicia de Luxemburgo en breve.

Y esto mientras en USA celebran 110años de sistema antitrust